En un plazo de un mes se sabrá si mantiene las fechas o si las justas se celebran unos meses después, en noviembre.
El Comité Olímpico Internacional se ha dado un plazo de cuatro semanas para estudiar si puede o no mantener las fechas previstas para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y, si no es así, decidir cuándo podrían disputarse, a la vista del "empeoramiento" de la crisis sanitaria mundial desencadenada por la pandemia de coronavirus.
Está previsto que los Juegos Olímpicos se disputen del 24 de julio al 9 de agosto, seguidos dos semanas después por los Juegos Paralímpicos, del 25 de agosto al 9 de septiembre.
"La suspensión no está en la agenda", indicó el COI en un comunicado tras una reunión de su Ejecutiva encabezada por el presidente, el alemán Thomas Bach.
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"A la luz del empeoramiento de la situación a nivel mundial, la Ejecutiva ha dado hoy el primer paso en la planificación de los posibles escenarios", dice la nota.
"El COI, en cooperación con el Comité Organizador de Tokio 2020, las autoridades japonesas y el Gobierno Metropolitano de Tokio, iniciará conversaciones detalladas para completar su evaluación de la rápida evolución de la situación sanitaria mundial y sus repercusiones en los Juegos Olímpicos, incluida la hipótesis del aplazamiento", señaló el primer organismo deportivo mundial.
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"El COI confía en que habrá finalizado estas discusiones dentro de las próximas cuatro semanas y aprecia mucho la solidaridad y la colaboración de los comités olímpicos nacionales y de las federaciones internacionales para apoyar a los atletas y adaptar la planificación de los Juegos", añadió
El Comité "intensificará su planificación de escenarios para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020". Esto significa, explica el comunicado, que se replanteará "los planes operativos existentes para que los Juegos se celebren el 24 de julio de 2020, así como los cambios en la fecha de inicio de los Juegos".
Este periodo de análisis "permitirá una mejor visibilidad de la evolución rápidamente cambiante de la situación sanitaria en todo el mundo y en Japón" y "servirá de base para tomar la mejor decisión en interés de los atletas y de todas las personas involucradas".
La Ejecutiva del COI constató en su reunión que "por un lado hay mejoras significativas en Japón, donde la gente está dando una cálida bienvenida a la llama olímpica", lo que podría "reforzar la confianza del COI en los anfitriones japoneses" y en que podrían "con ciertas restricciones de seguridad, organizar los Juegos Olímpicos en el país, respetando el principio de salvaguardar la salud de todos los participantes".
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Pero, por otro lado, apunta, "hay un dramático aumento de los casos y nuevos brotes de COVID-19 en diferentes países de distintos continentes". Por eso, el COI estimó que debía dar "el siguiente paso en su planificación de escenarios".
La nota se refiere a la complicación que supondría el aplazamiento de los Juegos: "Varias sedes críticas necesarias para los Juegos podrían no estar ya disponibles. Las millones de noches ya reservadas en hoteles son algo extremadamente difícil de manejar, y el calendario deportivo internacional para al menos 33 deportes olímpicos tendría que ser adaptado".
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"Estos son solo algunos de los muchos, muchos más desafíos", incide el COI.
El anuncio de este nuevo escenario sigue a dos jornadas en las que se habían multiplicado los pronunciamientos de importantes federaciones y de comités olímpicos, así como de deportistas de todo el planeta, a favor de un aplazamiento de los Juegos.
Pese a la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 11 de marzo, el COI siempre había insistido en su intención de inaugurar los Juegos el 24 de julio.
El día 12 de este mes la llama olímpica fue encendida en las ruinas de Olimpia (Grecia), como es tradición, aunque un día después hubo que cancelar el relevo de la antorcha por el peligro de propagación del COVID-19 entre el numeroso público.
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La llama aterrizó el pasado viernes en Japón, donde también se había pedido a los ciudadanos que no salieran a las calles a acompañarla.
La postura a favor del aplazamiento de los Juegos de las federaciones estadounidenses de natación y de atletismo, las más importantes del mundo por su potencial deportivo y económico, pudo ser hace un par de días el empujón definitivo para que el COI se replantease un cambio de fechas.
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También los comités olímpicos de Noruega y de Brasil se han alineado con los partidarios de posponer la cita.
El pasado martes la UEFA y la CONMEBOL aplazaron a 2021 los otros dos grandes acontecimientos deportivos de este año, la Eurocopa y la Copa América de fútbol.
Los deportistas olímpicos de zonas especialmente afectadas por la pandemia y que están en situación de confinamiento, como los españoles, franceses e italianos, han subrayado la inferioridad de condiciones en las que llegarían a los Juegos de Tokio si estos se celebrasen en julio y habían emprendido campañas a favor del cambio de fecha.
Según las últimas cifras de la OMS, hay en el mundo más de 315.000 personas contagiadas por el coronavirus y han muerto más de 13.500.
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El riesgo de contagio y la prohibición o las limitaciones para viajar ya habían vaciado prácticamente del todo el calendario deportivo internacional. Entre las pruebas canceladas figuran decenas de torneos preolímpicos que puntuaban para la clasificación para los Juegos de Tokio. De los alrededor de 11.000 deportistas que iban a participar, solo el 57 % tiene ya su plaza asegurada, según cifras facilitadas por el COI esta misma semana.
El contrato del COI con el comité organizador de los Juegos de Tokio y con el comité olímpico japonés -las tres partes firmantes- prevé distintas situaciones que justifican la cancelación, desde una guerra hasta un embargo, pero no una pandemia como la que ahora afecta al planeta.
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El artículo 66, dedicado al "Vencimiento del contrato", señala en su apartado a/ que el COI estará "autorizado a poner fin al contrato y retirar los Juegos a la ciudad" si el país sede "está en algún momento, antes de la ceremonia inaugural o durante los Juegos, en estado de guerra, desorden civil, boicot, embargo decretado por la comunidad internacional o una situación reconocida oficialmente como beligerante o", apunta el texto, "si el COI tiene razones fundadas para creer, según su propio criterio, que la seguridad de los participantes en los Juegos estaría gravemente amenazada o comprometida por cualquier razón".
Este último criterio es, contractualmente, el que puede justificar un cambio en los planes olímpicos por culpa del coronavirus, si el COI considera que el COVID-19 supone un riesgo grave para los participantes.
El nuevo coronavirus puede lograr algo que, hasta ahora, solo habían conseguido las guerras mundiales: alterar el normal discurrir por el calendario de los Juegos Olímpicos. Se cancelaron los de 1916, 1940 y 1944.
Ni sangrientas revueltas políticas como la que antecedió a los Juegos de México'68, ni atentados en el mismo corazón de los Juegos como el de Múnich'72, ni el boicot de las grandes potencias a Moscú'80 y Los Ángeles'84, ni la incompetencia organizativa que puso en peligro Atenas 2004, ni la amenaza del mosquito Zika hace cuatro años en Río 2016 habían movido las fechas de los Juegos.
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Tras la II Guerra Mundial, St. Moritz (Suiza) y Londres retomaron la organización de los Juegos, que ya no ha vuelto nunca a verse alterada.