El mexicano Edgardo Codesal, árbitro de la final del Mundial de Italia 1990 , aseguró este domingo que en 32 años nunca ha tenido un pensamiento de duda sobre el penalti con el que Alemania le ganó el título a Argentina.
"Nunca he dudado del penalti en la final de 1990. Cuando el jugador argentino estira el pie, no llega al balón; ese fue un punto clave de la falta. Con el muslo chocó el muslo del alemán, pero por otro lado estira el antebrazo; ahí está el vídeo", explicó Codesal en entrevista a EFE.
En el minuto 84 de la final, con el partido sin anotaciones, Roberto Sensini cometió una falta en el área sobre el alemán Rudi Voeller; el oficial decretó la pena máxima, cobrada por Andreas Brehme para darle a Alemania el título y provocar la ira de Diego Armando Maradona, quien hasta su muerte dijo odiar al mexicano.
"Hace poco un amigo me pasó una foto de la jugada desde arriba. Se ve el brazo de Sensini empujando la cintura del rival. El alemán afloja y se deja caer, es cierto, pero el argentino no tocó el balón y hubo doble falta, con pierna y brazo. No tuve duda, lo único que sí me dije, qué mala suerte", señaló.
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A los 71 años, Codesal está dedicado a su familia y a sus consultas de medicina regenerativa. Está dispuesto a contestar todo tipo de preguntas de su carrera, aunque se niega a criticar a Maradona porque el futbolista ya no está.
"Antes de empezar, en la ceremonia de los himnos, Maradona esperó a que lo enfocara la cámara móvil y gritó 'hijos de puta'; todos lo vieron en la pantalla. Pude expulsarlo, pero no lo hice porque estaba respondiendo una ofensa de los italianos contra el himno argentino. Le pedí tranquilizarse, más no quiso", opinó.
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En una sesión de confesiones, el doctor Edgardo revela haber recibido decenas de amenazas de muerte en los últimos años, pero desmiente haber sido golpeado después de la final, como dijo en televisión uno de los titulares de Argentina en aquel partido.
"Eso es mentira. Si alguien me hubiera dado una patada, lo hubiera denunciado. Claudio Caniggia sí me ofendió, lo reporté a la FIFA y no hizo nada", confesó.
De abuelo argentino, Edgardo Codesal nació en Uruguay y hace 42 años está naturalizado mexicano. A propósito del Mundial de Qatar asegura que si Argentina gana el título lo va a celebrar porque es cercano al país, incluso en 1990 le hubiera gustado ver campeón a Maradona y su equipo, pero él era árbitro y debía ser honesto.
"En la final de México 1986 estaba en el estadio Azteca junto al árbitro argentino Carlos Espósito y grité los goles de Argentina como si fueran de mi país; había una emoción por mi abuelo", cuenta.
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Codesal se confiesa lector de los cuentos del argentino Julio Cortázar y del Martín Fierro de José Hernández, que considera una filosofía de la vida hecha en una poesía gaucha. Es cercano a Argentina y si no aprendió a bailar tango es porque es un pésimo bailador.
Tiene una relación de respeto con el campeón mundial de 1986 Jorge Valdano y con figuras de la final de 1990 como Pedro Monzón, a quien expulsó en la final, y Pedro Toglio, pero después de aquel partido, jamás volvió a ver a Maradona.
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Aunque no fue amigo de Diego, sin embargo, el mexicano tiene palabras de elogio hacia "el 10".
"Si a Maradona le hubieran pedido pagar 50.000 dólares para jugar por Argentina lo hubiera pagado, así era su entrega a Argentina. En el Mundial de 1986 lo vi jugar con el tobillo hecho una bola; el tipo contagiaba, siempre lo admiré, hasta que empezó a insultarme. Cuando murió no hablé más de él porque ya no tenía forma de defenderse", reitera.
Al comparar los tiempos nuevos del fútbol, Codesal cree que con el VAR hace 32 años no hubiera habido polémica por el penalti en la final y lamenta la falta de personalidad de los árbitros que permiten ofensas y son tolerantes cuando los jugadores fingen faltas delante de ellos.
"Deberían sacar tarjetas amarillas a quienes se tiran al suelo a dar vueltas; falta personalidad, un árbitro debe estar convencido para aplicar las reglas", dice.
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Pese a tener vivencias como encuentros con presidentes y con el Papa Juan Pablo II, además de estrecha relación con jugadores, técnicos y directivos del balompié, el médico nunca escribirá su biografía porque conoce muchos secretos desagradables y prefiere vivir su vida tranquila en su consultorio.
¿Cómo recuerda aquella final tantos años después?
Fue mi gran sueño, imposible de contar con palabras; ya en la cancha la final la decidió Andreas Brehme al cobrar el penalti de manera espectacular. El guardameta Sergio Goicochea supo adónde iba al balón. Aguantó, esperó, él aguantaba como nadie, pero no lo atajó porque fue justo al poste; era imposible.
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