Los olores son sensaciones percibidas por el sistema olfativo cuando se detectan ciertas sustancias químicas en el aire. Estas sustancias pueden ser gases, vapores o partículas diminutas que, al entrar en contacto con los receptores olfativos en la nariz, envían señales al cerebro para ser interpretadas como diferentes olores.
Los olores juegan un papel fundamental en nuestra vida diaria. Nos permiten percibir el entorno, evocar recuerdos, influir en nuestro estado de ánimo e incluso ayudarnos a tomar decisiones, como elegir alimentos. Además, la industria de los aromas es muy importante en sectores como la perfumería, la alimentación y la cosmética.
Se dice que cada etapa de la vida tiene un aroma particular, pero hay uno que despierta especial curiosidad: el "olor a viejo”. Lejos de ser una percepción subjetiva, la ciencia ha demostrado que este fenómeno es real y tiene una base química específica. Aunque el término pueda evocar un concepto negativo, la realidad es mucho más interesante.
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¿A qué se refiere el "olor a viejo"?
El "olor a viejo", conocido en Japón como kareishu, es un aroma característico que aparece en las personas mayores y es resultado de procesos naturales del cuerpo. La investigación "2-Nonenal, recientemente descubierto en el cuerpo humano, tiende a aumentar olor con el envejecimiento", desarrollada en Japón y Estados Unidos, arrojó luz sobre este fenómeno, señalando que su origen no está relacionado con el sudor, la falta de higiene o cualquier otro fluido corporal, sino con una molécula llamada 2-nonenal, producida durante la oxidación de la piel.
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Y según explicó el investigador español José María Antón a El Pais, el kareishu no tiene un aroma desagradable en su contexto natural, aunque en estado puro puede ser muy penetrante. "Los cambios hormonales de la madurez traen efectos como el aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel. Paralelamente, se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural y el resultado es que aumenta exponencialmente la peroxidación y el cuerpo huele cada vez peor", expresó.
"Es ese olor que se nota en los asilos, por muy limpios que estén", dijo en la entrevista. Este compuesto fue identificado por primera vez en 2001 por científicos de la compañía japonesa Shiseido, quienes lideraron una serie de estudios para entender cómo se genera y cómo afecta la percepción olfativa.
El origen químico del "olor a viejo"
El 2-nonenal es un aldehído insaturado que se desarrolla debido a la oxidación de los ácidos grasos insaturados presentes en la piel, particularmente los de la familia omega-7. Estos ácidos sufren un proceso de degradación química a medida que la piel pierde su capacidad antioxidante con el paso de los años. A medida que envejecemos, nuestra piel experimenta una disminución en las reservas antioxidantes naturales y una acumulación de peróxidos lipídicos.
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Este cambio comienza alrededor de los 30 años, aunque se vuelve más evidente después de los 40, según los análisis realizados con técnicas avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas. Los investigadores determinaron que el 2-nonenal no está presente en los jóvenes, pero su concentración aumenta significativamente en las personas mayores. De hecho, cuanto más avanzada es la edad, más prominente es este compuesto en el perfil olfativo del cuerpo.
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¿Es el "olor a viejo" menos intenso de lo que parece?
Un estudio complementario del Centro Monell en Estados Unidos demostró que, en comparación con el olor de los jóvenes y los adultos de mediana edad, el aroma corporal de los adultos mayores es menos intenso y, en ocasiones, incluso más agradable.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores recolectaron muestras de olor de 16 personas de diferentes rangos de edad: jóvenes (20 a 30 años), adultos de mediana edad (45 a 55 años) y adultos mayores (75 a 95 años). Las muestras se obtuvieron mediante camisetas con almohadillas especiales en las axilas, que los participantes usaron mientras dormían durante cinco noches consecutivas.
Estas muestras fueron analizadas por un grupo de voluntarios jóvenes, quienes calificaron la intensidad y agrado del olor. Sorprendentemente, los olores de los adultos mayores fueron percibidos como menos penetrantes y más neutros en comparación con los de los jóvenes, lo que podría deberse a diferencias en los componentes químicos que conforman los olores corporales a lo largo de la vida.