Cristiano Ronaldo, uno de los futbolistas más exitosos y competitivos de la historia, ha revelado recientemente un detalle poco conocido de su infancia. En una entrevista con el periodista Edu Aguirre, el astro portugués confesó que, de niño, sus compañeros y vecinos lo apodaban "Llora" debido a su fuerte carácter competitivo y su incapacidad para aceptar la derrota con facilidad.
Desde pequeño, Ronaldo demostró una pasión desbordante por el fútbol. Criado en Funchal, Madeira, comenzó a jugar en el modesto CF Andorinha, donde ya destacaba por su talento y su obsesiva determinación. Su excompañero de equipo, Ricardo Santos, recordó: "Le llamábamos 'bebé llorón' porque si perdía o si no le pasaban el balón, se ponía a llorar". Este temperamento, que entonces le valía burlas, se convertiría con los años en una de sus mayores fortalezas.
A los 12 años, Ronaldo dejó su hogar para unirse a la academia del Sporting de Lisboa, una decisión que marcó el inicio de su camino hacia la grandeza. Su disciplina y esfuerzo constante lo llevaron a debutar en el primer equipo a los 16 años, donde su habilidad atrajo la atención del Manchester United.
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En 2003, Sir Alex Ferguson lo fichó, convirtiéndolo en una de las mayores promesas del fútbol europeo. Con los Red Devils, ganó tres Premier League y una Champions League, consolidándose como una estrella mundial.
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Su traspaso al Real Madrid en 2009 por una cifra récord de 94 millones de euros lo catapultó a la cima. En el club merengue, Ronaldo rompió récords, consiguiendo cuatro Champions League y convirtiéndose en el máximo goleador de la historia del equipo.
Su mentalidad inquebrantable, aquella que en su infancia lo hacía llorar por cada derrota, fue clave para alcanzar cinco Balones de Oro y una carrera plagada de éxitos en la Juventus y el Al Nassr, equipo de Arabia al que llegó y donde será nuevo compañero de Jhon Durán.
Hoy, Cristiano Ronaldo es un ejemplo de superación. Su historia demuestra que incluso los defectos percibidos en la infancia pueden transformarse en motores de grandeza. El niño "Llora" de Madeira se convirtió en un depredador del gol y en una leyenda del fútbol mundial.
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