La Novena de Navidad, arraigada en la tradición y emoción de diciembre, se convierte en un vínculo especial durante momentos destacados como la Noche de Velitas, Navidad y Fin de Año. Desde el 16 hasta el 24 de diciembre, un aura de espiritualidad envuelve a familias, amigos y vecinos que se reúnen para recitar oraciones, reflexionando sobre el significado del nacimiento de Jesús.
Este ritual, más allá de su dimensión espiritual, se transforma en una oportunidad para el compartir y la convivencia. La mesa se llena con los sabores típicos de la temporada: natilla, buñuelos, galletas y arroz con leche, creando una atmósfera de tradición y sabor que une a las personas en torno a la celebración.
La historia de la Novena de Navidad se remonta a 1743, y su impacto trasciende fronteras. Venezuela y Ecuador, por ejemplo, se suman a la práctica de rezarla con sus propias variantes y delicias culinarias autóctonas.
En México, mientras no se celebra la Novena, las posadas ocupan un lugar especial. Durante nueve días, se preparan para recibir al Niño Jesús con reflexiones y la peculiar tradición de romper piñatas, una costumbre que va más allá de las posadas y se extiende a eventos especiales.
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Centroamérica también abraza la esencia navideña. Países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá celebran posadas, tejiendo una red de festividades que atraviesa fronteras y une a la región en la celebración de la temporada navideña.
¿Por qué solo se realiza la Novena de Navidad en esas regiones?
La singularidad de esta práctica radica en su origen exclusivo en la región latinoamericana, específicamente en Quito, Ecuador. En 1730, el padre Fray Fernando de Jesús Larrea, fue el precursor, redactando el texto para la novena con el objetivo de convocar a los fieles católicos a la iglesia y rezar en los días previos al nacimiento de Jesús.
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Los primeros años de esta celebración estuvieron marcados por el caos, ya que la novedad de la práctica carecía de reglas definidas. Esto favoreció que los feligreses introdujeran cánticos vulgares y generaran alboroto durante los rezos.
Posteriormente, en Quito, la monja Bertilda Samper Acosta, tomó la responsabilidad de reescribir la novena, siendo su versión la que persiste en la actualidad en Colombia. A pesar de las críticas iniciales por las modificaciones, la hermana Bertilda es la autora de incluir la famosa Oración al Niño Jesús en la Novena de Aguinaldos, traducida originalmente del francés.
Con el transcurso de los años, la novena ha sido una costumbre en la cultura regional. A pesar de las ligeras variaciones entre distintas localidades, colombianos, ecuatorianos y venezolanos se congregan alrededor del pesebre desde el 16 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús.