Para el Vaticano no se debe impedir ni prohibir la cercanía de la Iglesia católica con personas que, en cualquier situación, busquen a Dios. Entre ese grupo de creyentes están los separados o divorciados que ya tengan otro vínculo civil, parejas a las que el papa Francisco autorizó a recibir una bendición espontánea.
“Nosotros en la Iglesia, los servidores, ministros, obispos, no podemos discriminar, no podemos rechazar, no podemos estigmatizar a estas personas que han fracasado en su matrimonio y que están separadas o vueltas a casar. Tenemos que oírlas, tenemos que apoyarlas, tenemos que acogerlas”, destaca el padre Carlos Novoa, doctor en Ética y Teología.
Ahora, el hecho de recibir una bendición espontánea no significa tener una autorización para volver a casarse ante la Iglesia o recibir una comunión sacramental.
“Los divorciados vueltos a casar y las personas que se encuentran en unión marital de hecho no pueden recibir la comunión sacramental ni tampoco estar en condición de recibir el vínculo sacramental. Únicamente pueden realizar la comunión espiritual, que se realiza desde el lugar donde estén en la misa, que sí pueden participar de ella, y adicionalmente pueden recibir una bendición para la pareja, no para la unión civil o para la unión marital de hecho”, indica Hernán Olano, decano de Unicoc y canonista.
En el tribunal eclesiástico de Bogotá se adelantan más de 700 procesos de nulidad de matrimonio al año. Muchas de estas personas buscan dar por terminada su unión para poder casarse de nuevo ante la Iglesia. “Intentan de esa manera reconciliarse y contraer nupcias. Mientras tanto (con la nueva indicación del Vaticano) podrían tener una bendición para la pareja, pero no tienen bendecida la unión”, agrega.
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La Iglesia católica establece que para la bendición moral debe existir un proceso de confesión o de reconversión previa de las parejas separadas y así aceptar la comunión espiritual de Dios.