Mbappé llamaba a la puerta de Pelé. El referente estaba en todas las cabezas cuando el francés postulaba a conseguir su segundo Mundial con menos de 24 años, una gesta que solo figura en el currículum e "O Rei".
El parisiense se aferró hasta el último suspiro en conseguirlo, logró el segundo triplete en la historia de los Mundiales y acabó como máximo goleador del torneo con 8 dianas, el número más elevado desde que Ronaldo lograra esa cifra hace 20 años.
Pero en el rostro del jugador del PSG se reflejaba la decepción que engloba haber quedado apeado de la gloria, que esta vez le arrebató el argentino Lionel Messi, que tenía su propia cuanta que saldar con Diego Maradona. En el duelo de leyendas tocó perder a Mbappé, pese a que buscó llevárselo con la fe que durante 80 minutos le faltó a su equipo y que él enderezó en uno, el 80, con un penalti y una volea acrobática que llevaba al duelo a al prórroga.
De nuevo a tierra con otro mazazo de Messi en la prórroga, volvió a liderar a su equipo para empatar, de nuevo de penalti, y forzar los penaltis.
Publicidad
Mbappé hizo lo que Francia no pudo, pero no pudo hacer todo. Hasta "O Rei" tuvo algún borrón en su espléndida carrera. Ni el abrazo del presidente francés, Emmanuel Macron, que muchos aseguran que presionó para que se quedara en el PSG, fue suficiente para consolarle.
Logró el segundo triplete en una final de un Mundial, tras el conseguido en 1966 por el inglés Geoffrey Hurst contra Alemania.
Publicidad
El francés posó serio con la bota de oro de máximo goleador del Mundial, molesto casi con recoger una recompensa que no colma su ambición, pocos minutos antes de que Messi recogiera el trofeo que le designa como mejor jugador del Mundial, el que el francés quería para sí, el que le colocaba en la estela de Pelé.
El brasileño tenía 17 años cuando ganó en 1958 su primer Mundial. Era el jugador más joven que disputaba la competición planetaria que, por entonces, buscaba una notoriedad que ahora le sobra.
Desde entonces, pocos han aspirado a seguir los pasos del "Rei", que sin embargo desde la cama del hospital donde se recupera de su enfermedad, a sus 82 años, debió seguir la final y, sobre todo, las gestas de Mbappé.
El francés se ha marcado como meta sentarse a la diestra del monarca. Con todas las dificultades que supone comparar épocas, las mismas que nublan los paralelismos entre Lionel Messi y Diego Maradona, Mbappé transita por la estela que dejó en la historia el brasileño.
Publicidad
Cuando en 2018 Mbappé se convirtió en el goleador más joven en marcar en la final de un Mundial desde que lo hiciera Pelé en 1958, empezó a mirarse en el espejo de "O Rei". Con disimulada modestia el francés aseguró que "O Rei siempre será el rey" y Pelé respondió con tono de broma: "Si Kylian sigue así voy a tener que desempolvar mis botas".
La admiración es mutua. Unidos por el patrocinio de la misma marca de relojes, ambos posaron juntos para los fotógrafos hace tres años en un lujos salón de un hotel parisino, en el que mostraron una gran complicidad.
Publicidad
Entre abrazos, Pelé le dijo a Mbappé que tiene "un estilo brasileño" mientras el francés reconocía que el brasileño siempre fue "un icono" para él.
No se ha prodigado en palabras el astro del PSG desde su llegada a Catar. Con prisa acudió un día a los micrófonos después de que la FIFA le diera dos avisos. Pero de lo poco que dijo fue que no quería que nada le perturbara su preparación y que este era "su" Mundial.
Y estuvo a punto de conseguirlo. Le faltó que Francia rematara la remontada que él urdió, las dos remontadas, mejor dicho, para que la historia se escribiera con otras palabras.
A dos días de cumplir los 24 años, Mbappé ha visto como su minuto brillante no evitó su triplete más doloroso. En el camino hacia la leyenda, hacia el astro Pelé, el francés sufrió un revés que tendrá que digerir. La gloria quería esta noche encumbrar a Messi. Mbappé tendrá que esperar.
Publicidad