La Copa América Femenina 2022 , que terminará el sábado con la final entre la anfitriona Colombia y Brasil, fue un termómetro para diagnosticar el avance y las falencias del fútbol femenino en Sudamérica.
Tratada con indiferencia durante años, ahora la disciplina lleva a miles de aficionados a los estadios y acapara las cámaras. Pero también da señales negativas sobre las condiciones laborales de sus protagonistas.
A continuación, un balance:
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- Caliente: la audiencia –
La Copa seguramente superará el sábado la cifra acumulada de 100.000 espectadores en las gradas, en su gran mayoría presentes para los duelos del local en los estadios de Cali, Armenia y Bucaramanga.
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Nunca antes la afición colombiana se había volcado así para ver a las mujeres.
Ahora el fútbol femenino "es más visible. Lo que sí ha hecho esta Copa América es que gente que no tenía en el radar algunos nombres (de las jugadoras) empiece a conocerlas", dijo a la ‘AFP’ Carolina Jaramillo, directora de la firma de mercadeo deportivo ‘Score Sports’.
La experta también celebra un cambio de enfoque en ciertas marcas: "En algunas vitrinas de tiendas deportivas con el anuncio de la nueva camiseta (de la selección Colombia) quienes están en los afiches son las jugadoras".
La Copa también llegó a millones de hinchas a través de las pantallas: además de señal internacional de ‘DirecTV’, ocho canales públicos colombianos transmitieron los partidos. En Argentina la ‘Televisión Pública’ se sumó para la semifinal.
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"Me hace sentir feliz porque eso quiere decir que la modalidad del fútbol femenino está creciendo y es muy lindo que muchas personas puedan verlo", comentó sobre ese tema la delantera gaucha Soledad Jaimes.
La Conmebol anunció que la Copa América ahora se disputará cada dos años y por primera vez destinó premios económicos para las finalistas: 1,5 millones de dólares a la campeona y 500.000 para la segunda.
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- Tibio: los vetos –
En varios países voces que han denunciado los malos tratos de los dirigentes del fútbol contra los equipos femeninos han sido marginadas.
Antes de la Copa, algunas jugadoras críticas de la federación boliviana dijeron haber sido alejadas del equipo.
En Colombia, figuras rutilantes como Yoreli Rincón, máxima asistidora de la liga italiana, Isabella Echeverri o Natalia Gaitán, ambas con pasado reciente en España, tuvieron que ver a sus colegas desde la distancia.
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Todas ellas tienen en común que en 2019 hicieron temblar a la cúpula del fútbol colombiano con denuncias de acosos sexuales y laborales.
La censura es "algo que pasa en el fútbol lamentablemente hace varios años. Venimos viendo que jugadoras en la medida que han avanzado en ser más vocales han tenido que asumir el costo de lo que eso significa", dijo a la AFP Camila García, vicepresidenta de FIFPRO, el sindicato de futbolistas de la FIFA.
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En 2019 la entonces capitana de Argentina, Estefanía Banini, criticó severamente al entrenador Carlos Borrello y luego pasó tres años sin vestir la albiceleste.
Para Colombia-2022 volvió bajo el mando de Germán Portanova. "Por mi experiencia sé que es difícil hablar porque estamos en un país que castiga a quienes hablan", confesó Banini al diario La Nación.
La goleadora peruana Adriana Lucar también alegó haber sido excluida de la selección por sus críticas contra un exentrenador de la 'blanquirroja', que se despidió del torneo sin sumar puntos ni anotar goles.
- Frío: La profesionalización-
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La lucha del fútbol femenino en Sudamérica es desigual. Solo en Brasil (8), Argentina (8), Uruguay (8) y Chile (7) el fútbol profesional femenino tiene más de seis meses de actividad al año. Bolivia no tiene liga profesional.
Y en Colombia, la cancelación del torneo clausura local en vísperas de la Copa América desató una protesta de brazos arriba de las jugadoras de la selección en el debut copero.
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Chile y Brasil son una excepción en términos contractuales.
En el país 'austral' una ley reciente obliga a los equipos a hacer contratos profesionales progresivamente hasta alcanzar al 100% de las futbolistas en tres años.
Desde 2020 en la 'Canarinha' mujeres y hombres reciben los mismos premios y viáticos.
En el resto de países "hay jugadoras que tienen contrato, pero no necesariamente toda la plantilla de todos los equipos la tienen y no todas tienen las condiciones mínimas" de estabilidad laboral, recalca la vicepresidenta de FIFPRO.
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"Deberíamos avanzar hacia una estandarización de condiciones mínimas", concluye la dirigente del sindicato.
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