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Después de las dos primeras fechas de las eliminatorias donde la selección Colombia dejó ver varios errores por corregir. Un inconformismo latente se siente entre los que seguimos la tricolor. Por redes sociales, en las calles, en un café o bar, en el bus, etc. Se dice lo mismo: “¿Por qué Pékerman no mete a Jackson?” “¿Por qué Jackson no es titular en la selección?” La respuesta sin querer jugar a ser técnico (porque si algo enseña el fútbol es a no invadir espacios) pasa por méritos y momentos deportivos; más que por la adaptación a un sistema táctico de juego dentro del campo. Desde que inició el proceso en selección Jackson Martínez ha tratado de obtener un espacio en el once titular. Su debut fue en el año 2009 mientras jugaba en el Deportivo Independiente Medellín, en ese momento disputaba titularidad con Hugo Rodallega que jugaba en el Wigan inglés, Falcao García que descrestaba a Europa jugando en Porto tras un brillante año en River Plate, Wason Renteria y Dayro Moreno que también disfrutaban de su temporada Europea; uno en el Sporting Braga y otro en el Steaua De Bucarest, Adrian Ramos mostraba su habilidad en el América de Cali y Teofilo Y Bacca eran la dupla goleadora del Junior. Por esa época de cambios y recambios de entrenadores, donde decepcionantemente se perdió la clasificación al mundial de Sudáfrica, Jackson no pudo encontrar el nivel, ni la empatía con sus compañeros de selección a pesar de anotar tres goles en el proceso. Con la cita mundialista para Brasil 2014 se iniciaba un nuevo reto y aparecía una nueva ilusión tricolor para la titularidad de “Cha, cha, chá” en la selección. Para la temporada 2009-2010 se da su traspaso para el fútbol mexicano con el Jaguares, decepción para algunos que esperaban que el nacido en Quibdó pasara directamente al fútbol europeo. En los tres años pasó que en el Jaguares Jackson anotó 36 goles, y su paso a Europa se dio al club que abandonaba su compatriota y compañero de selección Radamel Falcao. El porto adquirió los servicios de Jackson para la temporada 2012-2013, queriendo llenar el vacío de los 72 goles que Falcao dejaba (quién fue recibido por lo alto en el Atlético de Madrid). Era la oportunidad para Jackson, Rodallega estaba en un mal momento en su club, Wason estaba en un péndulo deportivo de ida y venida, pasando por el Atlético de Minero y volviendo nuevamente al Sporting, Dayro regresaba a Colombia tras una mala racha en Rumania, Adrián Ramos había llegado al Hertha, Bacca seguía en el Junior y Teo había volado a Turquía. Iniciaron los juegos y la gente ponía sus esperanzas en “el tigre”. El colombiano pasaba por su mejor momento y no paraba de hacer goles con su club. Un club que en ese momento de la mano de Simeone empezaba a adquirir el respeto y la identidad futbolística de un grande. Falcao llegó a Porto para hacerlo campeón y ahora llegaba al Atlético para seguir con su huella.” Cha, cha, chá” llegó a Porto a seguir con la construcción de su legado en Europa. Con un equipo formado y con una identidad de juego en la que solo necesitaba llegar a meter la pelota. Bacca con esfuerzo llegó al Brujas de Bélgica, un club que para muchos no es atractivo pero para los que estudiamos el fútbol, es un histórico en el viejo continente. Teófilo volvía a Sudamérica para jugar con Lanús. Aunque Teo fue criticado por su comportamiento y en esos años pasó por Racing, Cruz Azul, Junior y River Plate, nadie negaba de su fútbol, de la definición exquisita y del aporte técnico y táctico entendiéndose con sus compañeros y adaptándose a cualquier sistema en cualquier equipo. Bacca de Brujas había pasado al Sevilla y de menos a más, se ganó un espacio en el corazón de los españoles. Con sus goles y su fútbol Sevilla llegó a colarse entre los grandes de España y Europa, ganando la Copa Uefa y ocupando los primeros puestos en la liga. Hasta ese momento todos los delanteros de la selección tenían algo en común que a Jackson le hacía y le hace falta; llegaron a clubes con bajones futbolísticos y con su fútbol, trabajo y protagonismos los sacaron campeones: Falcao en el Atlético, Bacca con el Sevilla y Teo con River Plate, campeones y protagonistas. Por esa época con las ideas de James, los goles de Falcao y el fútbol de Teo, Colombia se clasificó al mundial con un exquisito fútbol práctico y letal. En la banca Bacca labrando su destino esperaba paciente junto a Jackson y Muriel. Después de la euforia del mundial y la lesión de Falcao llegó la Copa América. Todos esperaban la coronación de la selección y la recuperación de “el tigre”. Después de la derrota ante Venezuela todos empezaron a dudar si Radamel retomaría su fútbol, y planteaban conjeturas sobre quien debería ser el nuevo nueve de la selección. Jackson es un nueve clásico, un jugador de área, nadie pone en duda su capacidad goleadora y su excelente técnica y garra a la hora de jugar fútbol. Pero lastimosamente en estos momentos de recambio y crisis de resultados, no es el jugador que necesita la selección, porque no ha mostrado la casta que si sacó Teófilo, Bacca y el mismo Falcao. Si Jackson quiere ser titular es hora que demuestre de que está hecho. Tras su llegada al Atlético de Madrid, Jackson hasta ahora parece empezar a adaptarse al juego del equipo a pesar de la confianza del técnico. Llegó como una gran estrella pero Griezmann es quien se roba los aplausos. Jackson ha intentado por fuera, por dentro, de media punta… en fin, pero sólo esta última semana parece haber encontrado una posición que le permita hacer goles y mostrar su fútbol. En la selección le ha pasado algo parecido, cuando ha tenido la oportunidad para demostrar su potencial y aferrarse la titularidad, lamentablemente no respondió. Lo de Jackson no pasa por bronca como lo han hecho ver, ni mucho menos discriminación o rosca. Más allá de las especulaciones y de las críticas de algunos colegas que buscan una excusa para hacer ver su inconformismo con el cuerpo técnico y se excusan en la situación de “cha, cha, chá” para hacer validos sus opiniones. Jackson Martínez debe lograr lo que otros han logrado y triunfar siendo el eje de un equipo que reclama su talento, de ese modo le demostrará al técnico de la selección, al país y al mismo que el nueve de la tricolor le pertenece. Por: Eduard Lizcano Tamayo // Twitter: @drlizcano
