La impotencia ofensiva del Manchester City , casi desconocida en el Etihad Stadium donde enlazaba 57 partidos seguidos marcando, sumada a la extrema prudencia del Arsenal con un plan conservador que le dio el empate sin goles, convirtieron al Liverpool en el 'ganador', sacando partido del resultado para recuperar el liderato de la 'Premier'.
La defensa de corona del Manchester City se complica por una extraña dificultad desarrollada en los duelos marcados en el calendario de la Liga inglesa. La extendió ante el Arsenal, incapaz de derrotar a ninguno de los cinco primeros clasificados. Con Mikel Arteta airoso en el duelo de pizarra con un maestro como Pep Guardiola. Jugó a no perder y lo consiguió, rebajando las virtudes del rival.
Dejó un sabor agridulce un partido tan esperado. Imperó el respeto y la prudencia. El exceso de batalla. Sobreponiéndose al fútbol de altos quilates que poseen ambos equipos. Como las defensas a unos ataques ausentes de brillantez. Apenas sin ocasiones claras para marcar. Con Haaland en la foto del partido en uno de esos fallos impropios para un devorador del gol como él.
Cedió el balón de forma voluntaria el Arsenal a su rival. No quería el control Arteta ni el riesgo de ser castigado por la velocidad del City. Optó por juntar líneas en su terreno, defender bien liderado por dos bastiones que se impusieron en todos los duelos, Saliba y Gabriel. Espacios reducidos. Obligación a atacar por los costados donde Foden apareció por el carril donde se redujo su brillo, para que Bernardo Silva ocupase el lugar donde el británico desequilibra hacia dentro.
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El repliegue del Arsenal aburrió al City que, además, sintió que cualquier pérdida en campo contrario podía costarle cara. Tras un remate de Aké antes de abandonar el partido por un problema muscular y aumentar las preocupaciones de Guardiola de cara al duelo europeo ante el Real Madrid -sin Ederson, Walker ni Stones en un día clave en la 'Premier'-, fue Gabriel Jesus en su regreso al Etihad el que dispuso de las mejores acciones para desequilibrar la balanza.
Estrelló en el lateral de la red su disparo a los siete minutos, aprovechando el centro perfecto de White, que fue el jugador que más daño hizo con sus incorporaciones ofensivas. Acarició el poste el brasileño nada más superar la media hora con su zurdazo tras recortes de calidad al borde del área. Y conectó con Havertz, frustrado ante la rápida salida de Ortega.
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La abrumadora posesión del City no le concedió acciones de peligro, atascado en los metros finales, sin encontrar la manera de conectar con Haaland. Siempre encimado. Frenado por alto por Saliba en cada centro desde los costados. Por sorpresa apareció Rodri desde segunda línea pero su testarazo se marchó desviado.
El disparo desde fuera del área era la mejor solución y lo entendió Kovacic nada más reanudarse el partido, antes de ser sustituido rozaba la escuadra con una rosca perfecta de diestra. Fue víctima del intento de cambio de rumbo de Guardiola. A la hora de partido cambió el plan. Apostó por extremos juntando a dos jugadores que competían por un puesto y fueron suplentes: Doku y Grealish.
Pero el miedo en el cuerpo del City no se marchó. El paso atrás que habría sido una derrota si el pase de la muerte de Saka lo hubiese enganchado Gabriel Jesus a puerta vacía. Se quedó a centímetros. O el único momento en el que Odegaard demostró quien es en el partido, con un pase filtrado al espacio a la carrera de Trossard que, escorado, chutaba centrado y de puños evitaba el gol Ortega.
Los intentos del City murieron en las botas de Doku, que generó menos equilibrio a banda cambiada. Con la reacción inmediata de Arteta al recurrir a Tomiyasu para frenar su habilidad en el uno contra uno. Tras un saque de esquina de De Bruyne que salvó con problemas Raya en dos tiempos, el belga tuvo dos ocasiones para decidir el partido. Finalizó mal ambas.
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Aunque el peor sabor de boca fue para Haaland, sólo en el segundo palo en el único desajuste defensivo del Arsenal, a siete minutos del final. Suyo era el momento de gloria cuando le cayó el balón que incomprensiblemente se coló entre sus piernas sin remate. La acción que plasmó un mal día del City, que tras su segundo empate consecutivo queda a tres puntos del Liverpool y a uno del Arsenal.