La euforia con la que Lionel Messi fue recibido en París el pasado verano ha ido paulatinamente dejando paso a cierta decepción, silenciada por el crédito que merece el único jugador que ha ganado siete veces el Balón de Oro.
Por el momento, el argentino está lejos de la versión que le subió al Olimpo del fútbol, y los aficionados del París Saint-Germain comienzan a preguntarse si a sus 34 años no han llegado demasiado tarde a la función del genio de Rosario.
Messi ha llevado al club a una nueva dimensión en lo institucional, ha multiplicado sus seguidores en las redes sociales y mejorado las ventas de sus productos en todo el mundo. No hay un rincón del planeta donde el tirón del exbarcelonista no haya hecho famoso el escudo del PSG.
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Pero en el campo su influencia es todavía limitada, en consonancia con el juego del equipo, que ha provocado la cólera de los hinchas, decepcionados por no ver reflejado en el césped la ilusión que generaba la plantilla.
Messi se sitúa en la proa de esa decepción, aunque todo el mundo mantiene la esperanza de un despertar. Quien tuvo, retuvo y el argentino tuvo mucho.
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En la liga suma dos goles y dos asistencias, una aparición decisiva cada 119 minutos, muy lejos de Kylian Mbappé, extraordinario en lo que va de temporada hasta el punto de haber ensombrecido totalmente al rosarino.
Desde los asientos del Parque de los Príncipes siguen esperando la eclosión de un jugador habituado a llevar en sus espaldas el peso de todo un club como el Barça. Entre enero y junio de 2021, entre goles y asistencias, Messi estuvo implicado en la mitad de los goles de los blaugrana.
¿Dónde ha quedado el genio de Messi? Los observadores de la liga francesa aseguran que el jugador ha perdido la punta de velocidad que le llevaba a ser decisivo, con el balón cosido al pie, frente a las defensas de todo el mundo.
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¿DECLIVE?
Algunos, incluso, se aventuran a pensar que el jugador se está dosificando, con la vista puesta en el Mundial de Catar, la asignatura pendiente de su amplio palmarés.
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Los más pesimistas, sin embargo, ven ya el declive final de una estrella que brilló con luz cegadora durante tres lustros.
Pero otros piden prudencia. Empezando por su entrenador, Mauricio Pochettino, que sigue confiando en su compatriota. Messi ha dejado su club de toda la vida y se ha instalado en una nueve ciudad. Todo eso necesita un tiempo de adaptación, asegura el preparador.
A diferencia de lo que sucedía en Barcelona, el PSG no gira sobre su órbita y necesita un periodo para sentirse a tono en esa nueva configuración.
El pasado viernes dio una asistencia de gol a Mbappé en el minuto 93. Ostensiblemente, Messi pedía al joven francés que le devolviera la bola en el área, pero el campeón del mundo miró hacia la portería y marcó el tanto de la victoria. En Barcelona, todos los ojos se giraban hacia Messi.
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¿Qué mejor ocasión para resucitar que Europa? El argentino se viste de gala cuando llega la Liga de Campeones y, sin grandes alardes, en esa competición se ha mostrado decisivo con el PSG.
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EUROPA COMO ANTÍDOTO
Autor de cinco goles en otros tantos partidos, incluido uno de bella factura contra el Manchester City de su amigo Pep Guardiola, Messi tiene este martes un buen trampolín para demostrar a los parisiense que no está acabado en los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Real Madrid.
Un rival bien conocido para el argentino, que se midió a los blancos en 45 ocasiones con la casaca blaugrana y en 26 ocasiones perforó la meta, además de haber dado 14 asistencias.
Ningún otro jugador ha sido tan decisivo en la historia de los Barça-Madrid. El duelo contra el que durante años ha sido su máximo rival puede reabrir el apetito del de Rosario e iniciar un nuevo ciclo en su estancia en París.
La temporada ingresa en los momentos decisivos y Messi está acostumbrado a vivirlos de forma brillante. En el horizonte se perfila la que puede ser su quinta Liga de Campeones, la primera que ganaría con otra camiseta que no es la de Barcelona. La mejor forma de combatir el paso del tiempo y de demostrar que el genio no tiene fecha de caducidad.