Este viernes arranca en el Stade de France el Mundial de rugby con un duelo entre la anfitriona Francia y el equipo más icónico de este deporte, los All Blacks neozelandeses... un partido que podría repetirse el próximo 28 de octubre en el mismo escenario, fecha prevista para la gran final.
Todos los elementos se reúnen para que haya la mejor presentación posible para la décima edición del Mundial de rugby: un estadio imponente y lleno hasta la bandera, dos aspirantes al trono y un dispositivo de organización que debe servir de ensayo general para los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París en menos de un año.
Si bien el resultado del encuentro no debe ser decisivo para el devenir del torneo, ya que las dos primeras plazas del grupo A parecen destinadas para Bleus y All Blacks (en una llave que completan Uruguay, Italia y Namibia), el orgullo ,el honor y el prestigio son elementos siempre presentes en cualquier contienda con un balón oval.
El XV del Gallo está ante una ocasión histórica: ganar su primer título mundial y hacerlo además en casa. Los hombres de Fabien Galthié llevan preparándose para el evento desde hace años y solo la lesión reciente de Romain Ntamack, una de las estrellas de los Bleus, puede haber enfriado un poco las expectativas.
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Jalibert por Ntamack
Matthieu Jalibert será el encargado de ocupar el puesto de apertura, haciendo pareja con Antoine Dupont, llamado a ser el líder de unos franceses ambiciosos.
Pero ojo, solo en una de las tres ocasiones anteriores en las que el Mundial pisó suelo galo (en 1991, 1997 y 2007, siempre como coorganizador del torneo junto a sus vecinos británicos), Francia alcanzó la final.
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Fue en la edición de 1999, cuya final se jugó en Cardiff y Francia cayó ante Australia por 35-12.
Y en la única edición que el título se jugó en el Stade de France, los Bleus se quedaron a las puertas de la final, perdiendo ante Inglaterra en semifinales en 2007.
"Todo el mundo quiere vernos levantar la copa. Es lo que nos motiva, pero hay que centrarse en lo que llevamos haciendo desde hace cuatro años, manteniendo la ambición. Logramos no 'comernos' demasiado la cabeza, pero estamos ante una gran competencia y con un gran entusiasmo alrededor", comentó Dupont en la previa.
El medio scrum admitió no obstante que el equipo francés soporta un gran peso. "Necesitamos transformar toda esa energía positiva que se deriva de la presión, apoyándonos en nuestro público y con la confianza que hemos creado estos últimos años", añadió.
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Frente a los Bleus estarán los famosos All Blacks; siempre temibles, pero algo menos en los dos últimos años, perdiendo ante la misma Francia y en casa frente a Irlanda (que además les ha desbancado del número 1 del ranking) y Argentina, un hito histórico para Los Pumas (25-18).
Menos temibles
Pese a estos traspiés, los jugadores hicieron piña alrededor del cuestionado seleccionador Ian Foster y 2023 significó una recuperación, con once partidos consecutivos sin perder y un nuevo título del Rugby Championship que hubieran dado de nuevo a los All Blacks el estatuto de grandes favoritos de no ser por la derrota contra Sudáfrica por 35-7 en el último partido de preparación mundialista, a finales de agosto en Londres.
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Para el partido contra los galos, además, Nueva Zelanda, país en el que le rugby es una religión, tendrá varias bajas importantes. A las ya conocidas de Brodie Retallick y Shannon Frizell se han unido en las últimas horas las de Jordie Barrett (si estarán en el XV inicial sus hermanos Beauden y Scott) y el wing Emoni Naraewa, que se perderá el torneo por problemas en la espalda.
Los All Blacks aspiran a aislarse de todo y dedicarse a lo que mejor saben: jugar al rugby. "Este grupo está muy motivado; no me preocupan demasiado los comentarios (externos). El partido (contra Francia) va a ser muy importante y no creo que el grupo necesite mucho más para mentalizarse", declaró el capitán Sam Cane.