El corazón de Fernando Botero era, sin duda, del mismo volumen que sus obras. Muestra de ello son las calles y museos de Colombia en los que se albergan grandes colecciones que donó, así como de artistas que lograron culminar sus estudios gracias a las dádivas.
Entre ellos está William Chiquito, un violinista paisa a quien Botero le pagó sus estudios y ahora inicia como “concertino asociado” de la Baltimore Symphony, en Estados Unidos.
“Al maestro Fernando Botero le debo mi carrera y mi vida en Europa. Gracias a una beca otorgada hice mis estudios en Europa, en Italia”, cuenta el músico.
A ese excepcional padrino también le agradece la artista Marta Zapata: “Soy restauradora de papel, él me dio una beca en 2009, 2010 para estudiar en Italia”.
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El maestro era un artista de taller que sin pretensiones buscó la manera de ayudar a otros genios que hoy nos representan ante el mundo y que en su carta de presentación llevan el gran nombre de Fernando Botero.
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