Les separan apenas unos metros en la línea de llegada de Peyragudes, donde el colombiano Nairo Quintana ha visto alejarse el tercer puesto de la general y ve más amenazado el cuarto.
El corredor, subido en el rodillo, asegura a los periodistas que el podio de París "todavía es posible", pese a que ahora está a 2.57 del británico Geraint Thomas.
Junto al autobús del Arkea, su director, Ibon Ledanois, es menos optimista y ve el vaso medio vacío: "La noticia del día es que Nairo ha aguantado el cuarto puesto y el objetivo es que mañana lo aguante también".
El estratega francés ve cómo Quintana no aguantó con los mejores y, a duras penas, lo hizo en el segundo grupo perseguidor. Incluso perdió unos segundos con el francés David Goudu y ahora le tiene solo a cuatro.
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Quintana cuenta con que la dureza de la carrera vaya haciendo mella en sus rivales. "Yo regulé bien, he entrado en buena condición física en la meta. Creo que otros se han vaciado más y puede que lo paguen mañana", dijo.
Al colombiano le queda una gran cita por delante, una etapa con dos puertos especiales y uno de primera categoría, una batalla sin descanso que supone la última oportunidad para los escaladores como él para avanzar posiciones en la general.
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"Es una buena oportunidad para nosotros. Todo el equipo está motivado para conseguir el podio de París", dijo el de Boyacá, segundo en 2013 y 2015 y tercero en 2016.
"Mañana puede pasar cualquier cosa, es una etapa mucho más dura, con altura, un puerto de salida, y de remate un puerto que hace mucho que no se sube y muchos de los jóvenes no tienen conocimiento de lo que es ese puerto y puede favorecerme mañana", señaló.
Quintana reconoció que no se siente capaz de seguir el ritmo de Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, pero espera que su condición de escalador aguerrido le permita ascender puestos mientras otros pierden más tiempo.
Su estrategia pasa por aguantar, por proseguir con la regularidad que lleva manteniendo desde que comenzó el Tour, que le ha llevado a los puestos más elevados en la general desde aquel 2016, su último paso por el podio.
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LA ALTITUD, SU ALIADA
El Tour vuelve a subir por encima de los 1.500 metros y Quintana sabe que ahí, donde el oxígeno es menos abundante, como en su Boyacá natal, sus dotes se subliman mientras otros sufren y pueden dejarse segundos.
A sus 32 años, Quintana es un veterano en un pelotón que rueda a ritmo de dos veinteañeros, pero la experiencia está de su lado.
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El ciclista sabe, además, que no cuenta con un equipo tan potente como algunos de sus rivales por el tercer puesto, como el Ineos de Thomas, la formación más adinerada del pelotón, que pone a poderosos gregarios al servicio del galés.
El colombiano Daniel Martínez le ayudó en el ascenso a Peyregudes, aunque el grueso de la subida la hizo el británico en solitario.
"Los otros rivales, desde las primeras etapas, les ha salvado mucho el equipo. Nosotros, dentro de nuestras posibilidades, nuestros jóvenes con todo su corazón hacen lo que pueden y me han cuidado para estar en la posición que estoy. No estoy solo, pedaleamos todos para el mismo lado, todos tenemos la motivación de tener la foto en el podio de París", agregó.
Quintana no tuvo su mejor día, pero salvó la situación complicada. Lo hizo en un día festivo para su país, que celebra la independencia, y quiso mandar un mensaje patriótico.
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"Hemos dado la batalla en nombre de mi país en la fiesta de mi país. Ojalá que todos la disfrutemos y reconozcamos la historia y que cada colombiano sienta su orgullo como yo lo siento", aseguró.