Este martes, 28 de junio, la Comisión de la Verdad le entregará a Colombia su informe final sobre lo que sucedió en el conflicto armado, uno de los más largos del mundo. Esta ola de violencia golpeó a millones de ciudadanos durante más de 50 años.
A raíz de los acuerdos de paz entre el Estado y la extinta guerrilla de las FARC, se acordó la creación de esta comisión para que, de manera autónoma, investigara lo ocurrido, estableciera las causas que desencadenaron estos graves hechos y además escuchara a las víctimas. Su principal objetivo: crear conciencia para no repetir la estela de violencia y promover una paz estable.
La Comisión de la Verdad ha realizado más de 13 mil entrevistas individuales y cerca de 1.200 entrevistas colectivas a víctimas del conflicto, empresarios, militares y excombatientes, entre otros. Además, se escucharon testimonios en 27 países.
María Prada, miembro de la mesa técnica de legado de la Comisión de la Verdad, explica la importancia histórica de dicho informe y del trabajo que ha hecho esta entidad.
¿Cuál es la importancia del informe que ustedes van a dar a conocer el próximo martes?
"El país tiene registradas oficialmente más de 9 millones de personas que han sido víctimas del conflicto armado. Estas no son cifras de expertos externos, son cifras oficiales, estatales. Debemos entender la dimensión de lo que nos ha ocurrido en este país, que de alguna manera se ha vuelto parte de la cotidianidad. Por eso, este informe lo que busca es ofrecer una oportunidad nuevamente a los colombianos y colombianas para que podamos ver y entender de mejor manera lo que nos ha pasado, por qué nos ha pasado, pero, sobre todo, por qué nos sigue pasando y qué es lo que tenemos que transformar en nuestra sociedad".
¿Cuál ha sido la tarea de la comisión de la verdad desde que comenzó su investigación en noviembre del 2018?
"Hemos escuchado más de 27 mil testimonios de víctimas, de responsables, hemos escuchado a muchas personas que han dejado las armas, que portaron las armas legalmente desde el Estado. Más de 27 mil, no solo en Colombia, sino en 24 países del mundo, donde hay víctimas que han dejado la tierra colombiana debido al conflicto armado interno. Nuestra principal tarea ha sido escuchar, recibir esa información, analizarla, contrastarla con las fuentes oficiales, identificar patrones y, a partir de eso, producir esta investigación. Pero este ejercicio de escucha ha venido acompañado todo el tiempo de un ejercicio de diálogo público. Hemos estado públicamente y en medio de la pandemia a través de varios aliados y medios de comunicación. También hemos permitido el diálogo entre víctimas y responsables, sobre todo promocionando y acompañando procesos de reconocimiento de responsabilidad, en donde quienes han tenido las armas reconocen la violación, el dolor que han causado, y piden perdón".
¿Por qué se creó esta comisión y cómo se eligieron a quienes la integran?
"La Comisión de la Verdad es el resultado del acuerdo de paz firmado entre el Estado colombiano y las FARC en su momento, en 2016. Uno de los puntos del acuerdo y de esta justicia transicional que hay en el mundo y que se practica en Colombia es tener a las víctimas en el centro. Esta justicia busca poner el foco en las víctimas, no solamente en los victimarios, pero en poder reparar esas víctimas y lo que más piden esas víctimas es que no haya repetición. Uno de los valores que más ponen en el centro de esta reparación es la verdad, es saber qué paso, por qué pasó, cómo pasó y que se limpie muchas veces el nombre de sus familiares".
¿Qué tanto ha cambiado su percepción sobre el conflicto luego de hacer parte de la Comisión de la Verdad?
"He profundizado en la comprensión de lo sistémico, en lograr responder a la pregunta 'no es natural, no es normal, no ha pasado en ninguna otra sociedad en el mundo, 60 años de conflicto armado interno'. Esto solo lo tenemos en Colombia. '¿Por qué no hemos sido capaces de pararlo, de transformarlo?"
¿Por qué le tenemos miedo a la verdad, sobre todo cuando hablamos de violencia?
"Yo creo que por haber estado tantos años de haber nacido y crecido en medio de esta confrontación armada. Tal vez sentimos que es así y que nunca va a cambiar, sentimos impotencia por poder incidir. Pero creo que nos ha hecho falta tener una conversación serena con elementos que vengan de estudios rigurosos, con el poder que tiene la palabra de quienes han sufrido en carne propia el conflicto armado".
Es indudable que la verdad, en muchos casos, sana heridas y ayuda a las víctimas a reiniciar sus vidas
"Este es un elemento fundamental para su reparación, poder saber qué paso, cómo paso, dónde pasó, que se aclaren los hechos. Eso les quita un peso de encima también, pero para quienes no hemos sido directamente víctimas del conflicto armado interno también es muy importante saber esa verdad, porque nosotros también somos protagonistas de esta historia. Desde donde estemos podemos dejar de hacer algo para que esto cambie".
¿Qué sensación se experimenta al escuchar a las víctimas?
Dolor muy profundo, una empatía enorme, una cierta pregunta: '¿qué más pude haber hecho para que esto no pasara?, ¿cómo impedirlo?' Son relatos de mucho dolor, tristeza, pero también generan una admiración profunda por lo que han hecho, por la forma como han superado el tema, muchas veces sin un acompañamiento de la comunidad o del Estado. Un fuerte compromiso en que esto no vuelva a suceder.
¿Y ha sido importante oír también a los victimarios?
"Por supuesto que sí. Yo creo que uno de los elementos que debemos empezar a activar para poder tener este diálogo sereno es ser consientes de los prejuicios con los que entramos a una conversación, a una escucha con esas verdades que creemos que ya son reveladas y que nada más que contribuya a la conversación nos va a hacer cambiar de opinión. Esta forma de entrar a una conversación no es de mucha riqueza, pues, si entras dispuesto a escuchar de verdad, vas a descubrir una cantidad de cosas que no sabías. Y justamente eso nos ha pasado en la escucha con los responsables, los victimarios. Cuando tú escuchas por qué llegaron ahí, cómo llegaron ahí y cómo hicieron lo que hicieron, por qué lo hicieron, no lo justificas nunca, pero permite entender nuevamente cuáles son los elementos que hay que transformar en esta sociedad para que nadie nunca más tenga como alternativa tomar las armas".
¿Por qué debemos seguir creyendo en la paz?
"Debe ser el motor de todos cada día, no solamente creerla, sino vivirla. Es un derecho, está en nuestra Constitución, tenemos derecho a vivir en paz. Todo presidente que se posesiona en este país se compromete a seguir y a cumplir la Constitución. Es el Estado ideal para las familias, para las comunidades, para los pueblos (...) se construye desde lo cotidiano, desde el día a día. Yo creo que es el llamado a todos para que no pensemos solamente en esta paz, tal vez política, sino que pensemos en lo que hacemos todos también en el día a día para vivir en una sociedad más justa, más equitativa y en paz".
¿Qué enseñanzas nos debe quedar de este importante trabajo de la Comisión de la Verdad?
"Entender las dimensiones del conflicto armado interno, lo que ha pasado, lo que ha generado. Entre medio millón y un millón de colombianos no viven en Colombia por el conflicto armado interno, por lo que uno se pregunta: ¿qué sería de este país con estas personas acá adentro? Y así muchas cosas más: todos los que han fallecido, que también están ausentes; todos los que de alguna manera han quedado con alguna incapacidad debido al conflicto armado, todos los que han tenido que dejar no el país, pero sí su tierra, que pareciera ser una misma sensación. Yo creo que otro aprendizaje que hemos visto es la posibilidad que tienen los seres humanos de identificar en lo más profundo de su ser los momentos en los que obró mal, por qué lo hizo y de pedir perdón. Esto lo vimos en diálogos entre víctimas y victimarios. Yo creo que el último aprendizaje, aunque hay muchos, es lo que va a compartir la Comisión de la Verdad en términos de transformaciones o de recomendaciones para la no repetición, los elementos que como sociedad deberíamos tener presentes y esperar a transformar para que este conflicto no se vuelva a repetir".
¿Qué deberíamos hacer como país y como sociedad para no repetir más esta dura etapa de violencia y dolor?
"Lo más importante es que volvamos a recuperar la palabra y la capacidad de diálogo y concertación. Necesitamos podernos sentar entre diferentes, diversos y hasta opuestos a construir colectivamente. Es lo primero que debemos rescatar, una cultura del diálogo, una cultura de la concertación, una cultura de lo colectivo, más allá de lo individual. Entender que en este país tenemos grupos étnicos que tienen los mismos derechos y otros que, por sus condiciones culturales, tenemos que respetarlos de la misma manera. Hay que garantizarlos de la misma manera como se garantizan los derechos de quienes están en las ciudades. Todo esto a partir de un diálogo, poder avanzar en identificar los asuntos estructurales, pero también culturales".