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Al término de la fecha 16 de la liga Águila los hinchas del Cúcuta deportivo dejaron caer sobre sus rostros lágrimas que brotaban desde la decepción y el desconcierto más profundo. El motivo apenas justo para que el dolor embargue nuevamente esta ciudad, después de lo sucedido en el 2013. El equipo de sus amores por cuarta vez en sus 91 años de historia descendió a la segunda división del fútbol profesional colombiano y ni siquiera se han cumplido con todas las fechas del calendario futbolero actual. ¿Cómo es que un equipo de tanta historia, con una hinchada noble y leal, campeón de liga, semifinalista en libertadores, puede sucederle lo indeseable para cualquier equipo en menos de un año? ¿Por qué el General Santander, ese escenario majestuoso que vibraba con cada gol, cada pase, cada jugada mágica que salía de los pies de algún protagonista que vestía de rojo y negro se encuentra sólo y abandonado? Digamos que todo empezó a finales del 2013 cuando luchando por no descender el equipo cambia de dueño y este inicia con su legado de arbitrariedades e injusticias. Recuerdan algunos jugadores de ese Cúcuta Deportivo que se jugaba el descenso ante el Fortaleza FC, que el señor entró al camerino irrumpiendo la concentración que se vivía en ese momento. Sin mediar palabras con nadie, dejó salir un mensaje poco alentador para los protagonistas de esa noche, con tono amenazante advirtió a los jugadores que pasara lo que pasara no pensaba seguir pagando esa nómina tan costosa y que se venían cambios, el que estuviera en desacuerdo bien podía salir del club. Al terminar lo dicho dio media vuelta y se fue. ¿Qué se puede esperar después de tan fluida intervención? Ese año Cúcuta deportivo descendía por tercera vez en su historia a la primera B. El afamado empresario para quien el fútbol es un negocio y sólo piensa en llenar sus bolsillos a costa de los equipos y el sentimiento futbolero del país, armó para la temporada 2014 una nómina modesta con jugadores de su empatía y circulo maquiavélico e inició las competencias con un mensaje a los hinchas del doblemente glorioso: “Es una nómina para jugar y ganar la segunda división, el otro año jugaremos en la A”. Esa excusa ridícula que tienen algunos directivos de decir que se deben armar para jugar la segunda división con jugadores con características específicas (baratos, veteranos y acomodados) omitiendo lo que otros equipos en el mundo como River Plate o la Juventus hicieron lo contrario y lograron prontamente su ascenso. Inició la temporada y el que prometía cambiar empezó a demostrar que nadie camba solo aprende a mentir con mayor perfección. Contrató para ese primer semestre, una cantidad importante de jugadores dirigidos por el técnico Héctor Estrada. En las tribunas los hinchas gritaban con furia alentando al equipo de sus amores, mientras tanto desde una oficina lejos de Cúcuta el presidente del club manejaba a su antojo la nómina y la titularidad de cada encuentro. Irónicamente con la excusa de malos resultados el técnico Estrada dio paso al profesor Alberto Suarez, quien sería el timonel rojo y negro hasta la mitad del 2015 en la primera categoría, logrando el ascenso polémico en los cuadrangulares de enero. El equipo en la primera división, ríos de gente saliendo alentar en las calles a jugadores con hambre de gloria y una ciudad que volvía a disfrutar del fútbol en primera después de .un año complicado, ¿Qué faltó, qué salió mal? Como en todos los equipos productivos si todos no apuntan a un mismo objetivo nada sale bien, y mientras el objetivo de cuerpo técnico, jugadores e hinchas era revivir viejas épocas de gloria y felicidad, los objetivos de su dirigente estaban lejos de lo futbolístico y pasaban más por lo económico. Entonces se inició la liga 2015 con un partido en el General ante Junior. Nómina nueva jugadores de bastante recorrido, entre los que se destacaban Gerardo Bedoya, Edwards Jimenez, Franco Sosa y Marcos Lazaga. Ese día cuarenta y dos mil almas en un estadio y casi 700.000 mil más en la región, saltaron de emoción con el gol de Bedoya que le dio el triunfo al Cúcuta contra el poderoso Junior y que ponía a soñar con el cambio de mentalidad del dirigente. Con el correr de los partidos algo pasaba dentro del equipo. Mientras la prensa Nacional extrañada titulaba que por problemas administrativos jugadores de peso abandonaban el club y la prensa local investigaba que pasaba realmente, dentro del camerino los jugadores debían aguantar el mal trato por parte de la dirigencia y la falta de lealtad por parte de algunos de sus mismo compañeros que para congraciarse con los de arriba, comentaban hasta el más mínimo detalle de lo que pasaba. Mal presagio para un equipo de tan magna historia. Con el paso del tiempo Alberto Suarez cansado del maltrato y manoseo también abandonó el equipo, en su reemplazo un argentino que poco conocía el fútbol local y que nunca había dirigido en primera. Marcelo Fuentes tomaba un equipo sin forma, sin jugadores y sin alma. Después de varios compromisos sin obtener buenos resultados el gaucho también abandonó. Carlos Quintero el gerente del club, tomó entonces el mando del equipo mientras terminaba la temporada. Con 15 puntos finalizó esa pobre campaña, una de las peores en su historia. La gente se preocupaba, el equipo no tenía ni siquiera un patrocinador y su presidente, dueño y dirigente se la pasaba de coctel en coctel en la capital de país. Para el segundo semestre nuevamente con gran elocuencia salió el presidente a presentar sus refuerzos prometiendo mantener la categoría. Todo el equipo había sido cambiado, exceptuando extrañamente unos cuantos jugadores que parecían inamovibles e intocables. Flabio Torres llegó para hacerse cargo del equipo y con él jugadores de alta trayectoria y de clase como Germán Centurión, Luis Delgado, Jhon Hurtado, Jhon Montaño, Gustavo Bolivar, Martín Morel y el ecuatoriano Marlon de Jesús Pabón. Pintaba bien el proyecto, Flabio había realizado una excelente campaña con el Pasto y la gente confiaba en su criterio, además los jugadores confiaban en su palabra y manifestaron venir al equipo sólo por Flabio Torres. Pero nuevamente todo salió mal, presionados con la misma consigna de aquel juego ante Fortaleza el presidente, dirigente y dueño entró al camerino después del empate en casa