Del barrio de su infancia y su adolescencia en Bucarest a Ciudad Bolívar en Bogotá. El escritor rumano Mircea Cartarescu quería sentir a la gente del común antes de sumergirse en diálogos intelectuales y coloquios de la Feria Internacional del Libro.
En el museo de la ciudad autoconstruida, a un costado de la Estación Mirador de El Paraíso, en una de las zonas más altas de la capital, el escritor que suena para Premio Nobel de Literatura celebró su encuentro con la comunidad.
Me ha conmovido profundamente la increíble creatividad de los habitantes de este espacio. La belleza con la que adornan los edificios donde viven y los grafitis que adornan sus paredes. En general, el sentimiento de fiesta que he podido ver. Sin embargo, un ojo ríe y el otro llora, llora por la pobreza de ese espacio.
Su pasión por leer en los sentimientos de la gente y en la escritura de los grandes creadores literarios, han puesto a Cartarescu en un sitial privilegiado de las letras. A su lado siempre está la traductora de su obra en español, Marian Ochoa de Eribe.
Los libros que yo publiqué durante la dictadura aparecieron con las páginas mutiladas.
Cartarescu empezó como poeta en los años de la llamada Generación de los Blue Jeans, cuando los jóvenes contestatarios cuestionaban en verso la dictadura comunista de Nicolae Ceaucescu en su país. Fueron los años en que leer era una forma de viajar, como lo cuenta en uno de sus relatos de 'El ojo castaño de nuestro amor'.
En 1989 yo tenía 33 años. Había nacido bajo el comunismo y, para ser sincero, pensaba que moriría también bajo el comunismo. Nunca había salido de Rumania, ni siquiera tenía pasaporte. Creía que nunca viajaría al extranjero.
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Marian Ochoa conoció Bucarest en 1993, apenas cuatro años después de la caída del comunismo y la instauración de la democracia. Cuatro años viviendo en ese país, más allá de entregarle el idioma, le permitieron acercarse al contexto del autor y a su sensibilidad.
Cuando te enfrentas a la obra de un autor tan inmenso como Cartarescu ves la dimensión real de su genialidad.
La obra del rumano es libertad interior y sus palabras suenan contra todo tipo de opresión. Basta con preguntarle sobre la forma mas reciente de la barbarie para que salga en defensa de un pueblo bombardeado por un dictador.
Putin sueña como un zar con poder absoluto y su sueño es acaparar toda Europa e integrarla a una especie de Unión Euroasiática. Lo que está sucediendo en Ucrania es un crimen. Hay tortura, hay violaciones. Es pura a barbarie.
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Cartarescu nos mira desde lo más alto de Ciudad Bolívar en Bogotá, de la misma forma como de niño miró su Bucarest para ponerle sus sueños y sus colores en los trazos de su escritura.