Dos pueblos antioqueños, separados por 77 kilómetros, tienen una historia en común. Yolombó, la tierra de la marquesa más famosa de la literatura colombiana, y Santo Domingo, el pueblo donde nació Tomás Carrasquilla, el escritor que inmortalizó al personaje, están cruzados por la sangre y la escritura.
La novela, que está a las puertas de cumplir un siglo, da pistas del nexo genealógico entre el autor y Bárbara Caballero, la mujer que se convirtió en dueña de minas y esclavos en plena época de la colonia, cuando el hombre mandaba sobre lo divino y lo humano.
Pero ¿existió la marquesa o fue una invención literaria de Carrasquilla? Hace diez años, la gestora cultural Teresita Rivera, que andaba buscando sus raíces entre los papeles de la Iglesia de San Lorenzo de Yolombó, tuvo la suerte de hallar las pruebas de la existencia de la mujer, pero no de su marquesado.
Han pasado dos siglos y Bárbara Caballero y Alzate sigue viva en la tradición oral de su municipio, tiene escultura en la plaza principal y hasta parque educativo, porque, a pesar de las objeciones de su tiempo, aprendió a leer y a escribir, y, lo que es más meritorio, a impartir su conocimiento.
Publicidad
En nuestro recorrido por tierras antioqueñas, llegamos hasta el corregimiento de La Floresta y a su río San Bartolomé, donde Carrasquilla cuenta que la marquesa construyó su poderío económico.
Pero ¿en verdad fue dueña de un emporio de minas y esclavos? Varios documentos revelan sus negocios con el oro que abrieron el camino para que cientos de mujeres de la región se convirtieran en parte del proceso minero, desde barequeras hasta propietarias de minas.
Publicidad
Bárbara Caballero, la mujer de la ficción que en algún momento de la historia de Yolombó tuvo tumba en el cementerio, es una realidad en antiguos documentos que están a salvo gracias a la gestora cultural que los halló en el fondo de un sótano, pero que podrían perderse porque no han encontrado quién se encargue de preservarlos.