En la periferia de Doha, la selección de Catar se aferra a su fulgurante ascensión y a los milagros del fútbol para tener un papel destacado en su primer Mundial dentro de un año, algo que llena de orgullo a jugadores y técnicos, que afrontan un gran desafío.
En la capital, los jugadores dirigidos por el español Félix Sánchez se entrenan con camisetas negras y equipamientos de última generación en las instalaciones de la academia Aspire, un inmenso complejo deportivo destinado a formar campeones en diversos deportes.
Al anochecer, después de una jornada muy calurosa en este emirato del Golfo rico en gas, las risas y las bromas en el césped dejan paso a caras más serias cuando se les habla de la cita mundialista.
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"Siento una presión y una responsabilidad, es un sentimiento fuerte, pero bonito a la vez. Casi estamos, solo queda un año. Tratamos de prepararnos de la mejor manera", confía a la AFP el centrocampista Abdalá Al-Ahrak.
Lúcido, admite que "el fútbol es una competición difícil", pero según él, la selección anfitriona tiene el potencial para "honrar" a Catar.
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Comparsa hasta hace unos años, la selección catarí ha logrado galones en el mundo del fútbol, sobre todo tras ganar la Copa de Asia en 2019 frente a un rival de prestigio como Japón.
'Todo puede ocurrir'
Esa victoria desató la euforia en Doha, tanto de los cataríes como de los expatriados (un 90% de la población del emirato), que celebraron juntos el éxito, en una simbiosis rara en un país en el que las diferentes comunidades apenas se mezclan.
Clasificada automáticamente como selección anfitriona para el Mundial-2022, el primero que se disputará en un país árabe, Catar ha invertido miles de millones de dólares para acoger grandes competiciones internacionales y en la formación de sus deportistas.
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En Aspire, jóvenes adolescentes en ropa deportiva deambulan por los pasillos al mismo tiempo que su selección se entrena en un pequeño terreno. El 70% de los jugadores de la selección que ganó la Copa de Asia se formaron en esta academia, según su propia web.
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Para el joven portero Yussef Hassan, participar en un Mundial es un "sueño". "Desde que era pequeño lo sigo por la televisión. Siempre tuve esta ambición, el deseo de poder participar yo también", explica a la AFP.
"Gracias a Dios nos ha dado esta oportunidad que tenemos hoy y todos queremos aprovecharla. Vamos a inscribir nuestros nombres en la historia,, es algo que evidentemente esperamos todos con impaciencia", se felicita el joven futbolista.
Y pese a la presencia de las grandes potencias del balón, "todo es posible en el fútbol". "Cada vez hay un equipo sorpresa que llega lejos en la competición. Todo puede ocurrir", augura.
'Responsabilidad y orgullo'
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Al igual que sus jugadores, el seleccionador español Félix Sánchez admite que frente a "los mejores equipos del mundo", el torneo será "un desafío de talla". Primer objetivo: "Superar la fase de grupos".
"Hace poco más de dos años que ganamos la Copa de Asia. No podemos contentarnos con vivir de este recuerdo, pero tampoco hay que olvidar lo que hemos conseguido", reivindicó a la AFP.
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"Es una gran responsabilidad. Más que la presión, notamos el orgullo de poder jugar un Mundial", explica, asegurando que el equipo quiere alcanzar "su mejor nivel".
Para Mitch Freeley, especialista del fútbol catarí, la selección merece "su puesto" en el Mundial. Desde la Copa de Asia, el equipo ha crecido mucho hasta ser invitada a grandes torneos como la Copa América.
"Pueden tener una gran oportunidad, sobre todo en su país con sus apasionados aficionados", añade el analista deportivo a la AFP.
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"Hace diez años que escuchamos hablar del Mundial. Claro que se espera que tengan éxito", confía a la AFP un joven aficionado catarí en el centro de Doha.