Los noticieros abrieron sus emisiones de día, tarde y noche con una posibilidad memorable. Los periódicos hicieron lo propio. Todos hablamos de lo mismo por unos cuantos días, de la lección que pudo darle Millonarios a un país, pero esto ya se quedó como una de sus peores anécdotas. Ahora toca hablar tristemente en pasado. El ruido de la noticia se esfumó y no se hizo realidad el acto de mayor grandeza que pudo tener Millonarios en el último tiempo, es decir, devolver simbólicamente dos estrellas manchadas por el narcotráfico, en 1987 y 1988. Los hinchas, iracundos, prefirieron maltratar al presidente Felipe Gaitán, responsable de dar a conocer a los medios la información que para entonces ni siquiera era una verdadera iniciativa. Pero la rabia, atizada por la pena del 8-0 ante Real Madrid, no permitió el análisis e impidió germinar una idea sana y benéfica para el fútbol colombiano, así haya estado mal planeada. Furiosos los hinchas, reitero, se quejaron y reclamaron sus conquistas. Igual hicieron jugadores campeones (algunos en pésimo tono) y otros miembros de otros equipos que también se vieron inmersos en la mancha negra de la droga y la plata fácil de los ochenta. Y lo hicieron hasta con razón, por defender y no perder lo que consideran suyo, o sea, trofeos ganados en franca lid, según juraron. Pero lo que jamás vieron los involucrados es que aquel gesto hubiera demostrado la grandeza moral a la que puede aspirar Millonarios: una capacidad casi inverosímil de reconocer errores, perdonar, priorizar valores y seguir adelante desde un nuevo comienzo. Quitarse voluntariamente esas dos 'narcoestrellas' hubiera sido un renacer, una lección absoluta, tajante, de honestidad. Y Millonarios no hubiera perdido nada en realidad porque es igual con 11 ó 13 estrellas, ¿no? Es difícil creer que la gente se satisfaga con tan poco y se convenza de que dos títulos locales representan el linaje del cuadro azul. Millonarios, acorralado por una presión insulsa, no quiso pasar al final de cuentas a un nivel superior, a uno que no es cuantificable en guarismos sino en enseñanzas. Una lástima. Y ya nada de eso importa, ya pasó el momento. Pasó la goleada en España, la risita política de Noemí Sanín ante semejante vergüenza deportiva y una idea que se perdió porque esta sociedad está malacostumbrada y carece de principios. Importa ganar a como dé lugar y ese sí que es un maldito problema para poder cambiar de pensamiento. La historia reseñada fue una de las peores anécdotas para Millonarios, por lo que representó y no pudo ser. De ahora en adelante, en cambio, “La hinchada será garante de que nunca jamás habrá dineros oscuros en nuestra gran institución”, según decía por ahí un paupérrimo comunicado. Al tiempo la Junta Directiva informó su decisión: “No devolver las estrellas de los campeonatos ganados por Millonarios”. En uno de esos chistes que van y vienen sin más intención que molestar, les pregunto por estos días a mis amigos de Millonarios si no les da pena decir ahora que tienen 13 estrellas, a sabiendas que alguna vez, en el pasado, quisieron quitarse dos por mal habidas. Con razón, creo, ellos me contestan que no, porque otros también hicieron lo mismo y no se van a quitar nada que ilumine el escudo. Ahora son líderes y van con todo por la 14, me recuerdan. Ese es el fin del cuento. El torneo colombiano, tras las Eliminatorias, volvió a empezar. Seguir a @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:44 p. m.