Cuando el partido se le ponía cuesta arriba a Millonarios frente al Tolima , en el juego de ida de la final en Ibagué, apareció Christian Vargas para contener un remate de Juan Fernando Caicedo que pudo ser el lapidario, en el Manuel Murillo Toro.
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Desde ese momento, el equipo bogotano se empezó a soltar, empezó a salir con más ganas que fútbol y fue por el agónico y heroico empate que llegó tras la polémica acción de penalti que el árbitro decretó con la ayuda del VAR.
Vargas estuvo atento a lo largo del partido, en las acciones en que intervino se mostró concentrado, desconfiado con las pelotas que llegaron a su zona y seguro debajo de los tres palos.
En la jugada de gol se estiró hasta donde su cuerpo le permitió, pero el balón iba a un lugar imposible para cualquier arquero. Luego de eso y tras la expulsión del 'Chicho' Arango, habló desde atrás, organizó a la defensa y con su saques sacó a su equipo del asedio del Tolima.
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Su jugada más brillante fue la atajadota que le hizo a Juan Fernando Caicedo, quien recibió una pelota llovida, de esas que caen como desde el cielo, y la pateó con potencia. El arquero, con poca visibilidad, se tiró por una pelota complicada que le pegó en el brazo derecho, el rebote lo controló y se abrazó del esférico como presintiendo que esa intervención iba a ser determinante.
Vargas tuvo buenas intervenciones, una determinante cuando las papas quemaban y Millonarios rescató un punto en su visita a Ibagué.