El equipo masculino de rugby de Fiyi, gran favorito de este torneo incluido por primera vez en el programa olímpico, estaba sometido a una inmensa presión, pero pudo soportarla.
Sesenta años después de haber enviado a sus primeros deportistas a los Juegos de Melbourne, el archipiélago de unos 900.000 habitantes consiguió por fin entrar en la historia olímpica.
La tercera plaza fue para Sudáfrica, que se impuso a Japón por 54-14, mientras que Argentina terminó sexta, tras perder con Nueva Zelanda por 17-14, y España décima al caer en el último partido contra Estados Unidos (24-12).
"Fue una experiencia increíble. Hay que quedarnos con eso, el detalle va para el análisis. Fue desafortunado perder a dos jugadores en el primer partido, eso nos afectó. No es excusa, pero afectó en el cansancio", afirmó el técnico argentino, Santiago Gómez Cora.
"Es el fin de un ciclo. Fueron tres años de armar un equipo para clasificar y participar de los Juegos Olímpicos. Ahora muchos pasarán al seleccionado de XV. Vendrán vacaciones y empezaremos a armar un equipo de vuelta", añadió.
"Quiero destacar el esfuerzo de todos, los que están acá, los que no y fueron parte del proceso, de Bruzzone y Tuculet que vinieron como reservas, y eso demuestra lo que es este grupo", concluyó.
Mérito del técnico Ryan
El triunfo fiyiano se debe en parte a un inglés, Ben Ryan, al mando durante seis años de la selección de Seven de su país antes de aterrizar en 2013 en Oceanía.
Ryan derrotó a sus compatriotas en la final, después de haber obrado el milagro construyendo este potente equipo.
A su disposición, jugadores fuera de lo común, que supo rentabilizar pese a tener medios financieros muy limitados e infraestructuras precarias.
Héroe en Fiyi, Ryan supo optimizar todo el potencial de sus jugadores y los recursos a disposición, aportando rigor y profesionalismo en el marco del equipo, para colocar al país en la cima del Rugby Seven.
"Me faltan las palabras. Los chicos estuvieron más allá de fenomenales, estuvieron brillantes", dijo Ryan.
"Estábamos tranquilos, sonrientes en el vestuario. Nuestro calentamiento estaba lleno de entusiasmo y nos dijimos que teníamos que disfrutar porque es la mejor forma de jugar, con una sonrisa en la boca", añadió el técnico.
"Nuestro plan en estos tres años era ser el equipo número uno, ganar títulos mundiales y la primera medalla de oro. Ha sido un camino duro, pero estamos orgullosos", concluyó.