Mariana Pajón no se cansa de dejar el nombre de Colombia en alto. En esta ocasión, lo hizo en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, colgándose la medalla de plata, su tercera presea olímpica tras ganar oro tanto en Londres 2012 como en Río 2016.
Sin embargo, lo conseguido este jueves 29 de julio, tuvo un tinte especial y no es para menos. La bicicrocista pasó por momentos bastante complicados que, incluso, llegaron a poner en duda su presencia en Tokio 2020.
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En 2018, en el marco de las semifinales de la Copa del Mundo, en Países Bajos, sufrió una dura caída, rompiéndose el ligamento cruzado anterior y el ligamento colateral medial de su rodilla izquierda. Duro golpe para ella y el país.
Su evolución fue lenta. De hecho, si las justas deportivas no se hubieran aplazado por la pandemia, era complicado que hubiera estado en ellas. Sin embargo, como popularmente dicen, los tiempos son perfectos.
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Con trabajo, dedicación, compromiso, profesionalismo, entrega y amor por lo que hace, Mariana se enfocó 100% en su recuperación, nunca perdiendo la calma y siempre sabiendo que algo grande vendría.
Y así fue. Gracias al apoyo de su familia y seres cercanos, fundamentales en aquel proceso, la deportista regresó a las pistas por lo alto: campeona de la Copa Mundo 2021, en Colombia, y medalla de plata en Tokio 2020.
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Sus lágrimas y emoción tras esa presea olímpica fue, sin lugar a dudas, un desahogo para todo el trabajo que hizo en estos últimos meses, el cual tuvo sus frutos y demostró que es una grande dentro y fuera de las pistas.