ante Millonarios, con las mismas amenazas y el mismo tono pronunció las palabras mágicas y el equipo se vino abajo. Flabio salió sin recibir el pago por su trabajo junto con su cuerpo técnico, Germán Centurión, Luis Delgado y otros jugadores denunciaron doble contratación y falta de pago, y nuevamente Quintero tomó el equipo que descendió en la fecha 16 contra once Caldas. Ahora bien apartándonos de lo futbolístico, administrativamente el equipo tampoco anda bien, la superintendencia de Sociedades estudia detenidamente cada paso, se espera una penalización por parte de Dimayor por el incumplimiento en el pago de parafiscales, el estadio General Santander está deteriorado y abandonado por parte de la administración municipal y el IMRD que son los encargados de su mantenimiento y adecuación, el equipo fue desalojado de las oficinas que tenían sede en dicho estadio por el no pago de arrendamiento y otros cánones administrativos y ahora parece tendrá que pagar por usar sus instalaciones para cada juego, porque no van a ser más permisivos con su uso. La historia irónicamente terminó como inició, con un equipo en agonía que espera la ayuda salvadora de un empresario y no un mercenario del fútbol. Por: Eduard Lizcano Tamayo // Twitter: @drlizcano
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1. La compra: Llegue con chequera fuerte a un equipo sumido en una gran crisis económica y hable pomposamente de objetivos y gloria. Es lo que los hinchas y periodistas quieren escuchar. 2. Venda drama: Invierta poco pero hágale sentir a la hinchada que el club la necesita, que está en la pelea por ellos y que todo es un sacrificio enorme. A mayor drama, más se demorará la prensa y la hinchada en reaccionar. 3. Divide y vencerás: Asegúrese de que los integrantes del equipo no piensen en ganar; dilate pagos, tenga informantes en el camerino que generen división, excluya a los jugadores que reclamen sus derechos, mantenga en constante zozobra al técnico y asegúrese de que nada de esto sea público con amenazas de vetos tanto a los futbolistas como a los entrenadores. El primer objetivo es descender rápido. 4. No aceptar patrocinios: Una buena forma de asegurar este primer objetivo es evitar tener patrocinio económico externo. Ojo, el respaldo del gobierno local es clave y es importante tener buenos tratos con gobernador y alcalde en un comienzo, pero es fundamental rechazar inicialmente el apoyo de la empresa privada. Que parezca que al equipo lo han dejado a su suerte para aumentar el drama, lo que vinculará aún más a la hinchada y tendrá excelentes resultados económicos a mediano plazo. 5. Apelar al orgullo regional. Consumado el descenso es hora de mostrar la carta económica: si el amado equipo de la ciudad quiere regresar a la A, necesita patrocinio y qué mejor respaldo que el de la empresa privada local. Presione mediáticamente (si es necesario tenga periodistas en nómina- nota: hoy las redes son importantes, tener tuiteros influyentes en nómina también es valioso) y deje claro que se llevará al equipo de la ciudad si no encuentra el respaldo económico necesario. Que la permanencia del equipo en la ciudad se convierta en un motivo de orgullo regional. 6. Paciencia. Mantenga en la B al equipo por el tiempo que sea necesario. Su equipo, a pesar de estar en segunda, para la Dimayor es de primera y recibe la misma plata por derechos de TV que Nacional, Junior, Millonarios, Cali y compañía, y con eso y los eventuales respaldos locales es más que suficiente para pagar una nómina barata en la que de vez en cuando es importante contratar a algún jugador de prestigio. No malgaste. Es fundamental tener paciencia. Aplique el punto 7. 7. Adaptación del punto 3: Asegúrese de que los integrantes del equipo no piensen en ganar: dilate pagos, tenga informantes en el camerino que generen división, excluya a los jugadores que reclamen sus derechos, mantenga en constante zozobra al técnico y asegúrese de que nada de esto sea público con amenazas de vetos tanto a los futbolistas como a los entrenadores. El primer objetivo no es ascender. El objetivo es vender. 8. A cobrar: una vez se sumen frustraciones y comience una campaña en su contra para que venda el equipo, deje claras sus exigencias económicas. El objetivo principal es multiplicar su inversión inicial. Recuerde su lema: "¡El fútbol es y debe ser un negocio!", y en los negocios no hay sentimientos, así que no le deben afectar los insultos en su contra ni las lágrimas de los que visten los colores de su equipo. Si siguió al pie de la letra el 'Método' obtendrá ingresos multimillonarios de parte de inversionistas privados que buscarán figuración política local o seguir sus pasos comprando su porcentaje del club. 9. Tras un tiempo de disfrutar de las ganancias de esa venta, busque un equipo de primera división en crisis económica y reinicie el 'Método' desde el punto 1. ----------- Epílogo: el éxito del Método Cadena está más que garantizado. Siguiendo estos pasos José Augusto Cadena recibió cerca de $11.000 millones en 2012 por el Atlético Bucaramanga, equipo al que había llegado en 2006 por una inversión casi siete veces menor. Con esta cantidad el ejemplar empresario adquirió la mayoría accionaria de Patriotas ese mismo año por sólo $1.700 millones; sin embargo, en el punto 4 las cosas se complicaron pues se iniciaron investigaciones a la compra de sus acciones toda vez que el principal accionista del equipo era la Gobernación de Boyacá, por lo que debió salir de Tunja, eso sí, sin haber perdido un solo céntimo. A pesar de esto, los nobles objetivos de enriquecerse con el negocio del fútbol encontraron una nueva ciudad para desarrollar el 'Método Cadena' y en este momento el mismo va por el punto 5 con excelentes resultados: Cúcuta ya está en la B y los empresarios locales ya están preguntando cuánto hay que pagar para comprar las acciones del visionario. ¿Qué espera para comprar su equipo y mandarlo a la B? Ese es el negocio, socio... En Twitter: @PinoCalad #FueraCadena No más mercenarios, ¡dejen de jugar con nuestra pasión! ----------- Acá podemos ver al autor del 'Método Cadena' disfrutando de los beneficios de ser dirigente de Dimayor en la tribuna del Centenario de Montevideo. Acá podemos ver a Gustavo Bolívar, sonriendo al fotógrafo del diario El Tiempo tras concretarse el descenso del Cúcuta Deportivo en Manizales.
