Con ocho victorias en ocho jornadas, una defensa impermeable y la capacidad de salir con los tres puntos también en los días más complicados, el Nápoles mantuvo una semana más su liderato en solitario en la Serie A italiana y la ciudad sureña vuelve a soñar con los éxitos vividos entre las décadas de los 80 y 90 por el equipo liderado por el argentino Diego Armando Maradona.
Con Luciano Spalletti en el banquillo, el español Fabián Ruiz al mando del centro del campo y un delantero en este momento incontenible como el nigeriano Victor Osimhen, el Nápoles doblegó 1-0 este domingo al Torino e igualó el mejor arranque de temporada de su historia, con 24 puntos de 24 posibles, como los que sumaba en el curso 2017-2018.
En el estadio que lleva, desde noviembre de 2020, el nombre de Diego Maradona, tras el fallecimiento de la leyenda argentina del año pasado, el Nápoles se sobrepuso a un partido complicado, que parecía encaminado hacia un empate sin goles, tras un penalti fallado por Lorenzo Insigne, un gol anulado por un milimétrico fuera de juego y un disparo al poste del mexicano Hirving Lozano.
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Pero terminaron emergiendo las ganas de triunfo napolitanas, con Osimhen, el fichaje más caro de la historia del club, pagando 70 millones de euros en 2020 para arrebatarlo al Lille francés, que anotó de cabeza a diez minutos del final la diana del definitivo 1-0.
Lo hizo con una muestra de su poderío físico, al saltar dos metros y 52 centímetros para impactar el balón, y desató la euforia de los 40.000 espectadores del Maradona.
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Si no son sorprendentes los buenos números ofensivos del Nápoles, con 19 goles firmados en ocho jornadas, sí destaca la solidez defensiva de los hombres de Spalletti, que apenas recibieron tres dianas.
El conjunto napolitano suma dos puntos de ventaja sobre el Milan, segundo; cinco sobre el Inter de Milán, vigente campeón y tercero, y nueve sobre el Roma, cuarto. El Juventus Turín, histórico rival del Nápoles, está a diez puntos de distancia, así como el Atalanta.
Unos números que llevan a la memoria de la hinchada "azzurra" recuerdos de hace más de treinta años, de aquel 29 de abril de 1990 cuando el equipo celebró su segundo y último "Scudetto" (título liguero).
Era el Nápoles de Maradona, Ciro Ferrara, Ricardo Rogério de Brito "Alemão", Gianfranco Zola y Antonio Careca; del propietario Corrado Ferlaino y del técnico Alberto Bigon. Era, sobretodo, el "MaraNápoles".
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Un equipo liderado por un Maradona que cambió para siempre la historia futbolística de una ciudad que, más de treinta años después, sigue luciendo imágenes de la leyenda argentina en las esquinas de las calles de su zona vieja y de los denominados "Quartieri Spagnoli" (Barrio de los Españoles).
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Diego fue elevado a "santo" en la ciudad sureña, incluso antes de su fallecimiento a los 60 años de edad, y no es difícil encontrar estatuas suyas en la céntrica Vía San Gregorio Armeno, el cuartel general de los productores de pesebres de Navidad de Nápoles.
Tras ese segundo "scudetto", el Nápoles, el propio Maradona, fue perdiendo competitividad, hasta entrar en una crisis que acabó en varios descensos de categoría.
Pero el orgullo de los napolitanos, y la gestión del presidente Aurelio De Laurentiis, devolvió el club a la elite del fútbol italiano en los últimos quince años, hasta llegar a rozar en 2017 el título liguero.
Tras las intensas etapas de los técnicos Maurizio Sarri, Carlo Ancelotti y Gennaro Gattuso, la dirección deportiva apostó el pasado verano por Luciano Spalletti, un técnico con ganas de revancha tras una deslucida experiencia en el Inter de Milán.
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Ahora, con el técnico toscano en el banquillo y caras visibles como el meta colombiano David Ospina, el senegalés Kalidou Koulibaly, Fabián Ruiz, Lorenzo Insigne o Victor Osimhen, Nápoles vuelve atener razones para soñar en grande.