En el minuto 88, entre la ofensiva desesperada ya del Real Madrid y la resistencia defensiva del Atlético de Madrid, Karim Benzema sostuvo que aún hay Liga, que aún queda mucho por competir para definir el campeón del torneo, con el 1-1 de un derbi que tuvo ganado el conjunto rojiblanco, aún líder.
No venció ninguno de los dos, si acaso el Barcelona , que se queda a tres puntos del Atlético de Madrid , al que le queda por jugar el miércoles su aplazado contra elAthletic Club , y dos por encima del Real Madrid, contra las cuerdas durante más de una hora, sin una sola ocasión clara hasta que, por insistencia, rescató al menos un punto.
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Y sobrevivió en el campeonato, cuando ya parecía que no iba a ser asunto suyo, sostenido primero por Thibaut Courtois en el inicio de la segunda parte, tan héroe del empate como lo fue Benzema, entre la frustración del Atlético, que perdió terreno minuto a minuto hasta terminar en su territorio, expuesto a lo que finalmente sucedió.
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Mandó desde el minuto 15 con el 1-0 que inventó Marcos Llorente. Es puro desborde. Por velocidad, por potencia y por determinación. El '14' jamás duda. Cada jugada es una ocasión para él, sea donde sea, esté donde esté la pelota, incluso aunque parezca que no tiene ventaja en el lance, como el balón dividido con el que construyó el 1-0 del Atlético.
Partió de interior derecho, pero es extremo, medio de contención, delantero o lo que le proponga cada momento. Por fe y por rapidez, Llorente ganó esa pelota que le había entregado ajustada Trippier -de vuelta tras superar las 10 semanas de sanción-. Y por visión y pausa, luego, aguantó el desmarque de Luis Suárez para ponerle a disposición el gol, que no habría sido tal sin su definición perfecta, imparable, a la altura de su dimensión incontestable.
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Una resolución del goleador que es el '9' uruguayo, que siempre está ahí, aún en su peor racha de rojiblanco -los cinco choques que atravesaba en la actualidad-. Siempre resurge. No hay mejor ejemplo que el gol, al cuarto de hora. En cuanto recibió visionó la colocación de Courtois para superarle con el exterior del pie derecho.
No hay duda del mérito en tal acción, que también descubrió los desajustes del Real Madrid de una forma impropia de un aspirante a todo como debe ser él cada curso. La aparente simpleza con la que el Atlético desbordó su presión arriba y armó el 1-0 puso en evidencia al conjunto blanco, a contracorriente desde el principio.
En el primer tiempo, lo desarmó el Atlético por la presión alta inicial, lo superó con la contundencia del gol y lo controló con precisión, más allá de un par de amagos de Benzema, listo en el once, y una volea de Casemiro. Hacía tiempo que el equipo rojiblanco no se sentía tan seguro con la pelota. Y hacía tiempo que el Madrid no tenía tanta dificultad para la recuperación en campo contrario.
Pero el derbi está siempre en el mínimo margen del más pequeño detalle. Pudo serlo el penalti que reclamó el Real Madrid por una mano de Felipe -a raíz de su primer córner, allá por el minuto 39-. Lo revisó el VAR e invitó al árbitro Hernández Hernández a ver la jugada por el monitor a pie de campo: no la consideró pena máxima.
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Es lo más cerca que estuvo del gol en una hora el Real Madrid, desdibujado, atascado ofensivamente, entre la pretensión del 1-1 y la ineficacia de un ataque plano, previsible, sin desborde, pero sobre todo apagado por el manejo ejercido por el Atlético con y sin balón; aún sin ninguna garantía para él, porque 45 minutos son muchísimo tiempo, aún más en un derbi, aún más con el Real Madrid.
Con el matiz esencial de que se jugó a lo que quería el Atlético hasta la hora de partido, quizá más, dentro de los parámetros que él había preestablecido, el Real Madrid resurgió en el tramo final, aunque la realidad es que fue su portero, Thibaut Courtois, el que lo sostuvo vivo en el inicio del segundo tiempo, sobre todo frente a Yannick Carrasco.
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Entre el 2-0 y el 1-0, aún con lo que quedaba en el partido, más de media hora, hay una diferencia tremendamente sustancial en un duelo de este tipo. Por eso, la parada del portero belga a su compatriota fue mucho más que eso, por la complejidad del duelo individual que ganó, pero principalmente por el valor colectivo.
Con esa intervención, también sin la que hizo instantes después a Luis Suárez, en otra jugada de Carrasco, o sin el despropósito que remató Correa luego, el Real Madrid esquivó el 2-0, mientras transmitía la complejidad de superar a la defensa local y, en su área, respiraba aliviado con el perdón parcial del Atlético.
Sin Courtois, ya no habría Liga para el Real Madrid. Con él. Y con Benzema, también quizá por el paso atrás otra vez del equipo rojiblanco, sí la hay. Las dos primeras las detuvo, gigantesco, Jan Oblak; la siguiente, ya en el 88, la transformó el delantero francés en el 1-1, en el empate con el que sobrevive en el campeonato.
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