Lo último que se había sabido de Jair Palacios, lateral campeón con Millonarios en el año 2017 y de paso por Bucaramanga, Cali y Bogotá FC de la Primera B, tenía que ver con una caída desde un piso cuarto en la ciudad de Cali, en extrañas circunstancias y que hasta ahora eran todo un misterio.
Pero dos años después de dicho hecho, Palacios, hoy con 32 años y radicado en Estados Unidos, decidió relatar su historia, la que vivió desde que era un adolescente y que se ocultó gracias a sus descolgadas por la banda derecha, sus centros perfectos o su capacidad para la marca en defensa.
Sin embargo más allá de las canchas, de los focos que da cierto reconocimiento, el vallecaucano vivía un infierno, noches aciagas y jornadas de total descontrol, junto a falsos amigos que lo llevaban por el camino de las drogas y que iban y venían, también atraídos por el dinero que él ganaba en su profesión como futbolista.
Acá en charla exclusiva con GolCaracol.com, Jair Palacios entrega un desgarrador testimonio, en una historia que quiere que sirva como un ejemplo para no repetir, para los jóvenes que hoy edifican y construyen sus carreras detrás de un balón.
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¿Cuál es el presente de Jair Palacios?
"Primero que todo, Jair Palacios cuidando de Jair Palacios, de su persona, su integridad, lo digo porque más adelante sabrán por qué mi carrera futbolística dio un giro inesperado, de 180 grados, el cual no lo esperaba. De hecho, nadie está preparado para las cosas malas, ningún ser humano, por eso yo no me esperaba esto que me pasó, pero creo que haberle dado tanto al tema de las drogas, que no es un juego, tarde o temprano sabía que iban a pasar cosas muy malas en cuanto a mi vida y aún así Dios estuvo ahí para respaldarme".
¿Cómo empezó ese tema de las drogas en su vida?
"Desde antes del fútbol, incluso desde muy chiquito, a los 14 o 15 años más o menos. Ahí fueron mis inicios, ya que vengo de un barrio muy humilde de Cali, exactamente del barrio Andrés Sanín. Jugaba en una escuela, llamada Cali Sanín, el Deportivo Cali me reclutó y a los 16 años firmé mi primer contrato como profesional. Desde pequeño ya me habían visto el talento para jugar al fútbol y desde esa edad no solo empezó lo del fútbol, sino también lo del tema de la cocaína, que esa fue una de las pruebas de impacto que hizo mucho daño en mi vida. Deportivo Cali me ayudó mucho, me metieron dos veces a un centro de rehabilitación, pero me escapaba, hasta que ellos dijeron que no más. En ese momento, me voy para Panamá, pero allá fue peor. Ahora, en Panamá me rajé la rodilla, ya que caí en un filo, y por cuestiones de la vida dije que no iba a jugar nunca más, me aburrí, me devolví para Colombia, y ahí fue cuando caí en Bogotá".
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¿Entonces cómo volvió al fútbol?
"Antes de llegar al Bogotá Fútbol Club, pasé por Expreso Rojo, pero me sacaron; luego fui a Academia y me sacaron; fui a Santa Fe y también me sacaron; fui a Millonarios y la misma historia, me sacaron; yo iba solo, a probarme y a mirar qué pasaba, como una aventura. Después conocí a una persona que se llama Hernando Parra, quien ahorita era gerente del Atlético Bucaramanga. Él fue quien me tendió la mano. Ya cuando llegué a Bogotá, en esa ciudad sí que aguanté hambre la verdad, impresionante. Antes de llegar al Bogotá, me puse a trabajar en una tienda en Suba Compartir para ganarme el diario, porque no tenía ni para comer. Pero ahí fue cuando una persona me llamó Hernando Parra, me dijeron que estaban armando un equipo de primera C, y me dijo que había hablado con sus papás y te quieren ayudar. Para ese entonces ya tenía 18-19 años más o menos. Don Ferney Perdomo me recibió y abrió las puertas de su club, sabiendo mis antecedentes y todo lo que había hecho”.
¿En ese proceso de volver al fútbol, hubo contacto con las drogas?
"Hubo una mini pausa, porque siempre tuve contacto con las drogas, no voy a mentir. Si antes salía tres o cuatro veces a la semana, ahora solo lo hacía dos, pero igual lo hacía. De pronto en el Bogotá FC no se dieron cuenta de eso porque estaba muy joven y no se me notaba tanto, como sí pasó en Millonarios en mi última etapa, donde llegaba destrozado, acabado".
¿Cómo fue ese tema de que se lanzó de un cuarto piso?