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Creo firmemente en que la principal responsabilidad social del periodismo es la denuncia. Por supuesto, un periodista también debe exaltar lo positivo, debe destacar lo que es ejemplar, lo que le sirve al grupo social al que pertenece, pero como herramienta del poder (y los medios lo son, más al pertenecer en todo el mundo a grandes corporaciones) el periodista tiene un deber casi que sagrado de tratar de enfrentarlo. Por eso en este blog y en mis diferentes columnas siempre encontrarán denuncias contra los malos manejos del poder en el fútbol, contra los dirigentes abusivos con sus empleados, contra los gobernantes que quieren aprovecharse del fútbol para captar votos, contra la presencia de los dineros ilegales en el fútbol, contra los abusos de esa industria cultural llamada fútbol al hincha que no se da cuenta de que es cliente, contra esos vándalos vestidos de hincha que se convierten en el brazo armado e ignorante de esos poderosos... Sin embargo, el post de hoy es un mea culpa: este es un blog de fútbol en el que esporádicamente se habla de otros deportes, pero tristemente debo admitir que con otros deportes no he tenido el rigor y la crítica que tengo con el balompié. Podría alegar que soy un periodista que trabaja en fútbol, pero ese es precisamente mi pecado y el pecado general de la prensa en Colombia. En este país lo que vende es el deporte de patear balones y el periodismo que cubre deportes termina siendo en verdad un periodismo que cubre fútbol, de los otros deportes se habla en coyunturas específicas: triunfos o grandes eventos, y el día a día se le deja a unos cuantos quijotes que tienen los espacios radiales, digitales o de papel (en TV la verdad es muy difícil que se vea eso) para hablar de la cotidianidad de esas otras actividades que mueven a millones de colombianos aunque no vendan tanto como la pelota que alguna vez tuvo pecas. El mejor ejemplo es el ciclismo. La gran prensa está ahí cuando los pedalistas colombianos brillan, cuando tienen posibilidades de figurar en grandes carreras, y los nombres que se busca son los exitosos, los que llamen la atención en un titular. Por eso, por no pararle bolas al día a día del ciclismo, a aquellos que no son las grandes estrellas, fue que dejamos que se nos pasara la vergüenza que pasó con el Team Colombia. El equipo patrocinado por Coldeportes (sí, con nuestros impuestos, lo que hace que el tema sea aún más importante) se acaba después de cuatro años de competición en el que fue cuna de muchos corredores, y lo hace en medio de una polémica que demuestra el abandono de fiscalización de la prensa en general. Lo más triste es que todo lo que ha pasado deja a las claras que de esos 'quijotes' que cubren ciclismo no había nadie detrás del tema, no había nadie capaz de decir algo e, incluso, todo parece indicar que algunos estaban en la nómina del patrón de la escuadra, el italiano Claudio Corti. Vamos por partes. El pasado 10 de septiembre Gustavo Duncan, un prestigioso académico de la Universidad de Los Andes con un muy interesante blog en la web de 'El Tiempo', publicó un post en el que denunciaba los malos manejos en el Team Colombia, los maltratos a los ciclistas por parte de Corti y el hecho de que Héctor Urrego, sin duda el periodista más veterano y prestigioso en el mundo del ciclismo, fuera fiel escudero del italiano, exdirector de un equipo muy famoso como el Barloworld del que salió una figura como Froome (actual campeón del Tour de Francia) pero que terminó acabándose por escándalo de dopaje en los años negros de Armstrong. La columna de Duncan es contundente y puede leerla en este enlace Ahora, lo triste es que 'el profe' Urrego respondió a esta acusación a lo uribista: en vez de articular y argumentar su posición de defensa permanente al proyecto del Team Colombia, desacreditó a Duncan tratándolo de ser un don nadie en el mundo del ciclismo. En este audio puede escuchar la respuesta de Héctor Urrego a la columna de Duncan. Sin embargo, lo que plantea Duncan terminó tomando peso con los días: el presupuesto de Coldeportes para el Team Colombia fue de casi tres millones de euros al año desde 2012 (sí, tres millones de euros de nuestros impuestos, como 9.000 millones de devaluados pesos al año) y no sólo los resultados en particular de los dos últimos años fueron pésimos para un equipo de esa categoría, sino que el objetivo planteado por el director de Coldeportes, Andrés Botero, no se cumplió. Acá hay que ser puntuales, el propio Botero señaló recientemente en una entrevista a la Revista Mundo Clicístico (de Urrego) que