Hace poco más de un año el Juventus tomaba una decisión revolucionaria para su historia al destituir a Massimiliano Allegri, símbolo de un fútbol sólido y práctico, para apostar por el "buen juego" de Maurizio Sarri. Un proyecto que, sin embargo, nunca funcionó y que llegó a su fin este sábado con la destitución del técnico tras el fracaso en los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Lyon.
Una Serie A ganada, la novena consecutiva para el Juventus , una eliminación en octavos de "Champions" y unas finales perdidas en la Copa Italia y en la Supercopa italiana son el balance de la temporada de Sarri, algo que, unido a unas prestaciones nunca brillantes, no fue considerado suficiente por la directiva.
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El presidente del club, Andrea Agnelli, había dado señales claras en la noche de este viernes, al reconocer que se reuniría con sus colaboradores para hacer el balance de una temporada "agridulce", en la que el objetivo de ganar la Liga de Campeones no se ha "cumplido".
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Agnelli dijo que se reuniría en los "próximos días", pero fueron suficientes pocas horas para llegar a la decisión de cambiar de guía técnica.
"Juventus comunica que Maurizio Sarri ha sido destituido como técnico del primer equipo . El club desea agradecer al técnico por haber escrito una nueva página de la historia 'bianconera' con la victoria del noveno título consecutivo, lo que coronó un camino personal que le llevó a escalar todas las categorías del fútbol italiano", fue el comunicado publicado pasadas las 14.00 italianas del sábado.
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Y es que el principal límite de la gestión de Sarri fue la falta de afinidad con su plantilla. La tradición centenaria del Juventus, club acostumbrado a dominar en Italia con un fútbol sólido y práctico, poco atractivo pero eficaz, pudo con él. Fue un fracaso.
Todo ello convertía el trabajo de Sarri en un desafío enorme. Llegó a un vestuario que llevaba años dominando en Italia y que también había alcanzado dos finales de la Liga de Campeones, ambas perdidas (2015 y 2017) con el fútbol organizado y concreto de Allegri.
Intentó aportar sus ideas de fútbol más atractivo, más ofensivo y basado en la posesión del balón, con las que brilló en el Nápoles y con las que llevó al Chelsea inglés a conquistar la Liga Europa el año pasado.
Pero en Juventus la historia fue distinta . Nunca hubo la chispa necesaria para lanzar un proyecto de juego creíble. Su equipo perdió la solidez defensiva que ostentaba en el pasado sin brillar en ataque.
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Por primera vez en más de diez años, el campeón de Italia no lucía la mejor defensa del torneo, sino encajó 43 goles, más que uno por partido, mientras que el curso anterior, con Allegri, solo fueron 30 las dianas recibidas.
Y si durante la temporada los futbolistas juventinos se limitaban a pedir más tiempo para poder asimilar las ideas de Sarri, tras el fracaso europeo de este viernes el bosnio Miralem Pjanic resumió la posición del vestuario.
"Los últimos meses no han sido como pensaba, no sé por qué. Este año teníamos dificultad, se vio. Este año jugamos un fútbol distinto, pero es necesario tiempo para aprenderlo. Por cómo jugábamos antes parecía simple ganar", reconoció Pjanic, que cerró el viernes su etapa en el Juventus y que jugará en el Barcelona en la próxima temporada.
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Unas dificultades que culminaron con la eliminación en octavos de final, un fracaso deportivo y económico para un club que invirtió hace dos años 117 millones de euros para fichar al portugués Cristiano Ronaldo y que el curso pasado pagó 80 millones al Ajax por el holandés Matthijs De Ligt, entre otras incorporaciones millonarias.
Cristiano intentó cambiar el destino con un tremendo doblete al Lyon , pero esta vez no pudo matizar una temporada amarga para el club y para Sarri, que se despidió la oportunidad de su vida.
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