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Colombia ha liderado durante diez años proyectos de investigación en la Antártica sobre mamíferos marinos como las ballenas. Los investigadores a bordo del buque ARC Simón Bolívar estudian el impacto del mercurio en estos gigantescos animales y qué tan fuerte es su conservación poblacional.
Una de las actividades científicas más esperadas durante la Expedición Antártica, para la que se necesita un traje antiexposición y mantener afinados todos los sentidos es el avistamiento de ballenas.
La navegación es en bote y promete ser adrenalina pura para encontrarse de frente con el mamífero marino más imponente, la ballena.
Observar a este majestuoso animal en pleno verano austral antártico hace parte de las misiones de decenas de investigadores. Diego Mojica es uno de ellos y durante de más de nueve años ha ido al continente blanco para recolectar muestras inéditas de estos mamíferos. Actualmente lo hace a través de la Fundación Malpelo, dedicada a proteger los ecosistemas marinos en Colombia.
Mojica utiliza un instrumento de tiro, que permite que un pequeño dardo recolecte una muestra. Todo dentro de un protocolo estricto para no generar ningún daño a las ballenas.
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Identifican los resoplidos, producto de la respiración profunda de los mamíferos, que en intervalos de 10 a 20 minutos asoman su dorso a la superficie.
En la primera salida de las ballenas jorobadas a la superficie, el equipo de Noticias Caracol, que se sumó a la Expedición Antártica, quedó sin respiración ante la majestuosidad de estos animales y captó unas asombrosas imágenes.
Una vez se observa el rastro del mamífero, los investigadores, que deben tener agilidad y puntería, cuentan con pocos segundos para tomar las muestras.
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