El París Saint Germain es impresivible, poderoso en ataque, dudoso en defensa y sin control casi nunca, con tantos altibajos en tantos tramos del encuentro que se siente tan ganador como perdedor dependiendo del momento, en la montaña rusa que atravesó con el Brest, al que superó primero por 0-2, al que concedió un 2-2, al que sobrevivió por Donnarumma y al que ganó al final por Kylian Mbappé (2-3).
Un penalti sobre Kolo Muani que no lo fue primero para el árbitro, ya en el minuto 83, le dio la ocasión de ganar. Lo llamó el VAR, lo revisó en el monitor y lo señaló. Ya en el 86. En el 89, Mbappe lanzó la pena máxima, despejada por Bizot, y aprovechó el rechace para anotar el 2-3 de una victoria al filo. Hasta el punto que quizá no la mereció. La celebración de su estrella, con gestos al público, delató el nerviosismo del actual campeón.
Un alivio para el PSG, que no ha sido líder en toda la temporada. Sigue al acecho. Necesita reencontrarse con una versión que sostenga su capacidad ofensiva, incluso la aumente en cuanto a ocasiones, pero, sobre todo, lo haga más dominador del juego. Y de los partidos. Más solvente en su defensa. Por primera vez en esta Ligue 1, ganó tres encuentros seguidos. Es noticia cuando debería ser la normalidad.
En su plan, en todo lo que pretende Luis Enrique, en su forma de entender el fútbol tan presionante, tan ofensivo, existe un riesgo inherente entre tanta ambición, por momentos en un ida y vuelta que lo hace tan vertiginoso arriba como vulnerable atrás cuando la maquinaria no está tan ajustada como debe, como ocurre en la actualidad, entre la diferencia de rendimiento entre su defensa y su ataque: tres goles a favor, dos en contra.
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Su condición de favorito inexcusable al título la puso a debate el Brest, que partía quinto en esta décima jornada. Cierto que acumulaba tres encuentros consecutivos sin ganar (cuatro con este domingo), tanto como que sólo divisaba al PSG a tres puntos o como que compitió de principio a fin contra el actual campeón francés. Ni siquiera desistió con el 0-2 tan pronto. Siempre insistió. Anotó el 1-2, el 2-2 y tuvo opción hasta del 3-2.
El 0-1 fue una cuestión de chavales. Barcola, 21 años, fichado este verano del Lyon por 45 millones de euros, fabricó el ataque, desbordante, imparable para sus marcadores. Zäire-Emery, 17 años, 43 partidos ya con el primer equipo del PSG, lo culminó, con potencia, con un derechazo imparable a la escuadra desde el borde del área, para aplacar al Brest.
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Acreedor del 0-1 tiempo antes y después el conjunto dirigido por Luis Enrique, por delante en el marcador desde entonces, desde el minuto 16, el PSG soportó de inicio la agitación con la que se mueve el Brest, un equipo animoso, ofensivo, capaz de crear ocasiones con el 0-0 y con el 0-1, no tantas como el bloque parisino...
Y descuidado. Una concesión inadmisible cuando enfrente están futbolistas como Mbappe o Kang in Lee, por ejemplo. Tras un ataque local, el surcoreano lanzó el contragolpe del fenómeno francés, que salió desde su campo, condujo hasta el otro área, regateó y golpeó con la derecha con el 0-2, beneficiado por el rebote en su marcador que provocó la inmovilidad de Bizot, el portero del Brest, que había sido el mejor de largo de su equipo.
Hasta entonces. Minuto 28. Porque el PSG desapareció con el 0-2. De repente. Se vio tan ganador que se confió, rebajó el ritmo, falló alguna ocasión y permitió el 1-2, que puso en evidencia a sus dos centrales, Skriniar y Danilo Pereira. En el minuto 43, ni uno ni otro atendieron al cabezazo de Mounié, a centro de Lala, que advirtió claramente al París Saint Germain de que aún no había ganado el duelo, por más que sus dos goles le dieran una apariencia muy diferente.
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La dificultad fue más palpable, ya evidente, para el PSG al comienzo del segundo tiempo. Entre el resultado tan apretado, su propio desequilibrio, la ofensiva del Brest, el equipo parisino concedió unas cuantas oportunidades nada más salir del vestuario y recibió el 2-2, en un cabezazo perfecto de Le Douaron, del primer palo al segundo, en un córner botado por Del Castillo. Las caras de todo el París Saint Germain eran una evidencia del naufragio.
En el filo de la victoria, reaparecido Mbappe en el minuto 58 con otra ocasión, o de la derrota, insistente Mounié con un remate fallido, a punto Le Douaron de anotar el 3-2, se movió ya un partido frenético, sostenido en el 2-2 por dos fantásticas paradas de Donnarumma. La primera con las dos manos, arriba; la segunda, con la izquierda, abajo, una detrás de otra, sin pausa, al rescate del descontrol del PSG, salvado por un penalti y el VAR.
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Inicialmente, no le dio esa condición de infracción y pena máxima el árbitro, Jerome Brisard. El juego continuó. En cuanto se paró, el VAR reclamó la atención del colegiado y se fue a verlo al monitor. La patada no tenía duda, si acaso el factor fortuito de la acción sobre Kolo Muani. Era el minuto 86. En el 89, en el rechace de Bizot al primer lanzamiento, Mbappé transformó la victoria del PSG. Sobró su celebración pidiendo calma a la afición rival. Fue abucheado cuando fue reemplazado justo después, con sus gestos de dos goles dirigido al público.
- Ficha técnica:
2 - Brest: Bizot; Lala, Chardonnet, Brassier, Locko; Camara (Jonas Martin, m. 71), Lees-Melou, Magnetti (Doumbia, m. 65); Del Castillo (Dari, m. 83), Mounié (Matías Pereira, m. 83), Le Douaron (Satriano, m. 71).
3 - París Saint Germain: Donnarumma; Hakimi, Danilo Pereira, Skriniar, Lucas Hernández; Fabián Ruiz, Zaïre-Emery, Kang in Lee (Vitinha, m. 74); Barcola (Dembele, m. 63) Gonçalo Ramos (Kolo Muani, m. 63), Mbappé (Mukiele, m. 93+).
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Goles: 0-1, m. 16: Zäire-Emery. 0-2, m. 28: Mbappe. 2-1, m. 43: Mounié. 2-2, m. 52: Le Douaron. 2-3, m. 89: Mbappe.
Árbitro: Jerome Brisard. Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Brassier (m. 86) y Bizot (m. 87) y a los visitantes Fabián Ruiz (m. 87) y Mbappe (m. 91+).
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Incidencias: partido correspondiente a la décima jornada de la 'Ligue 1' francesa, disputado en el estadio Francis-Le Blé de Brest ante unos 15.000 espectadores.