Nada inmuta al Arsenal, el líder que marca un ritmo imponente en la 'Premier League', mientras supera desafíos y pruebas de fuego con la ambición incontenible que expresa sobre el terreno de juego, con la que doblegó este domingo al Liverpool (3-2), al que se adelantó dos veces, que lo empató en dos ocasiones y al que superó finalmente por el penalti cometido por Thiago Alcántara a Gabriel Jesús y transformado por Bukayo Saka para retener la cima de la clasificación una jornada más.
Por su parte, el futbolista colombiano Luis Díaz fue titular, y durante los 41 minutos que estuvo en cancha fue importante. De hecho, el guajiro salió del encuentro cuando iban empatados 1-1.
El oriundo de Barrancas desequilibró, complicó a la defensa del Arsenal y dio una asistencia precisa a Darwin Núñez, al minuto 34.
A pesar de eso, al 36’, en una lucha fuerte de balón con el mediocampista Thomas Partey, Díaz Marulanda quedó tendido en el terreno de juego, pidió asistencia médica y aunque intentó seguir, el dolor no lo dejó y tuvo que ser sustituido.
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Hasta el momento no hay un pronunciamiento del Liverpool sobre qué tiene el colombiano, quien salió con molestias en su pierna derecha.
El crecimiento del Arsenal es formidable. Algo ha cambiado en el equipo londinense y en la Premier. Sólo había ganado una vez al Liverpool en el recorrido más reciente de sus catorce enfrentamientos. Este domingo fue la segunda ocasión en ese tramo, tan explícita del momento del conjunto de Mikel Arteta, cuyo club no gana la Liga inglesa desde 2004, pero está en ello, en el pulso que sostiene con el Manchester City, un punto por detrás.
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Han pasado ya 18 años de aquel trofeo del Arsenal, cuyo presente lo postula como un aspirante tan firme como hacía tiempo no se recordaba en el estadio Emirates, donde distanció al Liverpool hasta los 14 puntos, con tan solo nueve partidos disputados y con el matiz de que el conjunto dirigido por Jurgen Klopp tiene un choque menos. Es representativa tal diferencia. Igual que los 12 con los que aventaja al Manchester United -dos encuentros menos- o los ocho con los que sobrepasa al Chelsea -un duelo menos-.
Su respuesta a la presión del City es convincente. Superado en el lideraro provisionalmente el sábado, el equipo de Mikel Arteta replicó como se espera de la dimensión que ha alcanzado en este comienzo de la campaña, con una convicción absoluta en lo que hace, que tardó nada más 58 segundos para trasladar a sus adversarios y al Liverpool con suma expresividad que si alguien quiere bajarlo de la cima de la tabla será más por mérito del rival que por demérito, hoy impensable, del conjunto londinense.
No admite duda hasta ahora. Su estupendo comienzo en la 'Premier', con ocho triunfos y un único borrón (la derrota frente al Manchester United), representa la formidable e irrebatible realidad de la que hoy disfruta el Arsenal, cuya transición ofensiva es temible, como demostró desde la recuperación en su territorio de William Saliba hasta la resolución de Gabriel Martinelli frente a Allison. El pase, magnífico, fue de Martin Odegaard. Su visión, también su ejecución, desbordó a Alexander Arnold para provocar el 1-0 en sólo un minuto.
El Liverpool reaccionó. Metro a metro, instante a instante, forzó la respuesta del portero Aaron Ramsdale, que surgió para contraponerse al tiro de Darwin Sánchez y al remate hacia su propia portería de Saliba, cuando despejó un amenazante centro, pero que no encontró ningún recurso posible para repeler el remate desde el suelo del delantero uruguayo, quien remachó el centro de raso de Luis Díaz en el minuto 33. En el 42, el extremo colombiano se fue lesionado, con un golpe que no aparenta más repercusión para el futuro. Salió Firmino.
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Es un gol contra las dudas de Darwin Núñez. La millonaria inversión veraniega también es una presión para el delantero, que no había marcado ningún tanto en la Premier desde el 6 de agosto, desde hace dos meses, desde la primera jornada, hasta este domingo. Héroe incontestable de la Communitty Shield, son sus dos únicos tantos en la competición liguera hasta ahora. Lo necesita el bloque de Jurgen Klopp. Y aún más el atacante charrúa.
Pero, cuando parecía el partido más para el Liverpool, marcó el Arsenal, lanzado por un contragolpe trepidante al borde del descanso dirigido por Martinelli, que agarró el balón en el medio campo, inició su conducción a toda velocidad hacia la portería contraria, quebró a dos rivales (Henderson y Alexander Arnold) y centró al corazón del área, donde Gabriel Magalhaes despistó a todos al dejarla pasar por debajo de las piernas, menos a Saka, que empujó el 2-1 a la red ante la incredulidad de Jurgen Klopp y de sus futbolistas.
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Del 2-1 también salió malparado Trent Alexander-Arnold, cuyas virtudes ofensivas contrastan con sus defectos defensivos. Su mala lectura de la acción abrió un espacio que no habría existido de haber contenido su ímpetu para ir al cruce cuando no debía. El regate de Gabriel Martinelli lo sacó del foco, lo invalidó de la acción y lo puso en evidencia. Al descanso se quedó en el vestuario, sustituido por Joe Gómez. No aparentaba una lesión.
Igual que ocurrió antes, pero al revés, el Liverpool resurgió cuando menos se intuía, cuando el partido más parecía en poder del Arsenal, cuando el pase de Diogo Jota activó a la espalda de la defensa local a Roberto Firmino, que cruzó su zurdazo para el 2-2. En el minuto 53. Su sexto gol en las últimas cinco jornadas, el tercero en las dos recientes, para nivelar y reabrir un nuevo choque, que fue finalmente para los locales.
Entre el susto de Gabriel Jesús -un codazo en el rostro lo desplomó entre la alarma sobre el terreno de juego, aunque después se recuperó, tras un par de minutos de atención sobre el césped-, el Arsenal retomó su voracidad. No quería el empate. No le bastaba. No se conformó. Primero, Allison frenó la ofensiva, ante Saka y Gabriel Jesús, objeto, de pronto, de un penalti más que discutido por el Liverpool, de Thiago al atacante brasileño, en un centro de Granit Xhaka que terminó en la pena máxima de la que se sentía inocente el centrocampista internacional: recibió la decisión ojiplático, con las manos sobre la cabeza.
Lo transformó Saka, en el minuto 76, entre la apoteosis del estadio Emirates y entre la imparable herida defensiva que sufre el Liverpool (seis tantos en contra en sus últimos dos choques ligueros), para culminar la enésima demostración del Arsenal, un líder intratable del que no se intuye aún sus límites.
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