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Juana Emilia Herrera García, más conocida como La Niña Emilia, nació en Mahates, Bolívar, en 1932 y es recordada en Colombia por su legado en la música folclórica. Sin embargo, su vida estuvo marcada por una innumerable lista de luchas personales. Este es su Expediente Final.
“La Niña Emilia es un valor musical, folclórico, muy fuerte para la costa Caribe. Sus letras, sus ritmos, pero sobre todo su autenticidad, creo que es lo que hace que la gente siga muy conectada con su música después de tantos y tantos años”, reconoce Andrés Salgado Tous, libretista de cine y televisión.
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A La Niña Emilia siempre le fue mal en los temas del corazón. De hecho, fue obligada a casarse a los 15 años con un joven pretendiente que era empleado de su papá. Juntos tuvieron a su primer hijo Oswaldo, ese niño llegó para alegrar su corazón.
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Sin embargo, a los seis meses el bebé murió en sus brazos y, mientras ese dolor la consumía, todo se acrecentó al descubrir que su esposo la traicionaba con una prima.
Años más tarde se volvió a casar, pero esa relación tampoco prosperó. En total, La Niña Emilia tuvo seis hijos de padres distintos y conseguir dinero para sacarlos adelante era cada vez más complicado y, mientras hacía realidad el sueño de cantar a nivel profesional, se dedicó a la cartomancia y la tabacomancia.
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"Ella hacía esas cosas, para mí, inventaba y las cosas le salían ciertas", dice Nelly Echenique Herrera, hija de La Niña Emilia.
Una tarde cualquiera, en medio de una amena conversación con una amiga, sufrió parálisis facial y corporal, algo que puso a prueba su fe.
“Estaba sentada con una amiga de su infancia y comenzaron a contarse las cosas que hacían, las maldades que hacían, y entonces ella se reía y riéndose se le fue torciendo la boca, el ojo, un brazo (…) Ella le pedía al doctor José Gregorio Hernández y buscaba la ceniza de la leña caliente, la envolvía en un paño y se la pasaba en la cara todos los días, y en el brazo, y eso la curó”, comentó su hija.
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Esa misma fe la llevó a componer temas que se volvieron leyenda para el folclor, como ‘Periquito con arroz’, ‘Ya para qué más’, ‘11 de noviembre’, ‘La borrachera’, ‘Currucuchu’ y ‘Pájaro picón’, que le trajo varios dolores a su alma por la fuerte disputa que tuvo con Irene Martínez, quien reclamaba su autoría.
Emilia tuvo una relación complicada con la también cantante Irene Martínez, que finalmente terminó en una breve reconciliación antes de que ambas mujeres fallecieran, con tan solo un mes de diferencia, en 1993.
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La historia del tema Coroncoro no es más que el lamento de ella como madre ante la distancia con su hijo Nadín. La Niña Emilia exorcizó muchas veces el dolor con las melodías que nacían de manera orgánica de su alma.
“Él se fue a los 7 años con su papá, pero él va y regresa, iba y regresaba. Cayó en la droga cuando ya tenía como 19, 20, años, pero durante ese tiempo él la ayudaba”, cuenta Marelbys Pacheco, otra de las hijas de La Niña Emilia. Aunque el hijo de La Niña Emilia volvió a su lado y eso la llenó de alegría, siempre recaía en su problema de drogas.
Por ello, Coroncoro no era más que un llamado de una madre que siempre esperaba a su hijo.
La Niña Emilia luchó contra una insuficiencia hepática que acabó con su vida. Falleció el 15 de septiembre de 1993, dejando un vacío en el mundo de la música, y su voz sigue siendo un legado perdurable.
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Su vida fue inmortalizada en una serie de televisión y su música continúa desempeñando un papel clave en celebraciones y festivales.