Alemania, en plena crisis tras la humillante derrota por 1-4 ante Japón que precipitó el cese de Hansi Flick, recibirá este martes a Francia con un triunvirato interino en el banquillo, liderado por Rudi Völler, y llena de dudas sobre su futuro inmediato y el camino hacia la Eurocopa de la que será anfitriona.
La manera como se produjo la destitución de Flick -con la selección convocada y entre dos partidos amistosos- es algo sin precedentes en la historia del fútbol alemán.
Las opiniones acerca de si la decisión era inaplazable, como argumenta la Federación Alemana de Fútbol (DFB), o si debió dejar que se sentara por última vez en el banquillo en el duelo contra Francia son encontradas.
La idea es que el triunvirato, formado por Völler, Hannes Wolf y Sandro Wagner, dirija a la selección sólo contra Francia para luego buscar una solución de cara a la Eurocopa para la que se barajan distintos nombres, entre los que destacan el del exentrenador del Bayern Julian Nagelsmann y el del exjugador internacional alemán Mathias Sammer.
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Otra variante que se ha mencionado es que, al menos hasta después de la Eurocopa, Völler asuma el mando del equipo. No tiene licencia de entrenador, pero ya fue seleccionador entre 2000 y 2004, y llevó a Alemania a la final del Mundial 2002.
La viabilidad de esa variante depende en buena parte del partido de este martes. Un buen resultado, que sería una sorpresa ante una potencia como Francia después de las recientes decepciones alemanas, podría hacer que las voces que apuestan por Völler se oigan con mayor claridad.
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La situación actual de la selección alemana tiene un diagnóstico complicado. La mayoría de los jugadores suelen mostrar con la selección un rendimiento claramente inferior al que tienen con sus clubes.
Contra Japón había en la formación titular seis jugadores que han ganado la Liga de Campeones y el único que no juega este año la máxima competición de clubes europea es Florian Wirtz, que disputará la Liga Europa con el Bayer Leverkusen. Y Flick también sabe lo que es ganar como entrenador la Liga de Campeones.
Eso hace pensar que el problema no está en la falta de jugadores, sino en otra parte, y suele apuntarse a la falta de cohesión del grupo o que el entrenador ya había dejado de llegar a sus jugadores.
Para muchos el problema viene de más atrás, de la última fase de la era de Joachim Löw. En 2017, cuando Alemania ganó la Copa Confederaciones con un equipo B, todo parecía en orden.
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Un año después llegó la debacle en Rusia de la que el equipo no parece haberse recuperado. Las decisiones de Löw, primero, y luego de Flick crearon un problema adicional al romper las jerarquías dentro del equipo sin lograr crear nuevas.
El último intento de Flick en ese sentido fue nombrar capitán a Ilkay Gündogan quitándole el brazalete a Joshua Kimmich. Para completar la degradación de Kimmich, lo puso a jugar contra Japón como lateral derecho y no en el centro del campo.
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No está claro lo que va a intentar este martes el triunviraro para revertir la situación. Gündogan seguirá siendo capitán, pero es bastante probable que tenga a su lado a Kimmich en el centro del campo y que adelante esté Thomas Müller, de quien se espera que guíe al equipo en el campo con sus dotes de comunicador y su liderazgo.
La ventaja que tiene el triunvirato es que ante Francia tiene poco que perder después de lo ocurrido frente a Japón. Los jugadores, tras la debacle, deberán salir con ánimo de resarcirse.
La tarea de Völler será ante todo lograr que el equipo recupere la mentalidad y el espíritu de lucha. Lograr que Alemania vuelva a ser Alemania y que reencuentre la senda que en algún momento perdió al hundirse en la autocomplacencia tras el título mundial en 2014.