El continente blanco, la Antártica, es el congelador del mundo: 99% de hielo. También es la reserva de agua dulce más grande de la Tierra. Hasta ese punto llegará Colombia por décima vez, en un esfuerzo de Nación que suma capacidades aéreas, marítimas, navales y científicas, todos con un solo propósito: generar ciencia que permita proteger y conservar el corazón del planeta en la Expedición Antártica .
“Ya la Armada Nacional ha podido participar en cuatro veces anteriores llevando su buque ARC 20 de Julio, llevando helicóptero, llevando lanchas para hacer estudios de hidrografía y adecuando un buque de guerra para hacer investigación científica; eso es un mensaje importante, que la gente debe conocer, que este es un tema importante de responsabilidad, donde una institución castrense está mostrando una capacidad de desempeñarse en otros roles”, indica el capitán de navío, Juan Camilo Forero.
El capitán Forero lleva años al frente de la planificación de la décima expedición Antártica de Colombia, travesía que esta vez tiene un significado poderoso, no solo para el país, sino para el mundo entero.
El buque ARC Simón Bolívar es el primero en la historia del país con capacidades netamente científicas y llevará a bordo a 103 tripulantes.
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La coordinación de la expedición estará en manos de Natalia Jaramillo Machuca, una joven colombiana. Es historiadora, magíster en Geografía y expedicionaria de corazón, cuerpo y mente. Ha volado drones y hasta aviones. Esta vez su misión es mantener a flote 18 proyectos de investigación científica.
“Literalmente ha sido como amor por el continente blanco, he tenido la oportunidad de ver crecer el programa antártico desde el comienzo, de ver la evolución y ver en lo que se ha convertido en Colombia a nivel de investigación científica polar”, explica con orgullo.
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Una y otra vez se ha enfrentado no solo a visibilizar la ciencia en un continente completamente diferente al nuestro, sino que también ha vivido lo que es dejar a sus seres queridos por meses, especialmente en fin de año.
Hace 7 años empezó su sueño por proteger, conservar y descubrir lo que guarda este continente, el corazón del planeta, porque conecta los océanos y los hace fuente de productividad y vida.
La agenda del programa antártico colombiano a bordo del buque ARC Simón Bolívar es ambiciosa para un país en el que poca visibilidad tiene la ciencia y menos cuando se trata de un continente que queda a 11.199 km.
Desde hace años, Colombia ha querido potencializar esas capacidades al servicio de la investigación. En 1959 el país decidió firmar el tratado antártico con otros 56 países del mundo, para determinar que la Antártica sería un territorio de paz y ciencia, una reserva natural y sin actividad militar. Aquí la cooperación es la base de la permanencia.
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“En la Antártica si no cooperamos literalmente la vida se ponen en peligro. Entre nosotros cooperamos con las bases, con otros buques, lo que esté alrededor nuestro, y por supuesto en función de poder hacer la mayor cantidad de actividades científicas posibles dependiendo siempre y respetando el entorno, el paisaje, la fauna, la flora y sobre todo la meteorología, lo que va a dictar el ritmo del trabajo el ritmo de la ruta que se pueda llevar a cabo la cosa que tenemos planeada depende un 100% del genio de antártica y del clima”, indica Natalia Jaramillo.
Con este inmenso propósito arranca la Expedición Antártica, un recorrido de más de 74 días de navegación, 115 días de operación y 22 días intensos días de trabajo científico en terreno. La expedición inicia en el puerto de Buenaventura y pasa por países como Ecuador, Perú, Argentina y Chile. El destino final será la Antártica, el territorio de todos y de nadie.
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