Acoger a un animal de compañía es un compromiso permanente. Abrir nuestro hogar a un perro, gato u otro animal doméstico tiene que ser más que una decisión impulsada por una fecha comercial del calendario, un deseo pasajero o por la insistencia de los más pequeños de la casa.
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“No podemos dejarles la responsabilidad a los niños porque sabemos que finalmente sí pueden cumplir algunas de sus misiones con ellos, pero no van a ser los encargados de eso en el hogar”, recalca Sheryl Saiz, de la fundación Por Amor a Rocky.
Recuerde que los animales requieren mucha atención y cuidado. Los niños pueden perder interés rápidamente, y el acuerdo sobre quién va a pasear al perro o limpiar la caja de arena del gato puede convertirse fácilmente en un motivo de discordia.
Un integrante de cuatro patas en el hogar debe ser una decisión meditada y que requiere del consenso de toda la familia. “Entiendan que los animales necesitan que nosotros les dediquemos tiempo de recreación, ellos también necesitan que evaluemos los recursos que podemos destinarles porque a ellos hay que alimentarlos, hay que llevarlos al veterinario, hay que recrearlos también. Hay que tener muchísima paciencia porque hay muchos animalitos que les cuesta adaptarse, pero no hay nada que el amor el respeto y la tolerancia hacia ellos no pueda solucionar”, recalca Sheryl.
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