el objetivo del Team Colombia era llevar la imagen del país al extranjero, lo que muestra que el plan no era de resultados (un sinsentido cuando le estás metiendo tanta plata al año a algo y más sabiendo que sólo los éxitos deportivos le garantizan a un equipo de ciclismo figurar y el ser invitado a las grandes carreras donde de verdad vale llevar la imagen del país). El punto más complicado de lo que plantea Duncan es el manejo de los ciclistas. Urrego no responde al tema pues Duncan "es un ignorante del ciclismo", pero una autoridad internacional como Georgina Ruiz Sandoval, la famosa 'Goga' que nos abruma con sus conocimientos técnicos y comentarios acertados en las transmisiones de ESPN, relata en su columna de esta semana las indiginantes historias de vida de los ciclistas del Team Colombia: "De nosotros no se entendían sino hasta un día antes de correr alguna prueba. Si comíamos bien o estábamos enfermos a nadie le importaba. Una vez a un compañero lo dejaron tirado en la casa 3 días con temperatura y los demás en carrera. Nadie se preocupaba por la salud de nosotros, el tesoro más grande que tiene un ciclista profesional. Algunos ante la situación delicada de la salud tuvieron que pagar sus gastos médicos y ni qué decir de que se lo rembolsaran. El médico no servía de médico sino de entrenador y cuidar de nuestra nutrición era la última de sus preocupaciones. Como estábamos solos pues había que hacer de todo y cuando regresábamos de entrenar tan cansados la verdad es que no comíamos bien. Además con los pagos retrasados nunca teníamos suficiente dinero para lo básico. Muchas veces nos tocó comer solo arroz y lentejas porque no nos alcanzaba para otra cosa", cita la 'Goga'. Lea acá la columna de Georgina Ruiz Sandoval. Una vergüenza. Ahora hablemos de plata; Coldeportes no puede pagar para el 2016 los casi tres millones de euros por recorte presupuestal (lo que es una delicia, porque si vamos a hablar de plata de Coldeportes hay que hablar de las obras incumplidas de los fallidos Juegos Nacionales de Ibagué y de las obras de los Juegos Bolivarianos de 2017 que obviamente están en pañales y, dada la experiencia, así se pueden quedar), así que para el próximo año ofreció 1.5 millones de euros y Corti dijo no. No, cuando un equipo como Caja Rural tiene un presupuesto de dos millones (y lleva ya 15 victorias esta temporada, como bien señala Duncan) o el Lampre (uno de los siempre presentes en las grandes del ciclismo) tiene un presupuesto de tres millones. Corti dijo no, pues no apareció otro socio que le cumpliera la cuota, lo que es lamentable en términos de gestión, pero sobre todo deportivamente pues se pierde un semillero de talentos. Todo en esta historia es indignante, todo huele mal, todo sabe amargo, pero debo decir que lo que más me duele es que no hubo un solo periodista antes de Duncan (que por cierto, no es periodista) que denunciara lo que estaba pasando en el Team Colombia. ¿Qué pasa con el periodismo que cubre ciclismo? Es lamentable acceder a las cuentas del equipo y encontrarse con un rubro mensual de 20 millones de pesos para "Agencia de Prensa" (ver foto al final); ¿cuál agencia de prensa? ¿a quién va esa plata? ¿Hay periodistas en nómina? Por supuesto, la práctica de llevar periodistas a un evento para que lo cubran y así éste llegue a los medios y así a las grandes audiencias es demasiado vieja y no es exclusiva del ciclismo. Lo hacen todos los gobiernos, los han hecho los equipos de fútbol, lo hacen los patrocinadores de grandes eventos... pero la pregunta es qué tanto puedes ser crítico como periodista cuando tu hotel, tu comida y tu vuelo está siendo pagado por el dueño del evento. Es un dilema ético sensacional al que todos nos tenemos que enfrentar y que todos asumimos de una forma diferente, unos más tristemente que otros. Cuando el periodista se vende por privilegios, por prebendas o simplemente por entrar en la nómina de un patrocinador, la información siempre va a estar cubierta por una niebla que deja ver sólo lo bueno y nunca muestra los defectos, los problemas, lo que puede dañar todo. Se deja de ser periodista para ser oficina de prensa; "agencia de prensa", como dice el documento de abajo. Siento, tristemente, que eso pasó en este caso del Team Colombia: por un lado unos -la mayoría- no prestamos atención por estar en nuestro mundillo particular del fútbol, y por otro los que que cubren ciclismo o no se dieron cuenta de lo que estaba pasando, o simple y vulgarmente no quisieron ver. Espero de verdad que sea lo primero. Anexo: Gastos del Team Colombia; nótese los 20.7 millones para "Agencia de Prensa".
