El papa Francisco, figura emblemática de la Iglesia Católica durante años, nunca ocultó su pasión por el fútbol ni su devoción por San Lorenzo, el club de sus amores. Sin embargo, hace algún tiempo reveló que lleva 32 años sin ver televisión, cumpliendo una promesa que hizo a la Virgen del Carmen.
No obstante, conserva un peculiar método para mantenerse al tanto del destino de su querido club, sin necesidad de encender la televisión ni pisar el estadio.
En una entrevista con el medio argentino 'La Voz del Pueblo', el máximo líder de la Iglesia Católica, confesó por que no mira televisión, y tenía muy presente la fecha "lo tengo muy presente, desde aquel 15 de julio de 1990 no veo televisión, he completado más de 32 años así, claro que no ha sido fácil. Fue un día que estaba con la comunidad viendo la pantalla y aparecieron unas cosas que no hacen bien al corazón, esos relativismos que lo van debilitando a la mente humana y que uno sabe que no está bien. Aquella vez me levanté y me fui sin decir palabras”, dijo.
Continuo diciendo "al día siguiente, en la misa de la virgen del Carmen, sentí que no tenía que ver la televisión nunca más, fue como un llamado. Dije basta e hice la promesa a la Virgen. En algunos actos me cruzó con el televisor, pero son momentos breves, en general nunca la veo, ya es porque las personas de la comunidad me cuenten algunos sucesos o noticias, pero no he vuelto a ver la pantalla.
Sin embargo, no negó que desde muy joven su pasión por el futbol argentino lo han tentado a romper su promesa, por sobre todo ver los partidos del club del que es hincha, San Lorenzo, pero sabe que en este deporte, también aparecen cosas que no hacen bien al corazón "hay un guardia suizo que todas las semanas me deja los resultados y cómo va en la tabla”.
En aquella entrevista con el medio de su país, también revelo algunas de sus rutinas que tenía de lunes a viernes en la Ciudad del Vaticano "normalmente son 6 horas las que duermo profundamente y después de almuerzo una media hora alrededor. De noche me acuesto normalmente a las 10 de la noche, a no ser de que ocurra algo extraordinario me duerma ya sea más tarde o un poco más temprano, y me levanto a las 4:00 de la mañana para comenzar mi día agradeciendo a Dios”, concluyó.