Tan popular como Johan Cruyff y Marco van Basten, Max Verstappen, que busca el domingo en Abu Dabi su primer título de campeón del mundo de Fórmula 1, es objeto de culto en su país, Países Bajos, donde su nombre se ha convertido en una próspera marca.
"Nunca vi a un deportista de un deporte individual tan popular en nuestro país", asegura Erik van Haren, que cubre la Fórmula 1 para el diario De Telegraaf.
"Antes de él, (la F1) era el tercer deporte después del fútbol y el patinaje de velocidad. Ahora es el segundo, muy cerca del fútbol", estima, por su parte, Joe van Burik, periodista holandés especializado en deportes del motor.
Desde 1950, una quincena de pilotos holandeses habían llegado a la Fórmula 1, pero ninguno de ellos había subido al podio antes de un tal Jos... Verstappen, padre del nuevo campeón del mundo, en dos ocasiones en 1994. Y, por supuesto, ninguno de ellos ganó una carrera antes de que lo hiciese un jovencísimo Max por primera vez en 2016.
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Fue en la época de 'Jos the Boss' cuando Holanda comenzó a interesarse por la disciplina reina del automovilismo. Para Van Burik fue el "efecto Verstappen 1.0".
"Fue gracias a mi padre que los aficionados comenzaron a seguirme", considera también el piloto de Red Bull, interrogado por la AFP en 2019. "Ellos le siguieron a él y ellos mismos o sus hijos comenzaron a interesarse automáticamente por mí".
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- Carácter típico holandés -
"Yo debía tener en aquella época el mayor club de fans", confirmó Jos al podcast de la Fórmula 1. "Hubo un gran interés mediático, pero nada comparable con lo que pasa con Max".
Su pedigrí y su palmarés contribuyen a ello, pero no son lo único. Su aparición coincidiendo con un periodo muy difícil para la selección de fútbol y su personalidad "franca y directa, típica de los holandeses" explican también esta popularidad, según Arjan Schouten, periodista del diario Algemeen Dagblad.
"Max ha puesto a nuestro país en el mapa", declaró Marius, un aficionado de 32 años que asistió el pasado mes de septiembre al Gran Premio de Países Bajos. "Los holandeses son aficionados muy activos, pero con él es aún más fuerte", añadió entonces Layla, 20 años.
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Difícil, en efecto, de no ver a sus fans en los circuitos en cada carrera, vestidos de naranja y particularmente ruidosos. Algo que se repite en todos los Grandes Premios. "El resto de pilotos me dicen a veces que es una locura el número de holandeses que vienen", sonríe el interesado.
Hay que reconocer que cuentan con una ventaja: la agencia de viajes 'Max Verstappen Official Travel', que les permite apoyarle en una tribuna reservada en varias carreras cada año, cuando en la mayoría de sus rivales eso solo sucede cuando corren en casa.
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La marca Verstappen está particularmente bien gestionada por su entorno, empezando por su padre y por su mánager Raymond Vermeulen.
- Reclamo publicitario "mundial" -
"Ya éramos muy activos en todo lo relacionado con el 'merchandising' y las actividades del 'fan club' (en la época de Jos). Hemos continuado con Max, aunque por supuesto a una escala completamente diferente", explica Vermeulen.
Otro punto fuerte de este negocio es la tienda oficial de Max Verstappen en Swalmen, en el sur de Países Bajos, de donde procede la familia. "Siempre he querido un espacio en el que exponer algunas de mis combinaciones, mis cascos, mis trofeos... Creo que a la gente le gusta. No solo vienen para comprar, sino también para mirar", asegura Max.
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Un poco en broma, pero también una señal de su olfato para los negocios, el piloto de 24 años advirtió que el próximo año correrá con el N.1 que distingue al campeón del mundo en lugar de hacerlo que su habitual N.33, contrariamente a su rival Lewis Hamilton, que ha mantenido el 44 pese a ser campeón en los últimos años.
"¿Cuántas veces se tiene esta oportunidad?", se pregunta sobre la posibilidad de correr con el N.1. "Y también es bueno para el 'merchandising'", añade sacando su lado más empresarial.
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Max, cuyo salario -uno de los más altos de la parrilla- se estima en unos 25 millones de dólares (21 millones de euros) en 2020, puede contar también con ingresos procedentes de diversos contratos personales de patrocinadores en Países Bajos.
"Está por todos sitios en la publicidad", constata Rosan, 18 años. El piloto tiene contratos con los supermercados Jumbo, con el grupo de telecomunicaciones Ziggo, con la marca de ropa G-Star RAW, con el editor de programas informáticos Exact y con el vendedor de vehículos de ocasión CarNext.com.
"Y ahora comienza a ir más allá de Países Bajos", asegura Vermeulen, convencido de que Verstappen se convertirá en un producto "mundial". "Visto su crecimiento como piloto y deportista, lo mejor está por llegar".