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Parto de la base de que Enrique Camacho es un buen hombre, buen amigo, buen tipo. Lo que me distancia de sus actuaciones como presidente de Millonarios FC son los argumentos a medias, a veces flojos o por lo menos no suficientemente claros. Así me parece y ojalá que esto no sea el argumento para un nuevo bloqueo institucional en twitter si es que llega a saber de estas letras. Mi oposición hacia él no es de índole personal. (Dicho esto, procedo a desarrollar esta entrada)
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El 4 de julio de 2014, en medio de la simpatía de un país y de la "colombianada" que nunca falta (y que en esa ocasión se llamó "Era gol de Yepes"), Mario Alberto jugó su último partido con la Selección Colombia, el más importante en nuestra historia, además, pues fue en cuartos de final de un Mundial, lo más lejos que hemos llegado en el torneo más importante del mundo. Hoy, después de una fallida Copa América y un arranque de eliminatoria a Rusia 2018 que dejó un doloroso 3-0 en Uruguay, no puede ser más evidente que la ausencia de Yepes es el primero de los problemas de una Selección que hoy nos tiene a todos con dolor de camiseta. Claro, es fácil señalar a Pékerman y sus errores (Tabárez le dio un repaso táctico en Montevideo) e inevitable iniciar una lista de jugadores para crucificar y otra con los que hicieron falta, pero lo cierto es que lo visto en el Centenario deja claro que en esta Selección Colombia no hay un líder, alguien que le recuerde a los jugadores qué significa esa camiseta que están vistiendo, y ese era Yepes. Mario Alberto, Faryd Mondragón y Luis Amaranto Perea tuvieron un papel fundamental rumbo a Brasil 2014 al ser el puente generacional entre un técnico que se acerca a los 70 (y que para rematar es argentino, es decir, de otra cultura) y una camada brillante de veinteañeros colombianos amantes del reguetón, el choke y las redes sociales, que durante esa eliminatoria y su respectivo Mundial vivieron su consolidación profesional y pasaron de ser simples jugadores de fútbol a ídolos nacionales y estrellas de contratos multimillonarios. No hay nada más difícil que manejar un camerino. Los egos, las envidias, los reclamos (callados o abiertos) de aquel que siente que merece jugar y no es tenido en cuenta, el "quién es quién", los premios, los contratos publicitarios para unos sí y para otros no... La Selección Colombia enfrentó todo eso entre 2011 y 2014 y salió adelante gracias a la manija que le dio Yepes. ¿Que hay que negociar la repartición de premios por los éxitos que estamos teniendo? Yepes se encarga. ¿Que te crees mucho porque estás figurando en Europa? Yepes ya pasó por ahí, duró diez años en el primer nivel del Viejo Continente y algún consejo te dará. ¿Que vas a maltratar al novato recién llegado que actúa en el fútbol colombiano? Yepes te enseña lo que es el respeto. ¿Que la fama te complica la vida familiar pues llueven las mujeres? Yepes te cuenta cómo mantener una relación estable a pesar del fútbol. ¿Que tienes una oferta y no sabes cómo negociar? Yepes te recomienda cómo evitar a los empresarios ladrones. Yepes. El Capitán. El líder. El tipo que era ídolo de toda esa generación que lo acompañó al Mundial cuando ellos apenas eran prejuveniles que soñaban con ser profesionales, el mismo al que todos respetaban sin importar lo millones que empezaron a ganar o la fama que tenían. La Colombia que llegó a Brasil 2014 tenía los goles de Falcao (incluso logró superar con creces su ausencia en el Mundial), el talento de James y Cuadrado, el corazón de Sánchez, la seguridad de Ospina, el hambre de gloria de un grupo de muy buenos jugadores que se sabía haciendo historia, pero Yepes era la piedra filosofal del proyecto Pékerman, era el encargado de que tanta fama, tanto dinero y tanta gloria no se le subiera a la cabeza al equipo. Y Yepes ya no está. Claro, a los 39 años aún juega con San Lorenzo y está activo, pero tras el Mundial, ejerciendo una vez más su papel de líder para definir los premios de todo el equipo, no se le ha vuelto a convocar y el tema camerino empezó a complicarse. De entrada tenemos el episodio en la Copa América en el que James, Zúñiga y Armero protagonizaron un encontrón. El tema nunca se hizo público, pero la solución de Pékerman fue apostarle a su estrella y, tras el fracaso en Chile, ninguno de los dos laterales volvió a ser convocado (su nivel, además, facilita la decisión del entrenador). Pero a eso sumémosle la falta de mando en el campo. Cuando las cosas se complicaron en la Copa no hubo quién ordenara, quien impulsara anímicamente, quién hiciera salir ese "algo más" que todo futbolista lleva. Falcao, el primer heredero de la banda que por años llevó Yepes, fue un entusiasta motivador (verlo abrazando a los que fallaron los penales contra Argentina lo demuestra) pero un capitán no puede ser sólo un buen tipo, tiene que ser el "mandacallar", al que le pides consejo, al que le haces caso, el que te da seguridad como persona y como futbolista... y ahí toca preguntarse, ¿a quién le hacen caso hoy los jugadores de la Selección? James ha sido capitán y su liderazgo está entronado en su talento y prestigio internacional, pero la estrella del equipo no es necesariamente su líder (pregúntenle a Messi, es más, al mismo Falcao), menos a esa edad. Ospina tiene influencia en el camerino pero no voz de mando y Guarín, un "patrón" nato que es capitán del Inter de Milán, en estos dos partidos nos quedó debiendo pues es evidente que nunca se ha sentido el capo de la Selección, y sin confianza no hay capitán. ¿Carlos Sánchez? Lo diré una y mil veces, cuando sea grande quiero ser como el hoy volante del Aston Villa, pero ser el hombre fuerte del equipo en la cancha no te convierte en el hombre fuerte fuera de ella. Eso se gana con experiencia, con años, con una palabra mágica llamada respeto. Deportivamente Yepes es reemplazable: Jeison Murillo, por más que tuviera un partido flojo en Montevideo, es el llamado a ser el nuevo comandante de la defensa. Pero capitán no hay. Al menos hoy. Y aunque algunos veteranos periodistas a quienes respeto digan que les importa muy poquito quién sea el dueño de la banda en la Selección, no se trata sólo de una cinta en el brazo, se trata de manejar un camerino, de recordarle constantemente a un puñado de veinteañeros multimillonarios acosados por los contratos publicitarios, por las ofertas de clubes grandes, por el impacto mediático, que todo eso queda a un lado cuando se ponen la camiseta de la Selección Colombia pues se están poniendo la bandera del país. No hay grandes equipos sin grandes líderes y el nuestro tiene un montón de magníficos jugadores, pero hoy no tiene capitán. Y sin capitán se hunde hasta el mejor barco. En Twitter: @PinoCalad
