Ver caer un rayo puede ser fascinante. Como de un punto se emana una luz que se extiende como si fuera un hilo, pero que es capaz de iluminar todo el cielo. El problema es que este fenómeno natural es tan impactante como peligroso.
El verdadero problema de los rayos es que no solo emanan luz, sino que tienen una carga muy alta de energía que debe liberarse en un punto en la tierra, y ahí es donde radica el peligro. Esta energía puede alcanzar temperaturas más calientes que la superficie del sol y liberar energía equivalente a la de una bomba atómica.
La rapidez con la que un rayo impacta puede sorprender. Las personas pueden ser afectadas por este fenómeno de dos maneras principales: impacto directo e impacto indirecto. El impacto directo ocurre cuando una persona es alcanzada directamente por el rayo, mientras que el impacto indirecto se produce cuando la electricidad viaja a través de objetos conductores, como agua o metal, antes de afectar a la persona.
En el caso de los impactos directos, estos tienten a ser más peligrosos, pues al instante de que el rayo toca a la persona, se generan repercusiones que pueden ser graves, incluso mortales.
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Cuando un rayo alcanza a una persona, la electricidad busca el camino de menor resistencia a través del cuerpo. Esto puede resultar en quemaduras, tanto internas como externas, porque el rayo tiene una temperatura extremadamente alta que puede vaporizar la humedad de la piel. De esa forma, se afectan desde la piel hasta sistemas vitales y daña tejidos y órganos.
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La electricidad del rayo puede afectar el ritmo cardíaco y la respiración. Además, puede interferir con las señales eléctricas del sistema nervioso, lo que posiblemente resulte en daños a los nervios y afectaciones de funciones vitales. Es esencial comprender cómo el sistema nervioso responde a este tipo de agresión para entender completamente las implicaciones de ser alcanzado por un rayo.
En los casos en los que se presentan impactos indirectos, pueden ocurrir otras consecuencias, como que la persona muera electrocutada o ahogada. Por ejemplo, si una persona está nadando o bañándose durante una tormenta eléctrica, un rayo puede caer en el agua cerca de ella y la energía viaja a través del líquido.
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En cualquiera de los casos, si una persona logra sobrevivir un rayo, las secuelas físicas como emocionales perduran. En cuanto a las primeras, se experimentan efectos a largo plazo que deben ser controlados por un experto.
En cuanto a las cicatrices emocionales, debe tener claro que no solo el cuerpo sufre; la mente también puede sentir los efectos del trauma. Las personas que han sido alcanzadas por un rayo a menudo experimentan ansiedad, estrés postraumático y otros problemas psicológicos. Comprender estos aspectos es crucial para apoyar a quienes han pasado por esta experiencia.
La importancia de protegerse contra los rayos
Los efectos de los rayos son severos, y son más comunes de lo que se cree. Se estima que, cada año,63 personas en Colombia mueren después de ser alcanzados por un rayo de forma directa.
Para evitar sumarse a esa lamentable cifra de víctimas, se recomienda que cada vez que haya una tormenta, ya sea eléctrica o seca, busque refugio en edificios sólidos. Evite áreas abiertas y manténgase alejado de objetos altos como árboles y postes, y de los elementos que conduzcan la electricidad,
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Así mismo, espere al menos 30 minutos después del último rayo, antes de ir al exterior. Los relámpagos pueden golpear dos veces en el mismo lugar, por lo que es importante esperar un tiempo seguro antes de salir.
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También se recomienda mantenerse informado sobre el clima y evite actividades al aire libre cuando se pronostiquen tormentas.