La segunda etapa pirenaica del Tour de Francia presenta dos opciones de ataque, una lejana, para los más arriesgados aventureros, y la otra más clásica, en las rampas de ascenso a Marie Blanque, cuya cima se encuentra a 18 kilómetros de la meta.
Los 153 kilómetros entre Pau y Laruns tienen un perfil tradicionalmente pirenaico que invitan a la ofensiva entre los pretendientes a la general en víspera de la primera jornada de descanso, cuando los ciclistas tendrán menos necesidad de guardar fuerzas.
Para poner fin al primer tercio de la carrera, el pelotón afronta un terreno con dos grandes opciones de ataque.
Una primera en Hourcère, un puerto inédito, de los pocos que quedaban por descubrir al Tour de Francia en Pirineos. Sus rampas, que se extienden en 11,1 kilómetros con una pendiente media del 8,8 %, ascienden por una vertiente de la ya clásica Pierre Saint-Martin, que recuerdan bien la hazaña de Chris Froome en 2015.
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En esta ocasión, los ciclistas lo harán por una carretera desconocida que en incluye tramos por encima del 10 %, "comparables a los del Alpe d'Huez, asegura el director deportivo de la carrera, Thierry Gouvenou.
Un escenario que puede inspirar una gran ofensiva, a menos que quienes aspiren a dar la sorpresa no prefieran esperar a atacar en las duras rampas de Marie Blanque, con sus 7,7 kilómetros al 8,6 % de pendiente media, que se concentra sobre todo en su tramo final con porcentajes casi invariables del 12 %.
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Quien logre una renta en su cima, además de una bonificación, tendrá ventaja para completar los 18 kilómetros que restarán hasta Laruns.
Así será la etapa 9 del Tour de Francia: Pau - Laruns, 153 kilómetros
Montaña:
Cota de Artiguelouve (4a), a 143,5 de meta
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Col de Hourcère (1a, 11,1 km al 8,8 %), a 84 de meta
Col de Soudet (3a) a 75 de meta
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Col d'Ichère (3a) a 32,5 de meta
Col de Marie Blanque (1a, 7,7 km al 8,6 %) a 18 de meta