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La histórica actuación de Colombia en el Mundial fue hace poco más de un año. Repito: fue hace más de 365 días. Eso ya es historia patria, es pasado concluso. El agradecimiento es eterno, sí, totalmente. Pero esto es fútbol. Esto no es Barbie con Kent, el juego de "mamacitas" o un kit de Hello Kitty. Acá el romanticismo tiene cabida cuando merece esa cabida y la realidad indica que hoy no estamos para ternuras. Es fútbol, repito, y para quiénes lo hemos jugado, esto merece crítica respetuosa y un fuerte llamado al orden, casi que con el rejo en la mano a ver si el infractor de faltas recompone su camino. Así que si usted, querido lector, es de los que no permite que le digan nada de Pékerman, Falcao y demás porque los va a amar por siempre pase lo que pase, lo invito a no leer esto. Y lo invito a dejar el fútbol como su deporte. Lo suyo: son las novelas rosa en donde todo es lindo. Esto, acá, es fútbol. Nada le salió a Colombia, nada le salió a Pékerman, nada le salió a los jugadores, ni al aguatero o al utilero, nada. Todo fue un: DESASTRE. ¿Y al frente? Uruguay en Montevideo. Y recalco lo de Montevideo porque este equipo es una cosa en Islandia y otra muy distinta en la capital de su país. Allá son unas fieras así pongan en el campo su categoría Pony Fútbol (y pensar que acá más de uno pedía una victoria fija de Colombia ante las ausencias de algunas estrellas charrúas. ¡Ay Dios! Ellos en un solo pie son peligrosos). Y fueron fieras y nos clavaron tres y nos dieron un repaso de fútbol con baile incluido. Pékerman muestra improvisación. Con dos laterales que no son eficientes marcando, Fabra es un buen lateral, flojo como marcador. Arias, en su presente, ni en lo uno ni en lo otro. Los centrales, que al menos mostraban seguridad, ayer fueron la sede de un banco de Soacha: inseguros. En el gol de Godín el uruguayo hizo lo que le dio la gana con Zapata. En la mitad no hay nada, perdón, sí hay: hay desorden. Sánchez solo recuperando el balón con dos aliados de "peso": Guarín y Cardona. Rescato a Cardona que al menos le metió ganas y corrió. Pero lo de Guarín es penoso. Tiene más nalga que Celia Cruz, no tiene sacrificio y está pesado. No son los llamados a marcar. Se debe jugar con un doble cinco con Mejía o Cuéllar, o el que sea que marque de verdad y le de la mano a Sánchez (uno de los pocos que rescato de la hecatombe) ¿Cuadrado? Nada de nada. Ni la sombra, incluso se deja marcar por su propia sombra. Gira en su propio eje, da más vueltas que un mensajero necesitado de dinero y no es efectivo. Bien expulsado, tendrá su tiempo para meditar y preguntarse:¿Dónde está el verdadero Cuadrado, el de antaño? Los circuitos de ataque no conectan. Llegamos atropellados a tres cuartos de cancha y no se ven paredes, sociedades, se ven ganas, y a punta de ganas, si no hay conceptos ofensivos, todo se queda en sudor insulso. ¿Y los cambios? Ahí si fue un pogo el que armó Pekerman y sus 5, 4,6,7 o no sé cuántos asistentes ¡Macnelly de volante de marca! ¡Falcao a salvar un buque cuando él olvidó qué es un buque (lleva ya muchas oportunidades y seguimos esperando)! Y Castillo (¿Quién es Castillo?) entra a que le saquen amarilla y le hagan un túnel del tamaño del de La Línea, nada más. Al final, nos golearon, nos repasaron, nos bailaron y todo con justicia. Por el mérito de Uruguay y por el caos nuestro. Se viene noviembre con Chile y Argentina. Acá yo no pido descabezados ni nada de eso. Pido que rectifiquen, que justifiquen sus millonarios sueldos, que trabajen y que apaguen este caos que viene desde la Copa América. Hoy, literalmente, no tenemos fútbol. Hay material, lo sabemos de sobra. Entonces: ¡A trabajar! A dejar la soberbia, a oír consejos y a recomponer el camino. Capítulo aparte para el tema Jackson Martínez: es todo un señor. Un tipo que se aguanta ese manoseo, esa falta de respeto, merece el Nobel de Paz. Tenía que jugar ayer. Otro ejemplo más del caos (y repito de nuevo esta palabra) en el que estamos. Recuerden: esto es fútbol, no Hello Kitty. No es momento de mimar lo que no merece mimos. Seguir a @poterios
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Gol Caracol
Se jugó a tirar centros que llegaban al área de un equipo que todo lo ganaba por arriba. Sí, a un Uruguay que ha hecho historia en el juego aéreo. Un sinsentido del combinado patrio que a la mayoría dejó con sabor amargo. Ese primer tiempo no fue sino la alegría charrúa que no sufría en defensa y gustaba, a diferencia de una última línea tricolor que se tornaba totalmente expuesta y fallaba. Parecía que algo no estaba bien con Sánchez, faltaba alguien que sacara al equipo y recuperara la pelota. ¡Carajo! 'La Roca' necesitaba un compañero que corriera esa cancha tanto como él; para unos era Alexander Mejía, para otros Cuéllar y para unos tantos más Abel Aguilar fue quien se hizo extrañar e, incluso, se apuntó que el partido con él hubiera sido algo muy distinto. Es que nos faltó un volante ideal, un doble ‘5’ que hiciera la diferencia, un primer pase limpio. El partido ya estaba mal, en vez de modificar la estrategia de juego -hay un Cardona que funciona mejor de media punta-, se buscan soluciones en la banca y es ahí cuando comienza la falta de conexión entre líneas que, a la hora de la verdad, ya estaba. Entra un Macnelly que se necesita en conexión con los delanteros, que juegue cerca del área… Pero señor, ¡del área contraria, reparta balones por favor! Luego vemos un Cuadrado que deambula como alma en pena, y que no acierta ni una. “¿Juan Guillermo estás ahí?”