Los pequeños botecitos de magia que Ole Gunnar Solskjaer tenía y que sacaba en ocasiones especiales parecen haberse agotado. Las pócimas que le convirtieron en héroe en el Camp Nou en 1999, y en salvador en el Parque de los Príncipes en 2019 y 2020 han llegado a su fin.
El noruego claudicó este martes cuando el Manchester United entregó la clasificación a octavos de final a un RB Leipzig mucho más despierto y organizado, pero que incluso coqueteó con el desastre en los minutos finales.
Solskjaer, abonado a la épica que le dio una Champions League en 1999, estuvo cerca de ver cómo su equipo aniquilaba un 3-0 en contra y pasaba sobre la bocina. Bruno Fernandes primero y Harry Maguire después, colocaron el 3-2, pero ahí desapareció el duende del noruego.
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Konaté estuvo a punto de devolverle ese aire mágico, cuando en el minuto 93 casi mete un centro en su propia portería, pero el dios del fútbol dijo basta y cercenó con un pie de Gulacsi las posibilidades del Manchester United de avanzar ronda.
No se repitió la mano inesperada de Kimpembe en París cuando el United sorprendió a toda Europa eliminando al PSG en los octavos de hace dos temporadas, ni Marcus Rashford apareció de la nada para aplacar al jeque y su séquito en su debut este año.
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Solskjaer se había acostumbrado a salvar puntos de partido como si de Novak Djokovic en la final de Wimbledon y con Roger Federer enfrente se tratara.
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Cuando surgían los rumores, más que infundados, de un acercamiento entre la cúpula de Ed Woodward y Mauricio Pochettino, el noruego se encargaba de despejarlos con un conejo debajo de la chistera.
¿Goleada por 1-6 ante el Tottenham Hotspur? Sin problema. Goleamos al Newcastle y ganamos en el Parque de los Príncipes.
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¿Derrotas consecutivas ante Arsenal e Istanbul Basaksehir? Contraatacamos ganando cuatro partidos seguidos.
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Incluso todo el revuelo ocasionado por el fracaso europeo, que ahora les manda a la Europa League, podría no haber existido nunca, si la vaselina de Edinson Cavani hace una semana ante el PSG hubiera caído unos centímetros más abajo o si Martial no hubiese tirado a las nubes una ocasión sin portero.
Pero ese 'Felix Felicis', poción de la suerte en la saga Harry Potter, se había quedado sin dosis y con él se marchó la aureola de un Solskjaer cuyos problemas solo aumentarán ahora que ya no existe el bálsamo europeo y al que se le unirán los largos viajes y los partidos los jueves a partir de febrero, cuando arranquen los dieciseisavos de la Europa League.