"Un nuevo capítulo en el extraño mundo del fútbol colombiano", así se ha catalogado lo ocurrido en la final de la Primera C, donde Unión Pacífico, de uniforme amarillo, midió fuerzas contra Filipenses, de Turbo, Antioquia.
Allí, el árbitro Brian Llanos había expulsado a tres jugadores de Pacífico, pero el silbato se acercó al banco de suplentes del visitante para decirles que Arley Campaz podía regresar a la cancha, 15 minutos después de salir por tarjeta roja.
Todos se sorprendieron y el rival no dudó un segundo en reclamar. No obstante, el juez argumentó que no había echado a dicho jugador en discordia, quien, incluso ya estaba resignado en el camerino.
Ante la noticia del árbitro, el futbolista volvió a ponerse los guayos, entró a la cancha y jugó. Eso sí, no fue lo único insólito, ya que Campaz se encargó de anotar un tanto de penalti, aunque no alcanzó para su equipo.
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Finalmente, Filipenses ganó 2-1 y se quedó con el título de la Primera C, pese a eso no ascendió a la B. Razón por la que la Gobernación de Antioquia y el equipo enviaron una carta a Dimayor para que le permitan jugar en Segunda División.