. Entonces, lo triste no es que la Selección Colombia hace 42 años no gane en el Centenario, lo triste es esa paupérrima forma de perder. Ahora, ¿alguien me cuenta algo de Castillo? Sí, puede que sea un gran talento, pero el partido era contra la ‘Garra Charrúa’, era un partido de jerarquía, y hacer vitrinas a la MLS no fue lo más acertado. Algunos jugadores sin alma, perdidos, y con un montón de egos. Una tarjeta roja que más de un colombiano no sabe si agradecer o no. Un Falcao al que queremos volver a ver con gol y recuperado de una vez por todas, pero no en un partido donde la calidad de los centrales uruguayos está fuera de órbita. Sí señores, era un partido para que un Jackson entrara, porque nada más y nada menos entrena con Godín y Giménez en el Atlético de Madrid, puede marcarlo perfectamente en el área, puede anticipar sus movimientos y, además, es alto, fuerte y cabecea. 'Chachachá', tu debías bailar ésta, pero Pékerman no te quiere como pareja de baile. Como siempre se ha dicho, “en juego largo hay desquite” y Jackson, Pékerman y la Selección tendrán el suyo... por ahora no crucifiquemos a nadie, confiemos en la 'tricolor' y culpemos al martes 13. Por: Ana María Martínez Henao // Twitter: @AnitaMarHe
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Gol Caracol
42 años han pasado desde la única victoria de Colombia ante Uruguay en suelo charrúa. Hasta aquí sólo una vez Colombia logró derrotar a Uruguay en grama del Centenario, el hecho ocurrió el 5 de julio de 1973 cuando se impuso 1-0 con anotación de Willington Ortiz. Desde entonces la tricolor ha cosechado 4 empates y 7 derrotas en todos los duelos, entre amistosos, eliminatorios y de Copa América que jugó en suelo uruguayo. De hecho la selección Colombia no gana un partido en Uruguay desde la edición de la Copa América de 1995 cuando derrotó en la lucha por el tercer lugar del certamen en Maldonado 4-1 a los Estados Unidos, con anotaciones de Luis Quiñones, Valderrama, Rincón y Faustino Asprilla. El dato por romper: La selección Colombia jamás logró cosechar dos victorias en sus dos primeras presentaciones en rondas eliminatorias a un Mundial. Por eso Pekerman y sus muchachos van por una nueva marca que registre el mejor inicio de Colombia en unas eliminatorias al mundial. Los enfrentamientos: Los duelos entre estos rivales han dejado un saldo de 40 partidos con un balance de 12 victorias de Colombia contra las 19 de los charrúas, 9 de ellos terminaron en igualdad, los uruguayos marcaron 56 goles y los cafeteros reportaron 45 dianas en este duelo. Por Eliminatorias será el partido 16 entre ambos, hasta el momento el saldo es de 6 victorias de Uruguay, 5 de Colombia y 5 igualdades. Los cafeteros marcaron 23 goles y los celestes 18. Desde la ronda clasificatoria al Mundial de Sudáfrica, Colombia no logra marcar en suelo uruguayo por Eliminatorias, el último en hacerlo fue Jackson Martinez. Por: Javier Atencia Escudero / Twitter: @jatenciasports
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Gol Caracol
A los 35 minutos de la primera parte, Juan Guillermo Cuadrado levantaba la esférica desde el banderín de oriental, para que Cristian Zapata marcara la ruta hacia la primera anotación colombiana, entregándole un pase certero y preciso a el que suele aparecer en los momentos justos y oportunos, el del barrio La Chinita: Teófilo Antonio Gutiérrez Roncancio En un partido complicado para la Selección Colombia, la habilidad técnica –y mental- del exJunior fue fundamental a la hora de resolver los acertijos que se producían en el gramado del Metropolitano, frente a un rival aguerrido y duro, sobre todo en el segundo tiempo, como Perú. Durante gran parte del compromiso, Gutiérrez hizo de la banda izquierda colombiana un oasis de constantes aproximaciones hacia el arco peruano. Esto fue alimentado, gracias a las permanentes asociaciones con la ramificación Fabra (elemento destacado en su primer juego por Eliminatorias)- Cardona (autor del segundo tanto); quienes intensificaron la tarea de incomodar a la zaga ‘inca’ y generar situaciones de peligro. Llegado a este punto, es pertinente –a consideración particular- señalar que el barranquillero se ha convertido en pieza fundamental del seleccionador nacional, José Néstor Pékerman, aportando –además de goles- finura y calidad futbolística al juego del equipo. Y es así, en primer lugar, porque Teófilo Gutiérrez cuenta con dos características supremamente importantes para ser considerado seriamente por el colombo-argentino: inteligencia y capacidad técnica. Estas dos cualidades, vitales en la idea de juego de Pékerman, posicionan al delantero del Sporting de Lisboa como carta esperanzadora de Colombia. A raíz de lo anterior, y cuando se lo propone, el exgoleador del Barranquilla FC potencia su capacidad y ductilidad con el balón para beneficio de la Selección; reflejando ser un delantero que, aparte de registrarse en materia de goles, muestra sapiencia con la pelota e inteligencia para ubicarse a lo largo y ancho de la cancha. Todo esto, apuntando a la versatilidad que ha representado el delantero de ‘La Arenosa’, quien se ha retrasado –incluso- jugando como un media punta, pívot o estando en la línea de volantes de gestación. Siendo así, Teófilo ha demostrado ser un jugador con impresionantes habilidades para realizar desplantes y desmarques a sus rivales, mejorando su ubicación en el área y, así, estar presto para anotar en el arco rival, como lo hizo ayer en su primera casa futbolística (El Metropolitano) ante Perú. Por último, es menester recalcar lo imprescindible que es el barranquillero para la ‘tricolor’ (a pesar de ser considerado como un deportista polémico), donde su capacidad de entendimiento frente a sus compañeros es sinónimo de armonía en el campo, y resulta dichoso para cualquier entrenador contar con este talentoso futbolista. Por: Andrés Romero Álvarez // Nos leemos en @anferome