La Feria Internacional del libro de Bogotá 2024 está llena de alusiones a La Vorágine, el clásico universal de José Eustasio Rivera que cumple 100 años de ser publicado.
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La novela está presente en la selva sin bruma de una maqueta, en un mapa que marca la travesía de Arturo Cova y Alicia, en una maloca iluminada, en la magia de los artistas que la recrean, en las ediciones de lujo y en las ediciones al alcance de todos.
Pero La Vorágine original, la madre de todos las vorágines publicadas, la que realmente está cumpliendo 100 años, está en el stand de la Universidad Nacional de Colombia. Es la novela de 1924, antes de ser modificada por el autor en cuatro ediciones posteriores.
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“Son 140 ediciones publicadas hasta hoy en todo el mundo y en muchas editoriales, pero ninguna volvió a editar la versión de 1924 hasta hoy, en cabeza de la Facultad de Ciencias Humanos de la Universidad Nacional de Colombia, bajo el impulso investigador de su decano, el profesor Carlos Guillermo Páramo”, explica la curadora de la novela, Norma Donato.
¿Por qué es importante la primera edición de la novela que fue aplaudida en el extranjero? La investigadora del instituto de textos y manuscritos modernos de Francia cuenta que los amigos más cercanos le dicen que es una novela demasiado poética y le sugieren corregir la primera versión. Rivera atiende a los críticos, redacta una segunda versión y de ahí otras tres versiones.
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La quinta y última versión, publicada en 1928, es la que todos leemos desde el colegio, desprovista de la poesía que ronda la versión original que revivió la Universidad Nacional después de 100 años.
Un ejemplo es suficiente para entender el cambio del lenguaje en la obra. Una descripción que hace el protagonista Arturo Cova de Zorayda Ayram, la madona turca de la historia, cambia rotundamente entre la primera y la quinta versión.
En la primera edición de 1924 dice textualmente: “Este diablo de vieja infanda toca los límites de la marchitez y la obesidad”. En la quinta edición, corregida por Rivera, la descripción da un giro dramático hacia la prosa: “Esta jamona indecorosa alcanza los límites de la marchitez y la obesidad.”
Jineth Ardila, directora del Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL, encuentra en ese salto hacia la prosa una alteración al trasfondo de la historia. “Le quita el simbolismo de los brujesco, de la bruja, y lo convierte en jamona indecorosa. No solo quita la metáfora, sino que quita el trasfondo de la novela. La Vorágine es una obra sobre el embrujo de las selva, sobre el embrujo del caucho”.
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Por otra parte, la primera edición fue publicada con tres fotografías en las que Rivera pretendía imprimirle veracidad a la historia, más allá de la realidad de su denuncia: la masacre de las caucherías a principios del siglo pasado. Fue tal su afán por hacer veraz la historia que una de las imágenes corresponde a una foto suya en la que se presenta como Arturo Cova, el protagonista de la novela.
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