Con un auténtico golazo, tal vez el mejor de los últimos meses en la Premier League, Demarai Gray amargó al Manchester City, que empató 1-1 ante el Everton, vio comprometida su persecución al Arsenal y se quedó sin otro día de celebración para Haaland, autor de su enésimo tanto en el campeonato.
Sólo una acción como la que protagonizó Gray a falta de media hora para el final podía oscurecer otro gol de Haaland, que de nuevo se apuntó a su cita con el gol. Sus números no son terrestres. Frente al equipo dirigido por Frank Lampard, sumó su número 21 en 18 jornadas. En total, acumula 26 en partidos oficiales. Cifras brutales que intuyen un futuro récord descomunal en Inglaterra. Sin embargo, en esta ocasión su acierto no dio tres puntos al City.
Este sábado el noruego comenzó a masticar su voracidad desde los primeros segundos. Provocar a un depredador no es una cierto y eso no lo entendió Ben Godfrey, que en la primera jugada del partido se pasó de revoluciones y atacó el tobillo derecho del noruego sin piedad. Haaland, tumbado en el suelo dolido, silenció por unos segundos a su hinchada, que respiró cuando se levantó para reanudar el choque.
Esa acción no pasó desapercibida para Haaland, que comenzó su cruzada personal contra Godfrey y, sobreexcitado durante toda la primera parte, convirtió casi cada acción en una cruzada personal contra el central del Everton. Cada acción ganada, la celebraba en su cara. Y, su tanto, como no podía ser menos, se lo gritó en la cara a Godfrey.
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Éste llegó pasados los veinte minutos, después de una gran jugada de Riyad Mahrez. El medio argelino sentó con un quiebro espectacular a Vitali Mykolenko tras el que cedió la pelota a Haaland, que desde el punto de penalti, y con un derechazo certero, no perdonó y sació su sed de venganza. Excesivo en todo, después, aún demasiado excitado, recibió una tarjeta amarilla que pudo ser roja por un entradón sobre Mykolenko.
Probablemente, Pep Guardiola tuvo que calmar a su delantero en el descanso. En la reanudación salió menos tenso. No había motivos para complicar con un disgusto un choque que controlaba totalmente el Manchester City, que saltó al terreno de juego sólo con una novedad respecto a su anterior victoria frente al Leeds: Ilkai Gündogan vio el choque desde el banquillo y Bernardo Silva apareció en el once.
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Haaland volvió a estar muy bien arropado por sus compañeros, aunque solo en el acto inicial. Y esa es una de las claves de su éxito. No sólo su acierto, también el del resto del City, que con Kevin De Bruyne, Jack Grealish y Mahrez, cuenta con buenos aliados para el hombre-gol del año. Pero, esas alianzas se vieron comprometidas cuando el Everton resucitó en la segunda parte.
El cuadro de Liverpool parecía absolutamente derrotado, pero poco a poco, el choque se fue enmarañando con faltas que pararon el reloj y el juego insistente del City. Entonces, apareció Demarai Gray, que marcó uno de los goles de su vida para amargar la existencia a su rival. Un zapatazo soberbio desde el vértice el área acabó con la euforia del público del Etihad Stadium, que de repente sintió la emergencia por marcar cuando restaba media hora para el final.
En ese tiempo, el City tocó a rebato. No podía dejar escapar dos puntos clave en la pelea que mantiene con el Arsenal. Sin embargo, el Everton se replegó bien a la espera de otra salida para romper el partido y se encomendó a Jordan Pickford, que sacó una mano milagrosa a Mahrez en una ocasión llena de rebotes.
La salida de Phil Foden, Gündogan y de Julián Álvarez para el descuento, fue la última intentona de Guardiola por acabar con la resistencia del Everton, que fue una fortaleza medieval inexpugnable que consiguió amargar el último día del año a un equipo que podría acabar la jornada a nueve puntos del líder, el Arsenal. La culpa, la tuvo Gray. Su golazo, puede ser oro para el equipo de Mikel Arteta.
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