La determinación de cuál es el momento adecuado para iniciar la vida sexual es un tema que suscita varias opiniones y consideraciones. Si bien la biología marca la pubertad como el inicio de la capacidad reproductiva, la madurez emocional y psicológica para el consentimiento sexual es un factor determinante y altamente variable entre personas.
Las leyes de consentimiento sexual pueden cambiar según el país o región, pero más allá de las regulaciones legales, es esencial que la persona tenga la libertad y la capacidad para comprender, y expresar el consentimiento sexual de manera libre y clara.
La comunicación efectiva y la toma de decisiones responsables son pilares fundamentales para relaciones saludables, basadas en el respeto y la igualdad.
Según los indicadores de Unicef, gran parte de las personas de América Latina y el Caribe inician su vida sexual durante la adolescencia, entre los 12 y 18 años.
¿Cuál es la edad recomendada para iniciar la vida sexual?
Si bien es cierto que no existe una edad mínima universalmente aceptada y que está influenciada por factores como la madurez emocional y el conocimiento sobre la sexualidad. Isabel Pérez, psicóloga y sexóloga educativa, explica que ejercerla debería dejarse de ver como algo negativo: “Hay muchísimas prácticas más que son maneras de ejercer la sexualidad, que parten desde lo individual hasta lo compartido, y van desde los besos y las caricias”.
Así mismo, Pérez, asegura que, pese a no existir una edad reglamentada para iniciar la vida sexual, si es importante que la persona se conozca así misma, “cuando no tengo que hacerlo a escondidas, cuando no tengo que hacerlo por complacer a alguien, cuando no tengo que hacerlo por quedar bien con mis amistades. Creo que ese puede ser un buen momento para decir ‘okay, ahora sí voy a iniciar o no’; es donde además las personas involucradas estén de acuerdo”.
En este contexto, es importante destacar la relevancia de la educación sexual temprana y comprensiva, que incluya información sobre la salud sexual y reproductiva, la prevención de enfermedades de transmisión sexual, el consentimiento y las relaciones saludables. Esto puede ayudar a los jóvenes a tomar decisiones informadas y a desarrollar habilidades para proteger su salud y bienestar en el ámbito sexual.