La variedad y astucia de Ashleigh Barty, la número uno del mundo, se impuso a una irregular Karolina Pliskova, enchufada solo a ratos, para levantar su primer Wimbledon y segundo Grand Slam de su carrera (6-3, 6-7 (4) y 6-3).
La tenista australiana se lleva su primer grande desde que comenzara la pandemia y tras no haber jugado prácticamente en 2020. Ashleigh Barty, triunfadora en Roland Garros 2019, dejó a un lado las burbujas y los torneos sin público para oxigenarse en su casa y es ahora cuando recoge los frutos de ello.
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En una actuación espléndida, Ashleigh Barty desarboló a una Karolina Pliskova superada, rígida y sin sus golpes. Se impuso haciendo a la checa sufrir con cada golpe cortado, obligándole a meter varios golpes ganadores seguidos para desarmarle.
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Perdió los catorce primeros puntos del partido, se puso 4-0 abajo y amenazó con cometer un descalabro impresionante en la final. A partir de un mal juego de Ashleigh Barty, que supuso el 4-1, Karolina Pliskova se empezó a asentar. Maquilló el marcador con el 6-3, pero sus sensaciones eran muy malas. Mientras la australiana sumó doce golpes ganadores en ese parcial, la checa solo conectó dos.
Tenía un muro enfrente y empezó a saber torearlo cuando se vio con el trofeo de subcampeona en las manos. Ashleigh Barty dispuso de 3-1 a favor en la segunda manga, pero comenzó a sufrir, más por sus propios errores que por exquisitez de Karolina Pliskova.
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Su nivel aún le daba para llevárselo y sacó con 6-5 para sellar el encuentro y el título. Pero se equivocó. Le regaló dos pelotas de rotura a su rival, esta aprovechó la primera y hubo un desempate en el que Ashleigh Barty aún seguía pensando en ese décimo segundo juego.
Karolina Pliskova, de la nada, acababa de igualar la final. Era la primera final femenina de Wimbledon en irse a tres sets desde 2012, cuando Serena Williams derrotó a la polaca Agnieszka Radwanska.
Pero la pelea no aguantó. La laguna mental de Ashleigh Barty desapareció y Karolina Pliskova, que solo había dejado detalles en el 'tie break', comenzó a diluirse.
Permitió que Ashleigh Barty empezara un set más con ventaja. Otra losa que salvar, otro mal augurio. Se había librado ya una vez, pero esta vez fue imposible, la australiana no volvió a tender la mano y el plato de Venus de Wimbledon fue a parar en manos de la número uno del mundo.
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