Como a principios de la década de los cincuenta o a mediados de los ochenta, la 'factoría de Paterna', es decir los jugadores formados en la casa, vuelve a cimentar el resurgir del Valencia y, tras propiciar el curso pasado una agónica salvación, ahora tiene al conjunto de Rubén Baraja con la vista en Europa.
El Valencia ganó este domingo por 1-4 al Cádiz en un partido en el que usó hasta a siete canteranos y a otros dos futbolistas que también jugaron en el Mestalla, su filial, aunque no cuentan como formados en su ciudad deportiva. En total, nueve jugadores creados o pulidos en Paterna para una de las victorias más lucidas del curso.
El capitán del Valencia, José Luis Gayà, comandó una lista de la que también formaron parte Yarek Gasiorowski, Cristhian Mosquera , Jesús Vázquez, Hugo Guillamón, Javi Guerra y Fran Pérez, además de los atacantes Alberto Marí y Diego López, la estrella del choque del Nuevo Mirandilla.
El asturiano, que saltó de la cantera del Sporting de Gijón a la del Real Madrid y de ahí a la del Barcelona para recalar finalmente en el Valencia, marcó el segundo tanto y dio las asistencias del primero y del tercero, en este caso a otro canterano como Javi Guerra. El cuarto también tuvo el sello de Paterna: asistencia de Marí y gol de Jesús Vázquez.
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No son los únicos jugadores formados en las categorías y equipo inferiores que, con ficha o sin ficha, están en la plantilla. Por Paterna han pasado desde el veterano portero Jaume Doménech, hasta el jovencísimo David Otorbi, que hace unos días se convirtió en el jugador más joven en disputar un partido oficial con el Valencia al jugar e la Copa con 16 años y 82 días.
Junto a ellos Hugo González, Pablo Gozálbez, César Tárrega o Mario Domínguez ya han disputado minutos esta campaña, algo que aún no ha hecho el guardameta Cristian Rivero.
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¿Quién está detrás?
Detrás de esta explosión está el técnico Rubén Baraja, que es quien los pone. Leyenda del Valencia como jugador, el vallisoletano llegó el pasado mes de febrero al banquillo de un equipo en caída libre y con una plantilla esquilmada. El técnico hizo de la necesidad virtud y echó mano de Guerra, Diego López y Alberto Marí para lograr la salvación.
Esta campaña, tras otro verano de pocos fichajes que anticipa un mercado de invierno en la misma línea, no solo ha consolidado a ese tridente sino que ha añadido como titular habitual a Mosquera; ha recuperado para la causa a Hugo Guillamón en las últimas semanas; y ha metido en las rotaciones a Jesús Vázquez, Yarek o Marí. Gaya no se discute.
Como jugador, Baraja llegó en 2000 a una plantilla en la que Gaizka Mendieta o Juan Sánchez eran piezas clave y se consolidó en el once de manera paralela a productos de Paterna como David Albelda o que se acabaron de pulir allí como Miguel Ángel Ángulo o Curro Torres. En su caso, fue para formar un equipo campeón y uno de los mejores Valencia de la historia, ahora ha ocurrido ante una sombría situación económica.
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No es la primera vez que pasa. Ya lo hizo en los años cincuenta, cuando el club se hipotecó para ampliar Mestalla y tuvo que tirar de cantera para recuperarse de la resaca de títulos de los cuarenta. Su filial estaba entonces en Segunda División -e incluso ascendió a Primera aunque finalmente no pudo jugar la Liga-, por lo que esa transición no fue tan difícil.
Así, el equipo que lideraba el suecano y también exjugador del Mestalla Antonio Puchades, mejor centrocampista del mundial de Brasil 1950, acogió a los valencianos Francisco Sendra, Daniel Mañó, Juan Carlos Quincoces, Antonio Fuertes o Sócrates Belenguer.
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Todos ellos poblaron los onces valencianistas durante toda la década de los cincuenta e incluso parte de los sesenta, cuando otra hornada comandada por el centrocampista Roberto Gil recogió el testigo de un equipo capitaneado por Quincoces que había conseguido dos Copas de Ferias.
Lo mismo acaeció en los años ochenta. A finales de los setenta, el Valencia contaba con grandes estrellas, pero apuntaladas por gente de la casa, como los centrales Ricardo Arias y Miguel Tendillo o el centrocampista Robert Fernández.
Tras el descenso a Segunda de 1986 y ante un posible abismo económico se echó mano de nuevo de esa fórmula y se propició la aparición de Emilio Fenoll, Voro González o César Ferrando, además de la consolidación de Fernando Gómez, Carlos Arroyo o Fernando Giner, que ya habían asomado en el primer equipo pero que entonces cogieron un rol principal.
Aquello posibilitó que a su vuelta a Primera, el equipo creciera y llegara incluso a ser segundo en Liga con Víctor Espárrago como entrenador. Ahora, el equipo de Rubén Baraja esquivó en la última jornada de la pasada campaña la bala del descenso y aunque el objetivo de la campaña es la salvación apunta ya a Europa.
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