En los últimos años, las mascotas han ido adoptando cada vez más un papel importante dentro de las familias, pasando de ser tratados como animales de compañía a ser considerados como un miembro más del hogar.
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Es común que aquellas personas que no tienen hijos o no consideran tenerlos traten a sus perros o gatos como verdaderos bebés. Sin embargo, esto puede traer consecuencias negativas para los animales que podrían llegar a causarles la muerte.
La humanización de las mascotas representa una trasgresión a su especie y puede generar una modificación en la naturaleza de los animales, dadas las condiciones en las que se desarrollan. Si bien es natural demostrar el cariño hacia estos seres vivos y querer brindarles todas las comodidades posibles, el exceso de amor puede ser un peligro para ellos.
La médica veterinaria y magíster en Etología Alejandra Mejía asegura que, cuando los animales son humanizados, se les impide expresarse en términos de su especie, creando modificaciones a nivel físico y mental.
“Hacemos que se vuelvan tan apegados a nosotros… que comienzan a tener niveles de estrés o ansiedad ante la desaparición del propietario, tanto así que les puede llegar a dar un infarto”, comenta la experta.
Mejía reconoce que puede haber excepciones en el trato de las mascotas y propone un punto intermedio en el cuidado de los animales sin llegar a caer en los excesos. Por ejemplo, abrigar a las mascotas cuando necesitan protección extra para el frío, sin necesidad de conseguir un armario lleno de ropa para ellos.
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Adicionalmente, recuerda la importancia de respetar y satisfacer las necesidades de la especie. En el caso de los gatos, aconseja guardar su espacio y no cambiar mucho su territorio para que estos se puedan sentir en confianza. Para los perros, destaca la importancia de sacarlos a socializar con otros miembros de su especie y dejarlos jugar para que gasten su energía y fortalezcan las articulaciones.
Una mascota requiere de cuidados básicos como la correcta alimentación, el acceso a servicios veterinarios, el entretenimiento y el cariño, pero dejarse llevar por el amor puede incurrir en una práctica de maltrato animal, limitando su libertad como especie, entorpeciendo sus instintos naturales.