James Rodríguez vive ahora un bonito presente con el Sao Paulo. El zurdo viene encontrando regularidad en el esquema táctico de Dorival Junior, además de seguir encontrando su nivel cada vez que juega con la camiseta de la Selección Colombia.
Sin embargo, muchos recuerdan aquel fugaz paso por la Liga de Qatar, con el Al-Rayyan, equipo al que llegó proveniente del Everton, club de Inglaterra del que le tocó 'salir corriendo', luego de que Rafa Benítez, técnico de aquel entonces de los 'toffies', le haya dicho de entrada que no contaría con él, pese al buen rendimiento que había mostrado en su primera temporada.
La decisión fue apresurada y fue tomada una vez que el periodo de transferencias de varios de los mercados europeos ya estaban cerrados , quedando la única opción de mirar hacia otras ligas que le permitieran emigrar hacia un nuevo país, en este caso, Qatar.
Tras algunas negociaciones, en el año 2021 James Rodríguez le dio el sí al Al-Rayyan qatarí, club en el que no pudo demostrar de la mejor manera su talento debido a las constantes lesiones.
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Ahora, tras algunos años y hasta argumentar que la liga del país de Medio Oriente no es tan competitiva como otras en las que ha estado , el '10' decidió revelar algunos otros detalles que lo hicieron tomar la decisión de irse antes de los estipulado rumbo al Olympiacos de Grecia.
En diálogo para 'Globo Esporte', Rodríguez Rubio aseguró que ha sido el país, con diferencia, al que más le ha costado adaptarse. “La cultura qatarí es muy difícil. Fue un país en el que fue mucho más difícil la adaptación”, aseguró.
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De hecho, recuerda con 'susto' una pequeña anécdota en el camerino, la cual, lo dejó marcado. “En el fútbol, cuando todo el mundo toma un baño, se queda sin nada (de ropa) y allá los compañeros me decían: ‘No, no, no te puedes quedar así'. Yo quedé asustado", confesó entre desconcierto y algunas risas el colombiano.
Otro tema, fuera de las canchas, fue el método para comer que utilizan los qataríes, pues asegura que comen con la mano. “Ellos comen con la mano. Para mí fue difícil también. Todo el mundo junto come con la mano. Ellos me compartían y yo decía: ‘No, gracias’. Preguntaba por los cubiertos y me decían: ‘No, con la mano’ y yo les respondía: ‘Estás loco, no voy a comer con la mano’”, declaró algo confundido, pero, al parecer, aliviado de ya haber pasado por dicha situación.