
¡Jerarquía!

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La primera buena noticia que recibí ayer sobre las 6:25 p.m. fue ver salir a Falcao con la cinta de capitán de la Selección, en detrimento de un James Rodríguez que venía siendo el líder de Colombia desde hace un buen tiempo atrás.
La fiesta estaba lista, Barranquilla de luces, ojo, hablo de la gente, porque la cancha del Metro está lejos de ser el lugar que albergue a una selección de primer nivel. Se supone que ya habían arreglado la grama desde que los jugadores de la Selección se quejaron, pero seguimos viendo los mismos parches amarillos de siempre, los mismos huecos, en general, la misma cosa.
Y también más de lo mismo fue lo que se vio anoche en la ‘Arenosa’. Una Selección tibia, sin ideas, que depende de las individuales y que anoche permitió que una Paraguay bien flojita hiciera la gesta y volviera a meterse en la carrera por ir a Rusia. Además de eso, le dimos vida a la peor Argentina que se ha visto en los últimos 25 años (y con el mejor del mundo a bordo).
Con todo y esto, a falta de 10 minutos para acabarse el partido y con el empate en La Bombonera, estábamos en el Mundial, se veían venir los bailes de Cuadrado, los agradecimientos de Falcao y las lágrimas de James, de ese James que ayer no estuvo en el partido, que fue un espectador más.
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Pero y… ¿qué pasó?
Se ha leído mucho cómo alguna parte de la hinchada está destruyendo a David Ospina por sus dos errores en los goles de Paraguay. Podrá sonar cliché, porque también se está repitiendo ‘a diestra y siniestra’, pero no podemos sacrificar al que hoy por hoy ha sido la figura de la Eliminatoria. Porque Colombia a lo largo de estos tres años ha generado tan poco fútbol que su mejor baluarte ha sido el portero antioqueño, hoy suplente en el Arsenal. David, figura en las Eliminatorias y en las últimas dos Copas América, se equivocó en un partido decisivo. Dos errores puntuales en tres años que no pueden esconder el error más grande de esta Selección; la falta de jerarquía.
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Esa jerarquía que siempre tienen los uruguayos (y que por eso jugando mal siempre sacan resultados). Esa jerarquía propia de los argentinos (menos de este grupo de Messi y su combo), esa jerarquía que sí tuvo Paraguay, esa jerarquía que también nos hizo falta en el Mundial de 2014 en el que nos arrugamos frente a la peor Brasil de los últimos tiempos (¡su centro delantero era un tal Fred!).
Diez minutos para agarrar el balón, para que los que saben con él lo tuvieran (James, Teo, Chará…), diez minutos en los que faltó el grito de un tal Mario Alberto Yepes, un “¡estamos adentro, no hagamos estupideces!”. Diez minutos de jerarquía que no tuvimos y que, estando en Rusia, ahora nos mandan a volar a Lima a ‘matarnos’ en una caldera con un equipo peruano que tiene hambre represada desde hace 36 años, un equipo serio que lleva casi dos semanas preparándose para esto. Un equipo bien dirigido, que quedó vivo en Argentina y ante su público quiere festejar.
Soy colombiano, amante de la Selección y el primer ‘Falcaista’ en la fila y por todo lo anterior, y porque además vivo de esto, solo espero que Colombia haga la hazaña en Lima, aunque ‘el sol no se puede tapar con un dedo’; podemos quedarnos sin Mundial y no por ‘cosas del fútbol’, como lo he escuchado durante estas horas, sino por falta de jerarquía, porque no podemos seguir dejándolo todo al azar.