El georgiano Khvicha Kvaratskhelia, de 22 años, forma junto al nigeriano Victor Osimhen un dúo que enamora a los 'tifosi' del Nápoles. Comenzó en el fútbol jugando con los pies descalzos en un pueblo de Georgia, pero sus pases espectaculares y sus regates 'maradonianos' deslumbran ahora a todo el mundo.
Entre los dos han marcado más de la mitad de los tantos de su equipo esta temporada en la Serie A (12 para Kvaratskhelia, 21 para Osimhen).
'Khvicha', que significa "estrella que brilla" en georgiano, es además el mejor pasador (10 asistencias) en un campeonato italiano que el Nápoles está sobrevolando, con 19 puntos de ventaja sobre el segundo.
El club napolitano ganó sus dos únicos títulos de campeón en los años de su ídolo eterno Diego Maradona y todo apunta este año a un tercer 'scudetto' que deberá mucho al talento de 'Kvradona', como le apodan los aficionados.
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"Pocos podían imaginar entonces que ese muchacho delgaducho se convertiría en una estrella internacional", cuenta a la 'AFP' Levan Salukvadze, consejero del presidente del Dinamo Tiflis. Kvaratskhelia pasó por el centro de formación de ese club.
"Los entrenadores temían que físicamente no fuera apto para jugar como profesional", apunta. "El presidente del club sugirió que esperara todavía unos años antes de unirse al primer equipo, pero le dije que en dos años Kvaratskhelia estaría jugando para el Liverpool o el Real (Madrid)", añadió.
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Ya en su primer partido como profesional, con 16 años en 2017, marcó un gol y dio una asistencia.
Desde el inicio de la temporada, este jugador georgiano de físico espigado hace vibrar a los 'tifosi' napolitanos con sus desbordes continuos, tanto en Italia como en la Liga de Campeones, donde el Nápoles está en cuartos de final.
Un fútbol "alegre"
"Desde su infancia está concentrado por entero al fútbol y es más que un simple trabajo para él... Por eso su juego, sus carreras y sus aceleraciones son tan alegres", resumió Salukvadze.
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"Tiene una técnica digna de los mejores del mundo y tiene esa cualidad de oler el gol, de encontrar siempre el ángulo más difícil", explicaba en enero su entrenador del Nápoles, Luciano Spalletti.
"Lo que logra en Italia es extraordinario", subrayaba recientemente en 'So Foot' el seleccionador francés de Georgia, Willy Sagnol. "Recuerdo que cuando estaba libre, después de su salida de Rusia tras la invasión de Ucrania, hablé de él a algunos clubes franceses, que no quisieron ficharle", afirmó.
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Después de rescindir su contrato con el Rubin Kazán ruso, Kvaratskhelia se unió al Dinamo Batumi de Georgia, antes de que el Nápoles se hiciera con sus servicios por 10 millones de euros (10,8 millones de dólares al cambio actual).
Un camino sinuoso desde su pueblo de Nakifu (oeste de Georgia), de 700 habitantes. En casi todas sus entrevistas, Kvaratskhelia se acuerda de sus orígenes, subraya el biógrafo Giorgi Kekelidze.
"Su abuelo Mamia y su padre Badri eran buenos futbolistas y su abuela Dunia una apasionada de este deporte, pero de una manera muy extraña. Ella tenía la costumbre de desear que todos los partidos acabaran en empate, para que nadie terminara enfadado. Pero eso cambió desde que Khvicha fue al Nápoles. Entonces se santiguaba delante del televisor y rezaba para que (su nieto) ganara", cuenta.
Dunia murió en enero y Kvaratskhelia juega con una pulsera con su nombre.
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Los "brasileños soviéticos"
El historiador del fútbol georgiano Tengiz Pachkoria estima que la rica tradición del fútbol nacional ha cincelado a Khvicha como jugador.
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Durante la 'Edad de Oro' del fútbol georgiano -de 1960 a 1980-, "los jugadores georgianos eran considerados los brasileños soviéticos en la prensa europea", cuenta. "Era un fútbol muy técnico, hecho a partir de la improvisación, y el estilo de Kvaratskhelia se nutre de esa estética", estima.
El especialista del fútbol georgiano Levan Berdzenishvili considera que Kvaratskhelia "se ha impregnado de las mejores características nacionales".
Italia le ha dado la gran oportunidad, como ocurrió con Kakha Kaladze, que jugó casi 300 partidos con el AC Milan (2001-2010) y que luego pasó a ser alcalde de Tiflis.
Desde que llegó al Nápoles, a Khvicha "solo le han hecho falta nueve meses para ser una estrella", aplaude Berdzenishvili.
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