"Cuando salí del Bucaramanga, yo iba para el Tolima, pero salí de Bucaramanga, me fui a Cali, a los dos días tenía que presentarme en el Tolima, pero fue cuando me lancé de un cuarto piso. Me levanté en una clínica, le digo a mi esposa que qué hago ahí y ella me dice me había lanzado de un cuarto piso y no lo podía creer. Fue tanta la droga que tenía en mi sangre y cuerpo, que ni me acordaba qué había hecho, no era consciente de nada. Las personas con las que estaba en ese momento, me dijeron que yo había empezado a actuar raro y me tiré, pensando que ellas me iban a hacer daño, estaba en un trance de pánico y me lancé. No sé cómo estoy vivo, porque yo caí en pavimento. Cuando me levanto de la clínica, el hueso de la cadera estaba hacia arriba, casi que se sale de la piel. En ese momento, me vi y dije: ¿Qué hice con mi vida?”.
¿Cómo fue ese proceso de recuperación?
“Las ganas que tenía de seguir jugando al fútbol, a los cinco días de operado, salí en muletas caminando, paré un taxi y me fui, pero estaba muy delicado y no lo quería entender, hasta el cirujano me dijo que todavía no podía caminar. Eso no me iba a cicatrizar, no le hice caso y seguí. La última palabra la tenía Dios y fue cuando apareció Acolfutpro para darme una mano, pagándome el tratamiento. El Atlético Bucaramanga, con quien ya había terminado contrato, se hicieron cargo de otros gastos cuando ni les correspondía. Entre ellos me ayudaron porque la cirugía siempre fue costosa”.
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¿Qué drogas consumió?
"Todas, no se imagina. Marihuana, éxtasis, tusi, cocaína, marihuana, licor. Junté todo lo que va en contra de un deportista de alto rendimiento: la noche, las mujeres, las drogas, el licor y el casino. Y eso lo hacía casi que a diario”
¿Cómo fue el proceso de rehabilitación?
"Después de lanzarme del cuarto piso, tuve otra caída, que esa no la sabe nadie. Ya me había recuperado, tras seis meses, ya podía andar bien, común y corriente, caminando normal y fue cuando llegó otro tropiezo. Estaba cumpliendo años, en la fiesta de Jair Palacios, me enfiesté, ese día estuve bajo el efecto de muchas drogas, con sentimientos encontrados ya que no estaba jugando fútbol y al amanecer la gente me dice que yo me le estaba tirando a los carros. Mi esposa estaba llorando, no sé qué locura hice. En la actualidad, ya llevo una vida tranquila, me pongo a ver Netflix y la verdad no entiendo en qué estaba pensando. De hecho, a veces me pregunto a Dios que por qué me tiene vivo, no lo entiendo, debe ser por algo. La mayoría de mis amigos ya están muertos, los han matado. Si no fuera por el fútbol, no sé dónde estaría o ni estaría"
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¿Qué decir de su esposa, de su familia que lo apoyó siempre?
"A mí esposa le digo que la admiro mucho porque para haber estado con una persona así, eso es mucho amor el que me ha demostrado. A ella y mis dos hijas, las admiro mucho. Solo tengo palabras de agradecimiento para ellas porque hoy están muy orgullosas de mí, del hombre que ahora soy y en el que me convertí; ya llevo dos años y medio sin nada de drogas y esas cosas, gracias a Dios. Ellas están muy contentas de ver al Jair de hoy, que yo tampoco me las creo. Ahora, cómo tomé esta decisión de cambiar: después de que pasó eso, vi llorando mucho a mi abuela y a mi esposa, y cuando vi en las mismas a una de mis hijas y le pregunto que qué pasaba, me decía que no quería que saliera más. Fue cuando me dijeron que me viniera para Estados Unidos a estar con mi familia, que siempre me apoya. Ya tengo charlas con un psicólogo y el pastor César que me ayudan mucho".
¿Ahora qué viene para Jair Palacios?
"Mi gran sueño es terminar de criar a mis hijas porque al ritmo que iba no las iba a criar yo, sino mi esposa y otra persona. Yo no iba a ser más parte de esa familia. Quiero terminar de criar a mis hijas y darles buen ejemplo porque ya merecido está de que tengan un buen padre y compañero, quiero ser un excelente esposo y un excelente padre, esposo, nieto, amigo. Dicen que no todos los amigos están en las malas, pero yo sí los tuve y los sigo teniendo, como Duvier Riascos, Jhon Duque, Harold Santiago Mosquera, el apoyo de ellos fue fundamental. Y una persona importante fue Hernando Parra, que es mi otro papá, como le decía. Hoy por hoy siguen conmigo".
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¿Qué mensaje le manda a los jóvenes, a los futbolistas que caen en esto de las adicciones?
"Las drogas no son buenas, no se las recomiendo, son muy peligrosas, hacen daño, acaban con la humanidad, la familia, la relación con Dios. Alejados de eso".