"Sabes que por ti me muero, voy a todos lados, que quisiera ser otra vez campeón, que lo dejo todo por venir a verte", al son de estas canciones y barras, cientos de aficionados arribaron al hotel de concentración de Millonarios este martes 20 de junio. Todo fue color, amor y una pasión que desbordaba. Era imposible no dejarse contagiar de esa energía que había.
Y no era para menos. El 'embajador' está en una nueva final y la ilusión de bordar la estrella 16 está latente. No suficiente con ello, la serie será frente a un histórico rival como Atlético Nacional, un condimento que le pone 'picante' a la situación. Por eso, los hinchas lo viven con una 'locura' mayor a la habitual. Hay fiesta, alegría e incluso se siente un poco de tensión.
Esas 'mariposas en el estómago' son las que aparecen en estos casos. Aunque, suelen ser de sentimientos muy especiales y positivos, no se puede negar que también hay nervios, más allá de que la confianza en el equipo es plena. Una forma de desahogarse y sacar esas emociones que por momentos se vuelven un nudo, es alentando, saltando y cantando sin parar.
Justamente, eso fue lo que se vio, palpitando lo que será el juego de ida, en el estadio Atanasio Giradot. Luego del enorme semestre, una digna despedida era lo que se merecían Alberto Gamero, entrenador del cuadro azul, y sus dirigidos y eso fue lo que recibieron. Banderas, extintores, bengalas, pólvora, instrumentos y un ambiente único, como para enmarcar.
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'Se ponía la piel de gallina', nunca antes mejor dicho por el apodo que lleva Millonarios. Llenar de energía a los jugadores, hacerles saber que pese a la distnacia estarán con ellos, motivarlos al máximo y que, desde ya, la adrenalina los invada en su totalidad era el objetivo y lo lograron. Los rostros y reacciones de los homenajeados decía: "misión cumplida".
¿Se conformaron con ello? Jamás. Un hincha de corazón y tan apasionado siempre va a querer darlo todo por su "primer amor", como muchos lo describen cuando se les pregunta: ¿Qué significa esta institución para ellos?. El sentimiento en su estado más puro, eso es lo que transmiten y reflejan; claro, aclarando que es bajo un marco de paz y sin violencia.
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Estos últimos dos aspectos primaron. No hubo desmanes, ni desorden, ni inconvenientes, solo fue una fiesta, a la altura de un partidazo del que seremos testigos millones de persona y que, de seguro, los seguidores tanto de Millonarios como de Atlético Nacional lo vivirán de una manera más especial. Qué viva el fútbol, la pasión ingenua y el folclor del mismo.