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La seguridad en la final de la Champions League fue un "fracaso", afirman en París

El prefecto de la polícia reconoció los errores cometidos en contra de los aficionados en las afueras del Stade de France.

Algunos hinchas del Liverpool no pudieron ingresar al Stade de France el sábado para la final de la Champions por boletas falsas.
Algunos hinchas del Liverpool no pudieron ingresar al Stade de France el sábado para la final de la Champions por boletas falsas.
Getty Images

El prefecto de Policía responsable de la seguridad durante la reciente final de la Champions League, Didier Lallement, reconoció este jueves que la misma fue "un fracaso" porque llevó al uso de gases lacrimógenos contra aficionados, al tiempo que asumió la total responsabilidad de las decisiones adoptadas.

Durante una audiencia en el Senado, Lallement señaló que "hubo personas que fueron agredidas cuando el objetivo era protegerles" y que la actuación policial "perjudicó a la imagen de Francia".

Pero indicó que se logró el objetivo esencial, que era evitar heridos y muertos, al tiempo que expresó sus "sinceras disculpas" a los aficionados españoles e ingleses que pudieron sentirse perjudicados.

El prefecto invitó a todos los afectados a denunciar, para poder aclarar lo que sucedió, incluidos aquellos que se vieron estafados con la compra de entradas falsas.

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Lallement asumió la decisión de levantar el filtrado policial que llevaba a la explanada del Estadio de Francia el pasado 28 de mayo, lo que provocó que muchas personas sin entrada legal accedieran a la misma.

Según su relato, lo hizo porque la afluencia de aficionados era "masiva" y el sistema de detección de entradas falsas puesto en marcha por los organizadores, un bolígrafo con tinta química, no estaba funcionando.

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A causa del ello, explicó, el 70 % de las comprobaciones indicaba que las entradas no eran legales, una cifra superior a la real.

Pero reiteró la cifra de entre 30.000 a 40.000 aficionados ingleses sin entrada legal en las inmediaciones del estadio, ya avanzada por el ministro del Interior, Gérald Darmanin, lo que sobrepasó sus previsiones y desbordó el dispositivo puesto en marcha.

Eso permitió que numerosas personas sin entrada accedieran al lugar, entre ellos, de 300 a 400 "indeseables" que acudieron para cometer robos y agresiones contra los aficionados, señaló.

Lallament envió sus "disculpas sinceras" a los aficionados afectados por los gases lacrimógenos, pero reiteró que era la única manera de controlar la situación sin cargar contra la masa que se había formado en varios puntos, que hubiera provocado heridos de mayor gravedad.

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Señaló que las decisiones que adoptó "permitieron que se disputara el partido y que se protegiera la integridad física" de todos los asistentes.

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